ELISA CARARETOAún queda mucho por descubrirse, recuperarse y estudiarse entre los escritos y documentos que dejó Mário de Andrade (1893-1945) como escritor, musicólogo, investigador de la cultura popular, ensayista, crítico literario y gestor cultural. Una vertiente prometedora, dado el volumen y la diversidad de su producción, es el cruzamiento entre las diversas facetas de sus actividades. Mediante estudios de las influencias que tuvieron las investigaciones musicales del escritor sobre las estructuras de sus poemas, una actividad que inició a los 15 años, la investigadora Cristiane Rodrigues de Souza, del Instituto de Estudios Brasileños de la Universidad de São Paulo (IEB-USP), se percató de que el análisis de los recursos formales del poeta, en su relación con la música, revela el concepto de amor presente en toda su obra en versos. De acuerdo con el estudio posdoctoral de Rodrigues de Souza, intitulado “El lirismo amoroso y el quehacer poético de Mário de Andrade”, que se encuentra en etapa de conclusión, la idea del amor como conflicto de fuerzas que aparece en las primeras reuniones de poemas del autor da lugar a un sentimiento sereno y de reposo en sus últimos trabajos.
Rodrigues de Souza encontró caminos hacia la comprensión de la obra del escritor al analizar ‒entre otras fuentes‒ libros que formaban parte de su biblioteca, preservada en el IEB. Varios investigadores han venido llevando a cabo trabajos similares de cotejo. Una experta de larga data en Mário de Andrade, la profesora Telê Ancona Lopez, del IEB y de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la USP, supervisora del posdoctorado de Rodrigues de Souza, ve en esta actividad –a la que describe como “la formación del escritor lector”– una de las tres principales vertientes actuales de los estudios sobre el poeta. Las otras son la del escritor epistolar –Mário de Andrade intercambió correspondencia con una gran cantidad de intelectuales de su tiempo– y la de edición de obras inéditas. “En esos proyectos, el análisis y la interpretación, en el ámbito de la crítica literaria, se ven enriquecidas con el estudio del proceso creativo, fundamentado en la crítica genética”, explica Ancona Lopez. La crítica genética apunta a reconstituir la obra de un escritor a través de vestigios de su proceso creador, lo que sólo es posible mediante la preservación, al menos en parte, de su legado material. Entre las vertientes de la obra de Mário de Andrade que aún resta estudiar, la profesora destaca la del crítico en la prensa, en artículos sobre literatura, artes plásticas y música, entre otros temas.
En referencia a su actual investigación, Rodrigues de Souza sostiene que “es un momento de maduración de un largo tiempo de reflexiones acerca de la poesía de Mário de Andrade, siempre en busca de conexiones entre la poesía y la música”. En sus primeras investigaciones, la estudiosa había destacado el aprovechamiento de estructuras y recursos musicales en la obra del poeta modernista. En dos de ellas, Rodrigues de Souza se detuvo en los poemas del libro Clã do jabuti (1927). El análisis apuntó a analizar en la “voz lírica” del autor la presencia de elementos de la música popular y del folclore, palabra que el poeta empleaba para referirse a lo que actualmente se denomina más comúnmente como cultura popular. La búsqueda se orientó en los poemas hacia el ritmo y hacia la organización de timbres fonéticos que crean musicalidad, como así también hacia la presencia de la estructura de géneros musicales cantados, tales como la moda y la loa, y de técnicas tales como el tema y la variación. Según Rodrigues de Souza, los poemas de Clã del jabuti incorporan definitivamente a los versos del escritor “las formas, las técnicas y los temas musicales populares”. Ese acercamiento a elementos diversos y a menudo opuestos sería una búsqueda tendiente a “definir la multiplicidad de su país y de sí mismo”.
