Imprimir Republish

Paradigmas

Darwin versus Adán

Avance del creacionismo moviliza a científico en la defensa de la Teoría de la Evolución

El embate entre las ideas fundamentalistas sobre la creación y la Teoría de la Evolución, definitivamente deflagrado en 1859 con la publicación del Origen de las especies, de Charles Darwin, está presto a conmemorar 150 años sin perder el aliento ni la pasión. Los creacionistas, que nunca aceptaron la tesis de la selección natural, ni tampoco las evidencias científicas acumuladas a lo largo de este casi siglo y medio, recientemente volvieron a la carga con un argumento más sutil, el del design inteligente: la complejidad del hombre y a su perfección son resultados y la prueba concreta  de un proyecto divino. Esta visión sigue ganando adeptos en todo el mundo, notadamente en Estados Unidos, donde hasta tiene el status de disciplina en escuelas públicas.

El recrudecimiento del neo-creacionismo que nada más es de lo que el creacionismo en un smoking barato, en la visión del biólogo Leonard Krishtalka, director del Museo de historia Natural de la Universidad de Kansas  moviliza investigadores en la defensa de la ciencia, del evolucionismo y del propio Darwin, inclusive en Brasil. Tanto que fue el tema del V São Paulo Research Conference, promovido por la Pro-Rectoría de Investigación de la Universidad de São Paulo (USP), entre los días 18 y 20 de mayo. Todos los seres vivos descienden de un único ancestral o de un número muy pequeño de formas primitivas. Somos así por acaso, y no por cuenta de un proyecto inteligente, afirmó José Mariano Amabis, del Departamento de Genética y Biología Evolutiva del Instituto de Biociencias de la USP, dando inicio a un maratón de conferencias que mantuvieron cautiva, por inebriada, una platea de más de 350 jóvenes biólogos, filósofos, genetistas y antropólogos, entre otros.

La ira fundamentalista es comprensible, en un final el darwinismo decretó la muerte de Adán, afirmó Aldo Mellender de Araújo, del Instituto de Biociencias de la Universidad de Río Grande del Sur (UFRGS), refiriéndose a la sentencia proferida por el inglés John C. Greene. Es como confesar un crimen, habría reconocido el propio Darwin, según sus biógrafos Adrian Desmond y James Moore. No fue por menos que él  que llegó un día a considerar la sugestión de su padre de convertirse clérigo cuando constató su falta de aptitud para la medicina esperó 20 años para publicar El Origen de las especies. Y sólo lo hizo cuando otro naturalista, Alfred Wallace, estaba presto a publicar los resultados de sus investigaciones. El trabajo de ambos fue presentado a la Linnean Society, en un artículo firmado por los dos autores, en 1858.

La reacción contra la idea de la selección natural incendió a Europa, tanto que en las cinco ediciones subsiguientes de su obra más famosa Darwin se vió obligado a dialogar con sus críticos, revisando y modificando el texto. El avance de la biología, de la genética y de la biología molecular en el siglo 20, sin embargo, le confirió un status semejante al de Copérnico en el panteón de la ciencia, en la evaluación de la antropóloga Eunice Ribeiro Durham, del Núcleo de Investigaciones sobre la enseñanza Superior de la USP. Darwin alteró la posición del hombre en relación al Universo.

El darwinismo se consolidó en el siglo 20, entre 1930 y 1950, cuando varios autores hicieron la teoría sintética de la evolución, casando la genética con la  selección de la especie, creando así nuevos paradigmas para la ciencia, observó Francisco Salzano, del Instituto de Biociencias de la UFRGS, pionero en el estudio genético de poblaciones indígenas. Posteriormente, el descubrimiento de Watson y Crick, sobre la estructura y funcionamiento del DNA, abrió perspectivas para el desarrollo de técnicas que impulsaron la investigación de forma fantástica, subrayó. Él mismo investiga, hace 50 años, el origen de los pueblos indígenas en las Américas utilizando dos marcadores uniparentales  el DNA mitocondrial y el cromosoma Y  que sugieren que el hombre puede haber  llegado al continente hace 40 mil años, y no 20 mil, como suponen las teorías vigentes. Salzano comienza ahora a analizar el origen genético de algunas enfermedades.

La biología molecular ofrece pistas relativamente seguras sobre el origen del hombre moderno: Fue en África, hace más o menos 165 mil años, dice el genetista Sérgio Danilo Pena, del Departamento de Bioquímica de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), refiriéndose al Homo Sapiens idaltu, considerado, hasta ahora, el fósil más antiguo del Homo Sapiens. La diversidad del genoma refleja esa evolución, afirma. El problema, él corrige, es que un buen experimento científico debe ser repetido varias veces y este tiene que ser hecho sólo una vez. No sabemos el estado inicial y jamás sabremos si el resultado es correcto, pondera.

En todo el mundo los investigadores intentan reconstruir el origen de la humanidad utilizando la técnica de los marcadores celulares, tomando como referencia un banco de datos con 1.064 muestras de DNA de personas de 52 poblaciones de todos los continentes. El equipo de Pena utiliza este banco de datos y 40 marcadores llamados indels sigla que aglutina dos palabras: inserciones (ganancias) y eliminaciones (pérdidas) de adenina, guanina, citosina y timina. Ya constató, por ejemplo, que el 85,62% de la variación génica puede ser encontrada en un mismo continente. Somos igualmente desiguales, afirma él.

Si existe algún consenso sobre el origen del hombre moderno, desde el punto de vista de la biología molecular, aún hay divergencias en cuanto al modelo de ocupación de las Américas cuando se tiene en cuenta la morfología de nuestros antepasados. Hay por lo menos dos modelos de análisis disponibles: el de que el continente fue poblado por tres levas de migración de origen asiática, con trazos orientales (mongoloides); y el de la migración única. Walter Neves, del Laboratorio de Estudios Evolutivos Humanos, del Instituto de Biociencias de la USP, considera una tercera hipótesis: la de que la América fue ocupada por dos corrientes migratorias venidas del Asia. La primera  cuyos cráneos son encontrados en la Laguna Santa parece haberse extinguido, mientras que de la segunda descienden todas las tribus indígenas de las Américas.

La biología molecular, a la luz del paradigma de la evolución, es reveladora. Permitió, por ejemplo, que Bianca Zingales, del Instituto de Química de la USP, identificase dos especies del Trypanosoma cruzi, agente causador del mal de Chagas. Concluimos que hay un dimorfismo del gene, afirmó.

Las tesis de la evolución también dan noticias sobre los principales enemigos del hombre: os agentes infecciosos. El VIH es virulento porque el virus aún no evolucionó. El ébola tampoco. Al matar rápidamente, no tiene tiempo de transmisión, explicó Jorge Kalil, de la Facultad de Medicina de la USP. En la lucha entre el hombre y el agente infeccioso existe la barrera evolutiva, dijo, en una estimulante conferencia sobre inmunidades innata y adquirida. Para Henrique Krieger, del Instituto de Ciencias Biomédicas, de la USP, el evolucionismo fue el impulsor de la biología moderna. Sin eso, los estudios serían extremadamente aburridos.

Para el año que viene ya están apuntados nuevos debates sobre orígenes de la vida; cerebro y el pensamiento; y drogas y dependencia.

Republicar