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cultura popular

El álbum de la familia patriarcal

Una tesis reúne las visiones conflictivas de Nelson Rodrigues y Gilberto Freyre, relativas a la formación doméstica de los brasileños

En una sola tesis, la antropología y el teatro de Brasil encontraron nuevas interpretaciones al final del año pasado. Bajo la dirección del eminente antropólogo Gilberto Velho, y defendida por la historiadora Adriana Facina, la tesis doctoral intitulada Santos y Canallas – Un Análisis Antropológico de la Obra de Nelson Rodrigues, que será transformada en libro este mismo año, efectúa una lectura acerca de cómo el teatro y la producción periodística de Nelson Rodrigues retratan una visión de mundo presente en diversos sectores de la sociedad brasileña en su época, y no solamente en la obra del autor.

El reto asumido por la investigadora consistió en desarrollar un trabajo antropológico sin la posibilidad de utilizar las metodologías clásicas de la antropología: el trabajo de campo y la observación participante. Asimismo, se necesitaba tener la convicción de que una obra no perteneciente a la tradición del pensamiento nacional pudiera ser analizada a través de ese prisma.

Para superar tales obstáculos, Adriana optó por promover un acercamiento entre la antropología y la historia, extrayendo de los documentos rodrigueanos -sus piezas de teatro, sus crónicas y sus artículos periodísticos- el sustrato para su investigación. El material publicado en la prensa sobre el teatro de Nelson Rodrigues también fue tenido en cuenta. El resultado de ello es un texto dividido en cuatro capítulos, que realizan un análisis claro de la obra de Nelson Rodrigues, desarrollado en diversos dominios -desde el de la opinión pública sobre el polémico dramaturgo hasta las representaciones de la familia y de la ciudad en sus obras. Adriana llega a trazar un paralelo entre las obras teatrales de Nelson Rodrigues y los estudios de Gilberto Freyre sobre el Brasil colonial.

Al final, hace un análisis del conservadurismo que se adueñó de los textos periodísticos de Nelson durante la dictadura militar. “La idea central que orienta el análisis de este extenso conjunto de fuentes es la de que puede verse en la obra de Nelson Rodrigues la construcción de una visión sobre la naturaleza humana, que oscila entre un profundo pesimismo y la búsqueda de posibilidades de redención”, explica Adriana. Esta ambigüedad con la que Rodrigues veía a la naturaleza humana, y que dio origen a los “santos y canallas” del título, fue acompañada con una oscilación de opiniones sobre su obra al inicio de su carrera.

Nelson Rodrigues escribió su primera pieza teatral, La Mujer sin Pecado, en 1941, asumidamente para ganar dinero -era periodista deportivo de O Globo. Mientras redactaba el segundo acto, descubrió que tenía talento. Y su segundo texto,Vestido de Novia (1943), considerado un hitode la moderna dramaturgia brasileña, hizo que Nelson cayera en gracia de la mejor crítica teatral, que empezó a considerarlo un genio sin precedentes. Con todo, con Álbum de Familia (1946), Nelson Rodrigues fue maldecido por público y crítica, por presentar con toda crudeza una historia basada en relaciones incestuosas: padres que aman a sus hijos y viceversa; un hermano que desea a su hermana; la cuñada enamorada del cuñado. Así se convirtió entonces en un autor maldito, un degenerado, que perturbaba a las familias brasileñas con sus personajes traicioneros, lascivos y ambiguos.

Pero, tal como la tesis de Adriana sugiere, son precisamente esos personajes aparentemente perturbados los que pueden aproximar a Nelson Rodrigues a Gilberto Freyre. Más allá de que ambos fueron pernambucanos (del estado de Pernambuco) y de haber cultivado una admiración recíproca, Freyre y Rodrigues pusieron a la familia brasileña en el centro de sus obras -una antropológica, la otra teatral. Así, la representación de la familia rodrigueana, que mantiene relaciones incestuosas y es también víctima de traiciones y violencia, sería una continuidad de la familia patriarcal y endogámica descrita por Freyre en obras como Casa Grande&Senzala (lea más en el recuadro) , pero tomada al revés.

“Rodrigues hacía una crítica al modelo presentado por Freyre”, dice Adriana. “Mientras que Gilberto Freyre vio en la familia patriarcal un sistema civilizatorio del período colonial, Rodrigues, que escribía en otro momento histórico, captó el momento de la disgregación de esa familia”, explica la investigadora. El resultado de esa disgregación, según ésta, es la fuerte presencia del elemento femenino como algo diabólico. La mujer que traiciona o que seduce al pariente es la mujer en busca de una individuación que no existía en la familia patriarcal de un Brasil más antiguo y rural. “La búsqueda de la individuación de los personajes rodrigueanos es también un reflejo del ambiente urbano”, dice. “Gilberto Freyre tenía una visión mucho más optimista que la de Nelson Rodrigues en lo que se refiere a esa familia patriarcal”, compara Adriana.

