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Memoria

Ecos de la Revolución Industrial

Hace 142 años surgía la primera fábrica moderna de São Paulo, con el impulso del vapor

Leo RamosEl horno del siglo XIX, que recibía la leña para la quemaLeo Ramos

En el Brasil de 1885, “todo el mundo” sabía hilar, dijo un funcionario consular extranjero de la época, de acuerdo con un ensayo de 1976 del historiador y brasileñista estadounidense Warren Dean. Esta práctica venía de un tiempo en que había pocas hilanderías y tejedurías en el país, y la mayoría de las familias necesitaba conocer este arte para confeccionar sus propias ropas. En Inglaterra, las fábricas textiles existentes en el siglo XVIII utilizaban energía hidráulica y cobraron mayor impulso en 1785, cuando fueron las primeras en usar motores movidos  por vapor, las estrellas de la Revolución Industrial. En Brasil, una de las más exitosas aplicaciones de la máquina de vapor se concretó en los telares São Luiz, en 1869. Esta fábrica de tejidos, con sede en la localidad de Itu, en el interior paulista, fue la primera industria que podría caracterizarse como moderna del estado de São Paulo, y se convirtió en modelo de otros emprendimientos similares. El más importante aporte de São Luiz fue la utilización de un motor de vapor que hacía funcionar máquinas de despepitar algodón, de hilado y de tejido. “Por no depender de la energía hidráulica, las fábricas que se valían de esta nueva técnica podían construirse en cualquier lugar y ya no necesariamente a orillas de los ríos”, dice la historiadora especializada en arqueología industrial Anicleide Zequini, del Museo Republicano Convenção de Itu, una extensión del Museo Paulista de la Universidad de São Paulo. “Otra consecuencia importante consistió en mostrar que el trabajo libre y remunerado funcionaba bien y que la mano de obra esclava no era fundamental en esa industria que empezaba a erigirse.”

La instalación de fábricas textiles en las regiones de Itu y Sorocaba –la mayoría utilizaba energía hidráulica– ocurrió debido a la necesidad de fabricar telas y costales, pero también fue consecuencia de la guerra civil estadounidense (1861-1865), que impidió la exportación de algodón bruto a Europa. Los ingleses del São Paulo Railway, el ferrocarril que unía la meseta paulista con el puerto de Santos, vieron en Brasil una alternativa de importación del producto y por eso impulsaron el cultivo del algodón.

La tejeduría São Luiz tuvo cinco fundadores. El mayor accionista, Luiz Antonio de Anhaia, fue el mentor del proyecto. Todo se adquirió en Estados Unidos, en la compañía Lidgerwood: el proyecto de la planta, las maquinarias, la planificación y la capacitación de los trabajadores. La fábrica, con su chimenea de 15 metros, empezó con 62 máquinas, entre las cuales había 24 telares. La caldera generaba el vapor que hacía funcionar el eje del sistema de transmisión, que atravesaba el salón en donde se ubicaban los telares. Cada telar estaba unido a ese eje mediante una correa. Al girar, el eje movía la correa, que a su vez accionaba el telar a cargo de las obreras. “En 1873 trabajaban allí 24 mujeres, 10 varones y 18 chicos”, comenta Anicleide. La producción se destinaba a ropas de esclavos y trabajadores rurales y al embolsado de sal y café.

En 1903, la fábrica enpezó a funcionar también con energía eléctrica. Se mantuvo en actividad hasta 1982 y fue declarada patrimonio histórico. En la actualidad es propiedad de la familia Pacheco Jordão, y se realizan allí eventos culturales o de moda. Importante para São Paulo, São Luiz no fue la primera fábrica brasileña en usar motor de vapor. Según sostienen los historiadores Francisco Foot Hardman y Victor Leonardi, en el libro Historia da indústria e do trabalho no Brasil: das origens aos anos 20 (Global Editora, 1982), en Río de Janeiro, la fábrica São Pedro de Alcântara utilizaba vapor desde 1852. En Bahía, Conceição dos Mares funcionó con energía hidráulica y de vapor durante la década de 1840.

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