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Buenas prácticas

Cuando la mala conducta es la negligencia

Augusto ZambonatoEl neurocientífico estadounidense Christian Kreipke, expulsado en 2012 por mala conducta de la Wayne State University y del Veteran Affairs Medical Center, ambos de la ciudad de Detroit, EE.UU., logró revertir parcialmente la prohibición para recibir financiación federal para investigaciones por 10 años que le había impuesto la Oficina de Integridad Científica (ORI, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos. En un veredicto de 126 páginas que fue divulgado en el mes de julio, el juez Keith Sickendick redujo la inhibición a la mitad –cinco años– por considerar que serían 23, y no 64 como había considerado la ORI, la cantidad de pruebas de mala conducta detectadas en dos artículos en los que Kreipke fue el autor principal y en propuestas e informes de tres proyectos de investigación a su cargo. Entre las evidencias, hubo datos exagerados e imágenes duplicadas.

El caso de Kreipke es relevante porque no existen pruebas cabales de que sea el responsable directo de los fraudes y duplicaciones. En su defensa, dijo que utilizó de buena fe las imágenes producidas por científicos en los que confiaba y además sostuvo que una parte de las acusaciones fue fraguada por la Wayne State University, a la que acusa de persecución política. Aunque eso fuera cierto, Kreipke actuó con negligencia al no verificar la autenticidad de las informaciones, lo que configura un caso de mala conducta, según la sentencia. Tal como acota el abogado defensor del neurocientífico, Richard Goldstein, en un artículo que fue publicado en el sitio web Retraction Watch, el fallo deja firme el concepto de negligencia, al considerar que el uso de materiales elaborados por terceros “sin tomar los recaudos pertinentes”, o bien actuar con indiferencia ante el riesgo de que dicho material sea falso, inventado o plagiado, constituyen comportamientos inaceptables para un científico. Según expresa el juez, el investigador principal de un proyecto o el primer autor de un artículo científico son responsables de su contenido y deben poner énfasis en verificar los datos producidos por terceros. “Un investigador principal no puede simplemente aceptar en forma inopinada que los datos son representaciones exactas incluso si provienen de colaboradores de larga data o de colegas de su propio laboratorio en quienes confía”, escribió Goldstein, para quien el caso sienta jurisprudencia de aquí en más.

El año pasado, Kreipke había salido airoso en otro alegato, cuando la Justicia determinó que se le restituyera el empleo en el Veteran Affairs Medical Center, aunque él no retomó su carrera. En la actualidad, trabaja en una fábrica de neumáticos.

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