El pesimismo de Nelson Rodrigues residía en los propios motivos que lo llevaban a insertar en su dramaturgia los fantasmas más asustadores de la naturaleza humana. “Para él, cuanto más horrores, cuanto más esa dimensión de tinieblas del alma humana el teatro pusiese en escena, más ese mismo teatro tendría una función purificadora”, comenta Adriana. “Es como si los seres humanos, al ser confrontados con el aspecto más satánico de su naturaleza, pudieran purgarse, al menos parcialmente. Sería ésa la función del teatro, para Nelson”, concluye la investigadora.

En su tesis, Adriana analiza la producción periodística de Nelson Rodrigues en dos momentos. En un primero, situado en los años 50, con la columna diaria La vida tal como ella es, Nelson Rodrigues aprovechaba ese espacio privilegiado para dar respaldo a su creación teatral. “Los cuentos eran importantes para oficializar la imagen de obsesionado sexual, y también sirvieron de laboratorio para sus piezas”, explica Adriana. Pero en los años 60 y 70, Rodrigues se valió del periodismo para mostrar su radicalismo al confrontar con las nociones izquierdistas, sorprendiendo a muchos por su compromiso con los militares y su ataque a la intelectualidad contestataria en general.

Los hombres y las mujeres de Gilberto Freyre
En un año en el que se cumplen 70 años de Casa Grande&Senzala, dos estudios inusitados sobre la vida y la obra de Gilberto Freyre esperan apoyo editorial para salir del horno. El libro A Festa do Sexo – O Feminino e o Masculino na Obra de Gilberto Freyre, de Fátima Quintas, analiza la descripción de Freyre sobre las mujeres en el Brasil colonial en Casa Grande&Senzala y en Sobrados e Mocambos . También coordinado por Quintas, un proyecto aún sin título reúne 50 entrevistas con el antropólogo, publicadas en periódicos y revistas.

Fátima Quintas es secretaria ejecutiva del Núcleo de Estudios Freyreanos de la Fundación Joaquim Nabuco de Recife. Publicó Sexo e Marginalidade (Vozes, 1987) y A Mujer e a Família no Final do Século (Fundación Joaquim Nabuco, 2000). Tempranamente, Fátima se dio cuenta de que Freyre fue el primero antropólogo que contextualizó a la mujer en la historia de Brasil. “Freyre mostró de qué manera esa mujer fue oprimida y subyugada por el sistema patriarcal”, comenta la investigadora.

La opresión llegó principalmente al vértice portugués del triángulo racial colonizador. “La mujer portuguesa fue sumamente oprimida sexualmente”, explica Fátima. Al margen de habérsele atribuido como único papel la procreación, la portuguesa fue introducida de manera precoz en un sistema endogámico perverso, en el que primos, tíos e incluso hermanos se casaban entre sí. “Ellas debían casarse a los 12 ó 13 años con hombres de los que no gustaban. Estaban permanentemente encintas y muchas veces morían prematuramente, en uno de los partos”, dice la investigadora.

La situación se agravaba debido al propio sistema azucarero. Estas mujeres, sumamente sedentarias, permanecían la mayor parte del tiempo en casa, comiendo los dulces y golosinas producidos en la Casa Grande. “Se volvían obesas y muchas veces poco interesantes”, comenta la investigadora. No es difícil de imaginar que fuese común que el señor del ingenio buscase el placer sexual más por fuera del casamiento que dentro de éste. Ésa fue una de las puertas de entrada para que la negras tomasen un importante papel en el cotidiano de la Casa Grande.”La portuguesa fue obligada a convivir con la traición de su marido, que mantenía relaciones intensas con las mucamas o criadas”, continua Fátima.

La atracción sexual era investida de una afectividad presente en el hecho de que las esclavas fueran también amas de leche de las criaturas paridas por las blancas. “Las portuguesas no tenían amas de leche porque querían, sino porque como estaban siempre embarazadas, no lograban amamantar”, explica Fátima. La convivencia entre blancas y negras muchas veces alimentó la crueldad de las señoras de ingenio. “En un pasaje de Casa Grande&Senzala, una señora manda a arrancar los ojos de su mucama y servírselos en una bandeja al patriarca”, comenta Fátima. Pese a que la india no estuviera obligatoriamente presente en la arquitectura interna de la Casa Grande, Fátima no la dejó afuera en su estudio. “El contacto entre las indias y los portugueses fue de una gran `intoxicación sexual`, según Freyre”, dice la investigadora. Varios motivos facilitaron las relaciones entre portugueses e indias. En primer el carácter nómade de la cultura autóctona, con largas ausencias de los indios varones. Y luego la ausencia de la noción de traición en el seno de esa cultura.

En la opinión de Fátima, más allá de ser inédita para su tiempo, la presentación que hizo Gilberto Freyre del universo femenino en el Brasil colonial denota una característica personal que el antropólogo supo imprimir en su obra. “Freyre usaba todos sus sentidos para ampliar sus conocimientos”, dice. Fueron esas características personales las que la investigadora quiso captar en las entrevistas seleccionadas para su otro proyecto. “Las entrevistas, además de ser autobiográficas, contienen la esencia del pensamiento freyreano”, evalúa Fátima. Entre las charlas se encuentra una famosa, que data de 1980, en la cual Freyre dijo a la revista Playboy que, para él, era necesario conocer todos los ángulos de la vida. Así, habiendo ya experimentado la homosexualidad, había optado al final por la heterosexualidad.

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