Gabriel Bitar e Nana LahózBrasil culminó 2011 con una base de 242,2 millones de abonados de telefonía móvil, lo que da un promedio de 123 celulares por cada grupo de 100 habitantes, es decir: más de un celular por brasileño. El incremento con relación al final del año anterior fue de 39,3 millones de móviles. En idéntico período, la producción de dichos aparatos en el país llegó a 64 millones de unidades, de las cuales 7,2 millones se exportaron. Estas cifras hacen de Brasil uno de los más ajetreados y codiciados mercados de telefonía móvil del mundo, ocupando el quinto lugar en el ranking global de contratos de celulares. Pero lo que pocos saben es que Brasil también exhibe algunos resultados importantes cuando el tema es innovación tecnológica en telefonía móvil.
Los principales fabricantes de celulares instalados en el país, Nokia, Motorola, Sony Ericsson, Samsung y LG, poseen centros de investigación y desarrollo (I&D) e invierten millones de dólares anualmente para crear soluciones innovadoras que equiparán los modelos vendidos en Brasil y en el mundo. Aparatos que recientemente se transformaron en pequeñas computadoras personales, con acceso a internet, lectura de e-mails y localización vía satélite, además de recepción de radio y televisión digital.
Las innovaciones realizadas en el país tienen que ver básicamente con software, aplicativos, sistemas de producción y test de productos que las empresas traen al país, pero existe también una vasta creación local, muchas veces en colaboración con institutos independientes tales como el Centro de Estudios y Sistemas Avanzados de Recife (Cesar), en Pernambuco, el Venturus – Centro de Innovación Tecnológica, de Campinas (São Paulo), y el Instituto Eldorado, con unidades en Campinas, Porto Alegre (Rio Grande do Sul) y Brasilia.
Aunque considera que son importantes las inversiones en I&D realizadas por los fabricantes de móviles en Brasil, el investigador Rodrigo Abdala Figueiras de Sousa, de la Dirección de Estudios y Políticas Sectoriales de Innovación, Regulación e Infraestructura del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), dice que no se materializan en el país las llamadas innovaciones radicales, que llevan al desarrollo de nuevos productos, transforman la tecnología y agregan valor, para la empresa y para el país. “Una investigación que se publicará este año va a mostrar que Brasil no participa en las elaboraciones mundiales de tecnologías de la información y la comunicación”, afirma Sousa.
Los destacados tecnológicos materializados en el país son pocos, pero algunos logran espacio y visibilidad en el exterior. Ése es el caso de la plataforma MotoDev, destinada al desarrollo de aplicativos en Android, el sistema operativo desarrollado por Google que tiene cada vez más aceptación para equipar móviles recién salidos de la línea de producción. Este sistema fue desarrollado por el Instituto Eldorado en asociación con Motorola, una unión que se concretó a finales de los años 1990, cuando el instituto ejerció la coordinación del programa de capacitación tecnológica de la empresa.
“MotoDev es una plataforma abierta, libre, usada en todo el mundo. El año pasado se la premió como el aplicativo más amigable en Eclipse Com 2011, una conferencia internacional sobre herramientas abiertas para software organizada por la Fundación Eclipse, de Canadá. Ese premio nos ayudó a proyectarnos internacionalmente”, comenta Loiberto Ararigboia Verwiebe, gerente de arquitectura e ingeniería de sistemas del Instituto Eldorado. El ejecutivo explica que el enfoque de la institución es el desarrollo de software para sistemas operativos de celulares y que, además de Motorola, se han realizado proyectos en asociación con Samsung.
En 2011, Eldorado ganó el Premio Finep de Innovación, un concurso de la Financiadora de Estudios y Proyectos destinado a empresas e instituciones de investigación que invierten en innovación. La participación del instituto se dio por medio de seis proyectos en las áreas de TI y Telecomunicaciones desarrollados en su unidad de Campinas, entre ellos el Acceso Fácil, una plataforma digital de distribución de contenidos que permite enviar aplicaciones, juegos, libros, archivos de audio y video a cualquier dispositivo conectado a internet. Su principal diferencia en relación con los competidores es la capacidad de reconocer al dispositivo que se conecta con él, ya sea un celular, un tablet, una notebook, un televisor o cualquier otro aparato, distribuyendo contenidos adecuados a la tecnología de cada aparato. “El Acceso Fácil empezó a desarrollarse en 2010 y nació para su uso en la distribución de contenidos para móviles”, afirma Verwiebe.
