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Carta de la editora | 227

Dos alertas

Un grupo de biólogos y zoólogos está realizando un extenso trabajo de campo con la meta ambiciosa de mapear la distribución geográfica, pasada y presente, de las serpientes brasileñas. Al contrario de lo que podría pensarse, el esfuerzo de los científicos por saber dónde habitan algunos tipos de ofidios, si bien que por razones indirectas, nos interesa a todos. La información que surge de los resultados preliminares indica que hasta un 80% del área de selva ocupada por algunas especies hace 30 años, hoy ha desaparecido. La merma en las poblaciones de serpientes genera un desequilibrio ecológico entre comunidades faunísticas y dificulta la producción de sueros antiofídicos.

Brasil posee la mayor diversidad de serpientes del mundo. Hay 380 especies, desde las inofensivas cieguitas a la terrorífica anaconda. Por ahora, se sabe que 22 de esas especies son endémicas de la zona semiárida o caatinga, y otras 80, del bosque atlántico, biomas que están reduciéndose. En total, hay 25 expertos brasileños y dos argentinos trabajando en el mapeo y sorprendiéndose con lo que observan. Desde que comenzó el estudio, en 2010, ellos notaron que el desmonte provocado por la agricultura y por el crecimiento de las ciudades ya orilla los límites del Parque Indígena de Xingú, en los estados de Mato Grosso do Sul y Pará, del Parque Nacional das Emas, en Goiás, y áreas protegidas en Alagoas. La advertencia de los investigadores en lo referente a las selvas nativas ya es algo conocido para los brasileños: si no se interviene ahora, ya no habrá nada que preservar dentro de algunos años, tan sólo mucho que lamentar. El editor especial Carlos Fioravanti relata esta historia a partir de la página 14.

La arqueóloga Niède Guidon, de la Fundación Museo del Hombre Americano, también viene dando sus avisos desde la década de 1970, cuando comenzó a trabajar sistemáticamente en los sitios arqueológicos de Serra da Capivara, en el estado de Piauí. Sus estudios revelaron que las dataciones de los restos de hogueras y artefactos de piedra atribuidas al Homo sapiens sugieren la presencia humana en la zona hace entre 30 mil y 100 mil años proveniente de la ruta marítima a través del océano Atlántico. La teoría tradicional, que sostienen principalmente los científicos estadounidenses, postula el arribo del primer grupo de H. sapiens al continente americano hace unos 13 mil años, por vía del estrecho de Bering. En las últimas décadas, nuevas investigaciones han empujado esa fecha más cerca de las conclusiones de Guidon.

Recientemente se analizaron dos dientes de venado desenterrados en los alrededores del Parque Nacional Serra da Capivara en el mismo estrato geológico, cerca de los huesos humanos. La edad estimada de esos dientes ‒datados en dos laboratorios distintos, uno en Brasil y otro en Estados Unidos‒ fue de 29 mil años y 24 mil años, respectivamente. De ese modo, los científicos reunieron un conjunto de evidencias indirectas que demuestran la presencia humana en el semiárido nordestino hace 20 mil años, por lo menos. Este nuevo capítulo referente a la búsqueda de la fecha aproximada en que los primeros seres humanos arribaron a América lo relata el editor especial Marcos Pivetta (página 40).

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