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artes escénicas

Dario Fo

Un estudio ahora transformado en libro muestra de qué manera el dramaturgo italiano asegura la perennidad del teatro político

DIVULGACIÓNRoberto Birindelli en la obra Il Primo Miracolo, de Fo: solo en escena, el actor encarna 21 personajesDIVULGACIÓN

Solo en escena, un hombre de ropas oscuras habla sin parar, gesticula bastante y arrastra multitudes. A los 77 años, mantiene como que hipnotizada a la platea, que llega a juntar 8 mil personas en un único espectáculo. Seductor como pocos, se transforma en el mejor amigo de cada uno de los espectadores, a quienes les narra por el micrófono alguna historia que parece haber sucedido ayer. Si una persona de la platea tose, estornuda o deja sonar el celular, el hombre se aprovecha de ello – y, sin perder un solo instante el hilo de la madeja que está enrollando, incorpora lo inesperado a la narración, como si ambos estuvieran naturalmente interconextados.

El público ríe, aplaude y se regocija con el italiano Dario Fo, maestro en la precisión casi quirúrgica de los gestos y en el fabuloso arte de contar historias. Dario Fo, actor, director, dramaturgo y, desde 1997, Premio Nobel de Literatura, se ha transformado también en el objeto de estudio de Neyde Veneziano, libre docente de Teatro de la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA/ USP). Su tesis de posdoctorado, publicada por Editora Códex, e intitulada La Escena de Dario Fo – El Ejercicio de la Imaginación, que contó con el apoyo de la FAPESP, constituye el primer estudio elaborado en portugués sobre el artista italiano.El primer efecto de esta investigación de Neyde Veneziano es echar una luz de estudiosa sobre el trabajo de un profesional poco afecto a las teorías.

Fo, un investigador incansable de los orígenes de la comedia popular, rescató para la escena contemporánea elementos perdidos en la Edad Media – como los juglares, los contadores de historias (o ‘raccontadores’, tal como prefiere llamarlos la profesora). Mezcló estos estudios con signos de la comedia más popular, de aquellas hechas en los circos, y arrojó sobre todo eso un fuerte condimento político – lo suficientemente fuerte como para signar su obra y vincularla al pensamiento de izquierda. Para algunos, esta postura politizada podría ser la razón de un cierto envejecimiento del trabajo del dramaturgo: en Italia, algunas universidades entablan verdaderas batallas contra Fo y su dramaturgia comprometida. Otros lo acusan de falso revolucionario, pues defiende teorías de izquierda, pero no dispensa la vida confortable, con Mercedes en el garaje, joyas y otros signos del “lujo burgués”.

En Brasil, este tipo de cuestionamiento no cuajó, y Fo cuenta en el país con varios defensores. “Dario Fo es uno de esos artistas que resignifican la tradición, en la medida en que la colocan en un nuevo nivel, imprimiéndole actualidad, pero preservando de ella sus constituyentes fundamentales”, afirma Silvana Garcia, profesora y directora de tesis del programa de posgrado de la ECA/ USP. “Fo hizo eso con la commedia dell’arte, con la tradición cómica medieval y con la mímica moderna, y a todas esas herencias, añadió la sustancia crítica política, que lo remite a los orígenes de la comedia, a Aristófanes”. Para el director Antonio Abujamra, responsable por los primeras montajes de Dario Fo en Brasil, el autor italiano es imprescindible. “Es un arsenal de teatro popular”, afirma. “Como autor, Fo percibió la falta de espacio de los derrotados de la Historia, y decidió darles voz en su trabajo”.

Abujamra dirigió dos veces textos de Fo, ambas a comienzos de los años 80: Muerte Accidental de un Anarquista , con Antônio Fagundes como protagonista, y que se mantuvo a teatro lleno durante siete años, yUn Orgasmo Adulto se Escapó del Zoológico, espectáculo que sirvió de trampolín al “teatro esencial” de la actriz Denise Stoklos. En ambos – como así también en toda la obra del italiano – el humor ácido es constante. “Dario Fo sabe que sin humor no es posible soportar al planeta”, comenta Abujamra. “Es impresionante, porque él no es un gran actor, pero es un grandísimo contador de historias”. Fo aprendió esa cualidad desde su infancia, escuchando a los contadores del Lago Maggiore. Con éstos, el dramaturgo aprendería a utilizar dialectos, a prestar atención a los movimientos de la platea, a hacer uso de la hipérbole y de lo surreal y a pasar de un personaje a otro, aun contando una historia narrada en primera persona.

Quizá en esa clave resida uno de los secretos de la permanencia de la obra de Fo. “Él estudió la historia de los gestos tan profundamente que hoy en día, cuando está en escena, transforma el menor movimiento en algo enorme. Fo mueve apenas una mano y el teatro entero se da cuenta de lo que él está contando”, afirma el actor ‘gaúcho’ Roberto Birindelli. Desde hace diez años, Birindelli recorre varias ciudades – de Brasil y del exterior -, presentando el monólogoIl Primo Miracolo, uno de los textos más graciosos y críticos de Fo. En esa obra, Fo cuenta el desajuste que Jesús – acompañado por José y María – sentía cuando iba a jugar con los niños de Egipto. “Fo se refiere al segregación racial y al aislamiento del extranjero, y es posible adaptar eso a cualquier situación”, dice el actor, que permanece solo en escena y encarna 21 personajes.