Un buen ejemplo de aplicaciones para celulares desarrolladas en Brasil y que ha salido al mundo es el Track Id, creado por el Venturus en asociación con Sony Ericsson. Esta empresa es una joint-venture de la japonesa Sony Corporation con la sueca Ericsson, que se deshizo y pasó a ostentar únicamente la marca Sony en octubre de 2011. El Track Id es una aplicación para el reconocimiento de músicas a partir de una pequeña muestra grabada en el aparato o mediante la aproximación del móvil a un aparato electrónico que pasa música, o incluso desde la radio del propio celular. La muestra es enviada a un servidor que contiene más de 2,5 millones de músicas disponibles y es actualizado constantemente. El servidor le devuelve como respuesta al usuario el nombre de la música, el cantante, el álbum, la biografía y las músicas más famosas de ese artista o de la banda.
Con sede en el Polo II de Alta Tecnología de Campinas, Venturus es, desde 2003, el socio estratégico de Sony Ericsson, que cuenta con centros de investigación y desarrollo en Suecia, China, Japón y Estados Unidos. “Nos consideran su centro de investigación en el país, pese a que somos un instituto asociado. Las aplicaciones que desarrollamos para Sony Ericsson tienen el mismo nivel de complejidad que las que las que se desarrollan en los demás centros de investigación mundiales de la empresa”, destaca Marcelo Abreu, gerente de programa del cliente Sony Ericsson en el Venturus. “Contamos con tres líneas de investigación de software: aplicaciones globales, que es el buque insignia de la asociación, prototipos de software y desarrollo de productos para empresas locales asociadas a Sony Ericsson.”
Otro producto desarrollado para Sony Ericsson fue el soporte al usuario, que le permite al dueño del celular interactuar con el aparato y aprender por sí solo sus funcionalidades. Dotado de videos, tutoriales, consejos e informaciones, fue proyectado para reemplazar al manual de papel. “Empezamos a desarrollar desde cero esos dos aplicativos y hoy en día se encuentran integrados a todos los celulares que la empresa produce mundialmente”, dice Abreu.
El instituto cuenta con 160 empleados, de los cuales 40 se dedican exclusivamente a los proyectos de la empresa fabricante de celulares. Cada tres meses, el centro de investigación realiza workshops internos con el objetivo de discutir y proponerle posibles innovaciones a Sony Ericsson. “Tenemos una aplicación aprobada y en desarrollo surgida en esos workshops, que será lanzada a mediados de este año, pero no podemos revelar todavía de qué se trata”, dice el gerente de Venturus.
Otra aplicación reciente surgida en Brasil y que ya está presente en muchos modelos de celulares de la marca Nokia en el mundo es el aplicativo Facelock, que reconoce el rostro del dueño del aparato y desbloquea el teléfono automáticamente. Básicamente, el aplicativo compara dos imágenes, una previamente almacenada en el aparato –del rostro del dueño del móvil‒ y otra capturada por la cámara frontal. “Esta aplicación fue la ganadora del concurso Nokia World 2010 y actualmente se usa en todo el mundo”, dice André Erthal, director del área de experiencia en servicios del Instituto Nokia de Tecnología (INdT), el centro de investigaciones de la empresa, que cuenta con filiales en Manaos (Amazonas), Brasilia, Recife (Pernambuco) y São Paulo.
“Somos el principal brazo tecnológico de Nokia en América Latina. Nuestra mayor fuerza reside en el desarrollo de innovaciones personalizadas para los consumidores brasileños y latinoamericanos. Tenemos varias innovaciones en software, pero también creamos muchas cosas en hardware y en tecnología de red”, dice Erthal. Otro aplicativo creado en la institución para su uso en celulares fue el Ginga móvil (Ginga-NCL), un programa que les permite a los usuarios tener acceso al servicio de televisión digital, la misma de los televisores, con interactividad en el celular.
Entre las funciones de los centros de investigación de las empresas productoras de aparatos o ligados a éstas también se encuentran los ensayos de resistencia y durabilidad de los celulares. El Instituto Nokia, por ejemplo, desarrolló el Drop Tester, un equipamiento cuya finalidad es probar los aparatos. Patentado en asociación con la Fundación Centro de Análisis, Investigación e Innovación Tecnológica (Fucapi) de Manaos, este aparato es usado en los restantes centros globales de investigación de Nokia.
