GUTEMBERG BRITO/IOCSi alguien abriese el primer ejemplar de la revista Memórias do Instituto Oswaldo Cruz, en abril de 1909, seguramente se sorprendería con un contenido cuya autoría correspondía a algunos de los más capaces investigadores brasileños de la época. Aunque los temas fuesen de carácter exclusivamente científico, los textos eran claros y había belleza en las imágenes empleadas para ilustrar algunas de las investigaciones que se presentaban allí. “Los artículos eran bien narrados, como si fuesen relatos. Por eso mismo siguen siendo agradables a la lectura”, dice el investigador Ricardo Lourenço de Oliveira, actual editor del periódico. En la actualidad, los textos científicos tienen una estructura rígida, con resumen, introducción, material utilizado, método, resultados y conclusión (o discusión), lo que hace que la lectura sea más pragmática, pero menos atractiva para los legos.
Memorias fue creada por Oswaldo Cruz para publicar únicamente los trabajos del Instituto Oswaldo Cruz (IOC), cuya producción crecía y abarcaba no solamente a la medicina experimental, sino también a la entomología y la ecología. No obstante, ya desde el primer número los artículos estaban redactados en portugués y traducidos a otro idioma “normalmente al alemán, pero también al francés o al inglés”, lo que facilitaba el intercambio y el interés de instituciones extranjeras. Cien años después, alrededor del 45% de los artículos que se presentan para su posible publicación provienen del exterior, la publicación tiene el mayor factor de impacto en Brasil entre las revistas científicas (1,450) y es la de mayor impacto en Latinoamérica en el área de ciencias biológicas.
Con excepción de Adolfo Lutz, los investigadores del IOC eran jóvenes en aquel final de la década de 1910. “Eran sumamente permeables al conocimiento. Carlos Chagas, Artur Neiva, Henrique da Rocha Lima y el propio Oswaldo Cruz, entre otros, estaban recién descubriendo todo: la mejor manera de construir una institución científica, de brindar servicios o cómo hacer una revista de ciencia”, dice Lourenço. Durante los primeros años no existía aún el sistema de peer review, mediante el cual dictaminadores externos leen los artículos para sugerir cambios y recomendar – o no – su publicación. Cruz empleaba el propio cuerpo de investigadores del IOC para revisar los textos. Y él mismo se encargaba de editar, seleccionar el papel, la imprenta y la distribución en otros lugares de Brasil y del exterior. También contrataba dibujantes para retratar con fidelidad los objetos de estudio de los científicos. Cuando no podía encargarse personalmente de la revista, le delegaba la tarea a Lutz.
GUTEMBERG BRITO/IOCA finales de los años 1930, la publicación se abrió para trabajos de investigadores de otras instituciones. Durante la década de 1970, varios científicos del IOC se vieron obligados a exilarse en razón del régimen militar y la revista dejó de salir entre 1977 y 1979. En 1980, su entonces flamante director, José Rodrigues Coura, dio inicio a un proceso de recuperación de la publicación. Instituyó el cargo de editor y un consejo editorial. “Memorias es la tarjeta de presentación del IOC en todo el mundo”, dice Coura. “Y además significa un ahorro de 30 mil dólares anuales, ya que dejamos de comprar unas 260 revistas que nos llegan en concepto de trueque”. Durante la década de 1990, el periódico empezó a salir en su versión online y fue indexado en la biblioteca electrónica SciELO.
Antes de Memorias, todavía en el siglo XIX, hubo un periódico médico también de carácter científico: la Gazeta Médica da Bahia, de 1866. “La Gazeta tenía propuestas y temas innovadores, sus artículos apuntaban a discutir problemas de salud que afrontaba la población bahiana y abordaban investigaciones originales”, dice la historiadora Márcia Ferraz, del Centro Simão Mathias de Estudios de Historia de la Ciencia, de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC/SP). “Si tenemos en cuenta qué ciencia se realizaba en cada uno de los períodos de creación de las dos revistas, Memorias y Gazeta se encuadran en los parámetros de cientificidad, aunque eran revistas muy diferentes”, concluye Márcia.
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