Claramente, ése es un método Fo de presentación del espectáculo. Aunque como director sepa utilizar muy bien los recursos que suministra la tecnología, cuando entra en escena, Fo prefiere la limpieza total de elementos. Empero, para llegar a esa simplicidad, él trabaja – y trabaja mucho. “No existe una musa inspiradora, que viene de noche y sopla versos al oído del dramaturgo”, explica Neyde Veneziano. “Es todo técnica, mucha técnica y mucha investigación”. El dramaturgo cuenta con la ayuda de investigadores, digiere lo que lee y monta un texto, que servirá únicamente de guía para el espectáculo. En el proceso de ensayos, los gestos y la voz van cobrando vida y reciben agregados en cada presentación. “En ningún momento Fo pone en escena un espectáculo del mismo modo que lo hizo hace diez o quince años. Él lo modifica, lo adapta, lo actualiza y lo perpetúa.”

Dario Fo le añade al gesto el uso sofisticado de la voz. Nacido en un país en el que cada ciudad parece tener un acento propio, Fo percibió que el buen contador de historias capta la voz de cada personaje en medio de la gente. “Pocos actores hoy en día entienden que la voz es cuerpo, que el habla tiene una función poética y que ella únicamente se realiza con el uso de un elemento concreto, que es el sonido”, afirma la profesora Sarah Lopes, titular de la cátedra de Expresión Vocal del Departamento de Arte Escénico del Instituto de Artes de la Unicamp. “Dario Fo hace eso brillantemente. Domina la técnica del ‘racconto’, y por eso, sabe adaptar cada espectáculo a la región en la que está presentándolo. Fo es como un músico que domina su instrumento y es capaz de ejecutar cualquier ritmo.”

La capacidad de escrutar la esencia de la comedia popular y descubrir elementos del medievo en la risa de hoy fue evidentemente estimulada por el trasfondo político de Dario Fo y Franca Rame, su mujer, también actriz. El teatro que empezaron a hacer en los años 70 adquirió una fuerte coloración política, con presentaciones en fábricas, sindicatos, escuelas y canchas de bochas, y en cualquier lugar que fuera posible montar un espectáculo. La organización de la compañía, vinculada a un brazo del Partido Comunista Italiano, era comunitaria – en los carteles, los nombres de Franca y Dario no encabezaban el elenco, sino que aparecían en un modesto orden alfabético.

Pero aun así, en ningún momento Fo dejaría de lado su concepción de teatro popular. “Fo no se preocupó en hacer un teatro partidario, sino un teatro político”, analiza Sarah Lopes. “Dario Fo sabe defender una ideología sin perder en ningún momento la calidad artística.”

“Todo teatro de intencionalidad política extrae su savia del momento histórico, pero adquiere universalidad con el empleo de construcciones alegóricas y metafóricas”, afirma Silvana Garcia. “Este teatro acepta actualizaciones, porque se dispone a ser un instrumento interpretativo de la realidad, y no un mero retrato de una realidad histórica en particular”. En el caso de Dario Fo, la prueba de ello es que sus obras continúan siendo montadas, y en condiciones – en todos los sentidos, geográficos e históricos – bastante distantes de aquéllas que lo fueron en el origen de esa producción.

“Quienes creen que el teatro de resistencia está fuera de moda no entiende nada de Dario Fo”, avisa Neyde. “Su teatro político no es agresivo, es provocador, cosa que es muy diferente”. Para ella, el hombre político Fo fue dando lugar con el correr de los años al hombre sensible. “Fo provoca, pero abraza a las personas. Es como si hiciera un teatro político humanista”, dice. El actor y director Hugo Possolo, del grupo Parlapatões, admirador confeso del italiano, considera que el compromiso político de Fo no ciñe su dramaturgia. “Como se apoya básicamente en la cultura popular, siempre contando historias desde el punto de vista del desfavorecido, su trabajo cobra un matiz de izquierda – pero lo que efectivamente permanece es la raíz popular, presentada con un inmenso poder poético”, dice Possolo.

Ariano Suassuna
Según Neyde Veneziano y Sarah Lopes, Parlapatões es en Brasil el grupo que desenvuelve el trabajo más cercano a la dramaturgia que Dario Fo produce en Italia. Y en literatura, el trabajo de Ariano Suassuna es el que más se aproxima a la unión de lo popular y lo erudito. “En el caso del teatro, la diferencia queda mucho a cuenta de la técnica, que Fo domina como pocos”, afirma Sarah. También sería acreditada a favor del italiano su clase, que evita la vulgaridad a toda costa. Possolo disiente.

“Que él haya ganado un premio Nobel no significa que deba ser leído como un autor sagrado”, afirma. “Existe un lado escatológico fuerte en la obra de Fo, como en algunas historias de Misterio Buffo, por ejemplo”. Possolo, un artista con una impresionante capacidad de aprovechar el momento de la platea y mezclarlo en la historia que está presentando – y que busca su inspiración en los circos -, no vacila en calificar a Dario Fo como un payaso. “Al igual que Leo Bassi – otro italiano -, Fo resitúa al payaso como demoledor de las morales vigentes, capaz de efectuar críticas profundas mientras hace reír. Y eso nunca caduca.”

El Proyecto
La Escena de Dario Fo – El Ejercicio de la Imaginación; Modalidad Beca de posdoctorado; Supervisión Eugenia Casini Ropa – Departamento de Música y Espectáculo de la Universidad de Boloña (Italia); Becaria Neyde Veneziano – Escuela de Comunicación y Artes de la USP

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