Viajes por Brasil
Durante toda su vida, Mário de Andrade mantuvo una actividad intensa de investigador de la cultura popular, en particular de la música, mientras construía su obra literaria y ejercía funciones públicas. En la década de 1920 realizó dos viajes con esa finalidad a las regiones norte y nordeste de Brasil, primeramente por su cuenta (1927) y luego uniendo su trabajo de etnógrafo con el de colaborador de Diário Nacional (1928). En 1935, el escritor pasó a dirigir el Departamento de Cultura de la ciudad de São Paulo (el equivalente a una secretaría municipal), donde instituyó la Misión de Investigaciones Folclóricas. Tres años después, esa misión inició su primer viaje en busca de material etnográfico. Tras recorrer seis estados, la investigación se vio interrumpida cuando el escritor fue apartado de su cargo por la dictadura de Getúlio Vargas.
Además de influir en la poesía de Mário de Andrade, la música folclórica también es fundamental en la narrativa de Macunaíma, libro al que el autor definió como una rapsodia –en lugar de una novela–, un género musical caracterizado por la yuxtaposición de varios temas, entre ellos los derivados de melodías populares. En un enredo donde se mezclan tradiciones populares, leyendas y mitos de distintas regiones brasileñas, el estilo rapsódico se corresponde con la idea de un país múltiple, complejo y “sin carácter” (es decir, sin una identidad definida), tal como el escritor calificó a su personaje. Macunaíma cumple este año nueve décadas desde su creación. Mário de Andrade, según él mismo, escribió ese libro en seis días de diciembre de 1926, en una casa de campo de Araraquara (interior de São Paulo). Su publicación se concretó sólo en 1928.
Al proseguir su investigación sobre la musicalidad de los poemas del escritor ‒durante sus estudios referentes al doctorado, defendido en la FFLCH-USP, bajo la dirección de tesis del profesor Alcides Villaça‒, Rodrigues de Souza se percató de que en los poemas en los cuales la música aparecía más marcadamente en el libro Remate de males (1930), el amor era una presencia constante. En ese libro, “en tono más prudente, y al tiempo que busca conocer e incorporar las manifestaciones de la cultura brasileña, el poeta maduro vuelve su mirada hacia su música interior, múltiple y compleja como el país”, afirma la investigadora.
ELISA CARARETODe la “música interior” se desprende, para la investigadora, la concepción del amor como una de las facetas del poeta múltiple de “Eu sou trezentos…”, poema que abre la antología. En los versos amorosos, Rodrigues de Souza detecto la estructura de ciertos bailes populares ‒o las “danzas dramáticas”, de acuerdo con la clasificación de Mário de Andrade‒ entre ellos el bumba meu boi y los reisados. Las secuencias de esos bailes están marcadas por la representación de luchas, que la investigadora relaciona con “el embate entre el deseo del poeta y la prohibición del amor”, en el grupo de poemas “Tempo da Maria”. En tanto, en “Poemas da negra”, la estructura es de fuga con terminación en una “resolución tonal” que, en determinados momentos, Rodrigues de Souza identifica en el encuentro amoroso con la “conjugación de los cuerpos”.
La investigadora extendió el análisis a los versos contenidos en Poesias (1941) y en Lira paulistana (1945, póstumo). Del primero destaca el grupo de poemas “Girasol de la madrugada”. “La experiencia amorosa del poeta transcurre sin los embates de fuerzas contrarias de las danzas dramáticas, y se escenifica en forma amena”, dice Rodrigues de Souza, ejemplificando con los versos “No hay sino Narciso entre nosotros, laguna,/ ya se perdió saciado el derroche de las uyaras”. La investigadora ve allí una superación de la “carencia que mueve a Eros” (el deseo amoroso), dando lugar al “éxtasis pleno y sin impaciencia” del amor philia (amistad en griego antiguo). En la analogía con las danzas dramáticas, la tradicional secuencia de “la muerte ritual del goce” y la consiguiente resurrección se transforman en un reposo continuo imaginado como “cese ardentísimo”. La música de las danzas dramáticas, con sus embates épicos, da también lugar a las melodías populares clasificadas por Mário de Andrade como “música de hechicería”, que sugieren torpor.
