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TRAYECTORIAS

Diálogo para el conocimiento

La supervisión de los estudios académicos requiere el estabelecimiento de metas y un ambiente de trabajo basado en la colaboración

Natália Gregorini

Desde la iniciación a la investigación científica hasta el doctorado, las metodologías de trabajo entre el director y su alumno deben adaptarse en función del perfil de los investigadores implicados, así como de la naturaleza del estudio en cuestión. Con todo, y a pesar de las particularidades de cada caso, hay algunos elementos comunes que son inherentes a las relaciones exitosas. Entre ellos están la determinación de objetivos a corto, medio y largo plazo, el incentivo al intercambio de conocimientos con otros estudiantes y la ayuda para la resolución de dificultades relacionadas con las metodologías, los experimentos en los laboratorios y las investigaciones de campo.

En un artículo publicado en diciembre de 2021 en la revista Nature, estudiantes de doctorado del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, hacen hincapié en las prácticas que facilitan una comunicación eficaz con sus directores. El primer paso consiste en comprender las propias necesidades, ya que permite identificar si el alumno trabaja mejor con plazos flexibles o preestablecidos, así como reconocer si necesita una dirección más estricta o prefiere la libertad de elegir sus propias pautas de investigación. La definición de un momento concreto para concertar encuentros individuales, definir las prioridades con el supervisor o director, conocer su forma de trabajar y revisar constantemente las metas son otras de las consignas apuntadas en el artículo.

A partir de las reflexiones que plantearon estos estudiantes, tres profesionales brasileños reconocidos en 2021 con el Premio Nature Awards for Mentoring in Science informan sobre lo que ellos consideran buenas prácticas, con énfasis en la necesidad de ofrecerles autonomía a los estudiantes con los que trabajan. Este premio anual, instituido en 2005, otorga un reconocimiento a los profesionales que se destacan por la “excepcional dirección científica” proporcionada a los investigadores que inician su carrera. Cada año, se elige una región o un país para recibir el premio. En 2021 el país seleccionado fue Brasil.

“Delego una gran responsabilidad en mis alumnos, quienes deben hacerse cargo de planificar sus proyectos desde un principio. Aporto ideas, estoy abierto al diálogo y les exijo su presencia en el laboratorio, pero al mismo tiempo no controlo los horarios. Los incentivo a que tomen decisiones por su cuenta. La autonomía para trabajar es fundamental”, considera el genetista Carlos Menck, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (ICB-USP), uno de los galardonados por Nature en 2021. En sus 40 años de carrera, Menck ha dirigido 37 doctorados y 14 maestrías, y también ha supervisado 15 pasantías posdoctorales. Actualmente tiene a su cargo 10 direcciones. “El respeto mutuo también es algo fundamental. El director y el dirigido deben percibir que la relación funciona. Es casi como un matrimonio”, compara.

En la misma línea, otra investigadora también premiada en 2021, la inmunóloga Alessandra Filardy, coordinadora del Laboratorio de Inmunología Celular de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), subraya que la relación de respeto implica comprender que a los estudiantes debe tratárselos como profesionales, aunque estén cursando la iniciación a la investigación científica. “Por eso trato de contactarme con ellos en horario comercial y evito enviarles correos electrónicos los fines de semana, además de incentivarlos para que salgan de vacaciones”, relata. Para ella, la autonomía también es una de las premisas del trabajo conjunto, y por eso estimula a los alumnos a realizar sus experimentos varias veces hasta que acierten. “Procuro no interferir, para que puedan aprender de los errores. El límite de intentos es cuando empiezan a generar costos muy elevados”, especifica.

Natália Gregorini

Con tres estudiantes de iniciación a la investigación científica, dos alumnos de maestría, dos de doctorado y una supervisión posdoctoral, además de una enfermera que realiza un perfeccionamiento científico en el laboratorio bajo su dirección, Filardy mantiene reuniones semanales tanto individuales como en grupo. “En los encuentros individuales, abordo cuestiones técnicas específicas de cada proyecto, además de escuchar los problemas e inquietudes concernientes al futuro en el ámbito científico o a la vida personal. En las reuniones colectivas, los estudiantes presentan los artículos publicados y los datos que pretenden exponer en congresos, con el consiguiente intercambio de conocimientos que se produce entre pares, lo que también contribuye al avance de las investigaciones”.

Otra de las pautas de trabajo de la inmunóloga, quien no suele concurrir al laboratorio diariamente, es incluir a los estudiantes en las discusiones al respecto de las decisiones administrativas que involucran al laboratorio, para que puedan realizar un seguimiento de la disponibilidad de recursos financieros destinados a los experimentos y cuánto se gastó en cada proyecto o en un equipamiento. “El equipo de estudiantes que dirijo se encarga de transmitirles los conocimientos técnicos a los nuevos alumnos, mientras que yo me concentro en la gestión del trabajo conjunto. A la hora de resolver problemas, sean de índole técnica o administrativa, siempre estoy presente”, dice Filardy, quien antes de tomar decisiones suele conversar con todos los miembros del laboratorio. Para ella, este tipo de diálogo propicia el desarrollo de un ambiente de colaboración. “La productividad en el trabajo no es el resultado de instancias competitivas, sino de la cooperación entre los implicados”, analiza. Otra estrategia que adopta es la de elogiar a sus alumnos en público, reservándose las críticas para las charlas en privado, evitando así que se produzcan situaciones embarazosas.