También en el área de ensayos, el INdT desarrolló el primer laboratorio de colorimetría de displays y LEDs de Brasil. Denominado Disco Lab, es fruto de un convenio con el Instituto Nacional de Metrología, Normalización y Calidad Industrial (Inmetro) y tiene capacidad para realizar ensayos de fidelidad de respuesta cromática, luminancia y contraste, entre otros parámetros empleados en celulares y pantallas de hasta 17 pulgadas.
Motorola fue una de las pioneras en la instalación de un centro de verificación e integración de test de software para celulares en el país, el Brazil Test Center, instalado en 2004. “Este proyecto consolidó todas las etapas del proceso y revolucionó la forma de visualizar los test de celulares. Creamos herramientas, disciplinas y procesos que siguen usándose actualmente en los diversos países donde la empresa se encuentra presente”, dice Rosana Fernandes, directora de I&D de Motorola. Actualmente, la empresa cuenta con un plantel de unas 400 personas que se dedican a la actividad de I&D en el país, entre empleados e investigadores que se desempeñan en instituciones asociadas. En agosto de 2011, la división de celulares de Motorola fue vendida a Google.
La materialización del Brazil Test Center se llevó a cabo en asociación con el Cesar, de Recife, un centro de investigación que fue socio de Motorola en diversos aplicativos elaborados para la empresa. “Trabajamos con una metodología de diseño centrada en el usuario. Cuando recibimos una demanda del fabricante, vamos al campo y hacemos un estudio social y físico del consumidor para entender sus necesidades y deseos. Con los datos de esa investigación en manos, desarrollamos las aplicaciones para los celulares, hacemos un prototipo, lo validamos con el usuario final y, por último, implementamos la tecnología”, explica Eduardo Peixoto, director ejecutivo de Cesar.
Motorola es también una de las pocas empresas que llegaron a elaborar proyectos de hardware o concebir un aparato celular en el país. El primero con desarrollo de hardware y software, fue el C353, lanzado en 2003, vendido en Brasil y exportado a toda América Latina. En 2008 fue el turno del modelo MotoroKR W6, creado por el Centro de I&D de la empresa con sede en Jaguariúna (São Paulo). Fue exportado también a América Latina y a China.
La empresa volvió a lanzar otro aparato concebido en el país a finales de 2010. Es el Spice, el primer smartphone con sistema operacional Android diseñado y construido en Brasil. “Coordinamos a nivel mundial el desarrollo de ese aparato”, dice Rosana. Motorola fue el primer gran fabricante que montó una estructura volcada a la investigación y el desarrollo de celulares. En 1998, la empresa presentó un programa de capacitación tecnológica que involucró a 17 universidades y sentó las bases para la creación de aplicaciones móviles en Brasil. Durante los cuatro años que duró, el programa renovó 20 laboratorios y capacitó a 8.200 profesionales de tecnología de la información.
“Como en aquella época existían poquísimos profesionales capacitados, nuestro primer reto consistió en trabajar con las universidades y centros de investigación para crear aptitud en el área, formando profesionales y montando laboratorios”, afirma Rosana. En esa primera etapa, la empresa invirtió 23 millones de reales en cuatro años. Desde 1998 hasta 2011, las inversiones crecieron. Fueron más de 500 millones de dólares, alrededor de 36 millones de dólares anuales en promedio, en investigación y desarrollo de nuevos software, aplicaciones, componentes y hardware para celulares en el país.
Las inversiones realizadas aquí por algunas empresas multinacionales son importantes, pero, si se las compara con los gastos en I&D globales de esas mismas empresas, aún son pequeñas. Los gastos en I&D de Motorola en 2010 fueron de 1.500 millones de dólares para una facturación de 11.500 millones de dólares en todo el mundo, solamente para el área de celulares y tabletas. La empresa no divulga datos de la facturación regional. Otra empresa global, Samsung, facturó 137 mil millones de dólares, siendo 5 mil millones de dólares en el país en 2010, con todo su portafolio de productos electrónicos, con celulares, televisores y cámaras fotográficas. De ese total, fueron 20 mil millones de dólares en I&D, de los cuales 100 millones de reales se invirtieron en Brasil, de acuerdo con un artículo publicado en el periódico Brasil Econômico el 21 de octubre de 2011.