La pereza –el sentimiento propio del personaje Macunaíma– es evocada en “Rito do irmão pequeno”, otro grupo de poemas de la antología de 1941. En éste, el poeta exhorta al hermano menor a “ejercer la pereza lentamente”. En ese caso, según la investigadora, “se ejerce el placer pleno, que no anhela la consumación sexual, sino el estado de contemplación y de totalidad”, cercano al “amor de lo bello en sí mismo” apuntado por Sócrates en el diálogo El banquete, de Platón.
Razón y sensibilidad
Rodrigues de Souza identifica en esos poemas de la etapa final de la obra de Mário de Andrade también el deseo de la convivencia de los contrarios que lleva a pensar en la construcción artística, ya que las obras de arte son capaces de combinar razón y sensibilidad. Esa ambición se habría basado en la tesis del filósofo y poeta alemán Friedrich Schiller (1759-1805) de que el arte sería el único medio de deshacer, creando una armonía de contrarios, la fractura provocada en el ser humano por el distanciamiento entre una ingenuidad primordial y el racionalismo de la modernidad. Mário de Andrade habría encontrado en las ideas de Schiller una referencia para su actuación como artista y al mismo tiempo estudioso de la música folclórica y docente del Conservatorio Dramático y Musical de la ciudad de São Paulo.
En cuanto a los inéditos del autor que están recuperándose, una publicación importante fue la de la novela inconclusa Café, en edición preparada durante varios años por Tatiana Longo Figueiredo, también investigadora del IEB-USP. Esa obra fue lanzada por editorial Nova Fronteira a mediados de 2015, cuando se celebraron los 70 años de la muerte de Mário, y con ellos la entrada en dominio público de toda su obra. Para concretar la edición de la novela, que correspondió a su investigación doctoral, presentada en 2009 en el IEB, Longo Figueiredo logró recuperar etapas de su creación entre los documentos del IEB 11. El escritor, que tenía un proyecto grandioso para la novela, pero que pasó por varios momentos de insatisfacción con lo que había escrito, trabajó en ellas entre las décadas de 1920 y 1940. “Fue un inmenso trabajo de rompecabezas”, dice la investigadora.
La música tiene un papel predominante también en Café. “El texto está poblado de musicalidad desde la propia elección del protagonista, Chico Antônio”, afirma la investigadora, al recordar que en los años 1940, en un momento en el cual el escritor preveía que no terminaría la obra, la transformó en una ópera. Chico Antônio, quien le inspiró el personaje homónimo, fue un cantador del ritmo conocido como coco, que Mário de Andrade conoció durante su segundo viaje de investigación folclórica, en 1928. Comparaba la maestría que encontró en ese artista con la de los tenores de ópera como Beniamino Gigli y Enrico Caruso. Según Longo Figueiredo, veía en él “el ocio creador y la pereza elevada que consideraba como los ingredientes ideales de la creación poética”. En algunas escenas del libro, como en los poemas que estudió Rodrigues de Souza, “el narrador fusiona el propio discurso de poeta con el del cantador”. Longo Figueiredo da un ejemplo: “El ganzá chilló en un sollozo. ¡Ay, dotor, cuando llegue a su tierra, va a decir que Chico Antônio es endiablado para agrumar! ¡Adiós casa, adiós amigo, adiós sala de estar! ¡Adiós lápiz de escribir! ¡Adiós papel de asentar! ¡Adiós a las mozas sensatas, adiós luz de iluminar, adiós casa de cimientos y el honor de este lugar!”
Proyecto
1. El lirismo amoroso y el quehacer poético de Mário de Andrade (nº 2013/ 25992-6); Modalidad Beca en Brasil – Regular – Posdoctorado; Investigadora responsable Telê Ancona Lopez (IEB-USP); Beneficiaria Cristiane Rodrigues de Souza; Inversión R$ 123.459,28.