La investigadora también busca estimular a los estudiantes para que completen la etapa de formación en el laboratorio, aunque el objetivo final no sea una trayectoria académica. “Intento demostrarles a los alumnos que la investigación científica es importante no solo para quienes desean seguir una carrera académica, sino que también sirve para abrir puertas en la industria o en el mercado empresarial”, subraya. Ella relata la historia de una de sus alumnas, cuya intención era abandonar la universidad luego de obtener la maestría, pero cambió de parecer al recibir una invitación para quedarse en el laboratorio y realizar el doctorado. “Ahora esa alumna realiza un posdoctorado bajo mi supervisión y es una de mis principales compañeras de trabajo”, comenta.

Con seis alumnos de iniciación científica, cinco de maestría, 11 de doctorado y una supervisión posdoctoral en curso, el farmacólogo Waldiceu Verri, del Centro de Ciencias Biológicas de la Universidad Estadual de Londrina (UEL), atisba en el trabajo de supervisión una metodología de enseñanza activa, una idea que facilita el diálogo con los estudiantes inexpertos. “Según el perfil de cada estudiante, adopto una postura más o menos exigente en cuanto al desarrollo del trabajo”, dice Verri, el otro investigador brasileño galardonado con el premio de la edición 2021. Junto a sus alumnos, el farmacólogo realiza un seguimiento diario de los experimentos en el laboratorio del Centro de Ciencias Biológicas, oportunidad que aprovecha para debatir sobre los aciertos y errores de las investigaciones en curso, más allá de los resultados obtenidos.

Cuando no puede seguir los experimentos de manera presencial, solicita a los alumnos que le informen acerca de los progresos del proyecto. “Me gusta estar presente sobre todo antes y durante los experimentos, para garantizar una buena planificación del proyecto y una buena conducción de su ejecución. Intento construir el camino de la investigación en forma conjunta con mis alumnos, sin imponerles decisiones. Creo que esto los ayuda a la estructuración de su propio razonamiento crítico”. Cuando los experimentos fallan, Verri sugiere cambiar un elemento por vez, antes de rehacer la experiencia, para poder identificar con mayor facilidad dónde se produjo el error. “También instigo y avalo que ellos hagan doctorados sándwich, para que puedan ampliar su repertorio y hagan la diferencia en su formación”, comenta Verri.

“Muchos estudiantes se quejan de la falta de una dirección efectiva en su trayectoria académica. Los escasos estudios que han sido desarrollados acerca de esta temática señalan a la dirección de las investigaciones como una cuestión neurálgica del sistema de posgrado”, dice la lingüista Eliete Correia dos Santos, de la carrera de Archivología de la Universidad del Estado de Paraíba (UEPB) y del Programa de Posgrado en Lengua y Educación de la Universidad Federal de Campina Grande (UFCG). En la investigación que llevó a cabo para mapear y sistematizar las buenas prácticas en las supervisiones realizadas en el posgrado en lengua y educación de la UFCG, Correia dos Santos identificó elementos claves de ese tipo de labor. “Algunos de los ítems principales incluyen la definición de un objetivo claro, la planificación de las actividades en función de la disponibilidad de tiempo, la observancia de una disciplina, manteniendo un enfoque y una continuidad, además de ofrecerles autonomía a los estudiantes”, resume Correia dos Santos, quien también trabaja en el Programa de Posgrado en Formación Docente de la UEPB. Ella también destaca que la autonomía de los estudiantes está vinculada a la actuación responsable del director. “Es a él a quien corresponde preocuparse por la evolución del discente, teniendo en cuenta sus fragilidades y estimulándolo a asumir nuevos desafíos”, puntualiza. Con dos direcciones de iniciación a la investigación científica y ocho de maestría, ella promueve reuniones semanales y define metas de entregas, que los propios estudiantes actualizan cada siete días. “De no existir una sistematización y continuidad de las actividades, el alumno tiende a perderse. En lo concerniente a la cuestión temporal, perseguir una continuidad en las múltiples etapas de la investigación, desde el recabado hasta el análisis de los datos, es indispensable para la eficacia del proceso”, escribió la lingüista en un artículo con los resultados del proyecto.

Artículo científico
SALGADO-SALÓ, L. et al. Managing up: How to communicate effectively with your PhD adviser. Nature. dic. 2021.

Libro
SANTOS, E. C. “Desafios da orientação na pós-graduação brasileira: Relatos da experiência na Posle/UFGC.” In: ARAÚJO, D. L. et al. (org.). Caminhos do Programa de Pós-graduação em Linguagem e Ensino: Identidade, estudos e formação de pesquisadores. Campina Grande: Edufcg, 2019.

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