Para fomentar la investigación y el desarrollo en el país, el camino de las empresas consiste en establecer asociaciones con universidades, una alternativa de la cual también echa mano el INdT de Nokia. Este instituto está equipado con laboratorios de nivel internacional y mantiene desde hace tres años un programa de cooperación técnico-científica con la Universidad Federal de Amazonas (Ufam). Su objetivo es generar conocimiento para el desarrollo de tecnologías destinadas a plataformas de telefonía móvil en la región. Los alumnos del programa crearon y han puesto a disposición más de 10 programas en la tienda de aplicativos de Nokia, Ovi Loja.
Según Erthal, del INdT, Brasil tiene un mercado potencial abierto para que las innovaciones radicales del área de telefonía móvil se hagan acá. “El Drop Tester es un ejemplo de innovación. Para que puedan ser más frecuentes y en mayor número, hay que fomentar la formación de nuevos doctores. Invertir en masa crítica es fundamental para que el país innove cada vez más”, afirma.
Para que Brasil dé pasos al frente en el área, de acuerdo con algunos analistas, indefectiblemente, hay que modernizar la Ley de Informática. Las empresas instaladas en el país se valen de los beneficios de esta ley para desarrollar actividades de I&D en centros propios o mediante asociaciones con universidades e institutos de investigación. Promulgada en 1991, durante el gobierno de Collor, la Ley de Informática representó un estímulo a la innovación en el país. Concede incentivos fiscales –reducción de un 80% del Impuesto sobre Productos Industrializados (IPI)– a fabricantes de diversos productos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles, pero exige como contrapartida que la compañía invierta un 4% de la facturación obtenida con los productos incentivados en actividades de investigación y desarrollo de productos en el país.
Gabriel Bitar e Nana Lahóz“Como la Ley de Informática en la práctica redujo el precio final de los productos incentivados, todos los fabricantes de celulares en Brasil, en un momento u otro, decidieron invertir en I&D. De otro modo, sus productos no serían competitivos”, afirma Rodrigo Sousa, del Ipea y autor del artículo intitulado “Veinte años de la Ley de Informática: ¿estamos yendo por el camino correcto?”, publicado en la edición de octubre de 2011 de Boletim Radar, del mismo instituto.
De acuerdo con el investigador, la Ley de Informática, que cumplió 20 años en 2011, es un instrumento desfasado. “No pasó por ninguna innovación sustancial durante las últimas dos décadas. Hace hincapié en el hardware y no estimula la creación de software y componentes. Esto convirtió a Brasil en un montador de equipos.”
Para él, el gobierno debería exigirles a las multinacionales algunas contrapartidas, tales como, por ejemplo, una mayor producción de innovaciones radicales para el mercado mundial, el aumento del nivel de exportaciones, la inserción de nuevos elementos en la cadena productiva, tales como aplicaciones y componentes, y la diversificación de los productos. Sousa argumenta que la ley distorsionó el mercado en dirección hacia el montaje, y subraya que los fabricantes instalan sus centros de I&D de acuerdo con la historia tecnológica del país. “Para que Brasil se convierta en una plataforma generadora y exportadora de innovación en el área de telecomunicaciones y celulares, se requiere de una política de desarrollo científico y tecnológico específica”, dice Sousa.
Para Loiberto Verwiebe, del Instituto Eldorado, la cadena de innovación en el área de celulares está creciendo en el país y ya existe una gran cantidad de aplicativos creados aquí para esos terminales telefónicos móviles. Con todo, según él, debido a que existe un retraso promedio en el lanzamiento de nuevos modelos de aparatos en Brasil de entre seis meses y un año, es pequeña la posibilidad de que desarrollemos aplicativos ligados a un terminal innovador. “Pero esto no impide que, valiéndonos de la creatividad de nuestros desarrolladores, obtengamos aplicaciones de gran relevancia para el mercado consumidor”, subraya Verwiebe. A su vez, éste destaca también que los equipos de desarrollo de hardware para celulares se concentran mayoritariamente en China y Corea del Sur.
“Estos países crearon una red de desarrolladores integrada por ODMs (sigla de original design manufacturer o fabricantes de proyectos originales), que producen los celulares para los fabricantes. La concepción y el diseño del producto se realizan en Estados Unidos y Europa, pero su desarrollo se concreta en China”, dice. Esto puede explicar el hecho de que las innovaciones de hardware aún se concreten en cantidad mucho menor en Brasil si se las compara con aquéllas ligadas a aplicaciones y software. “La cantidad de patentes brasileñas en este sector es insignificante. Empleamos tecnologías que se desarrollan en otros países”, dice Sousa, del Ipea.
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