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Especial

El arte de proteger la enseñanza y el patrimonio

Las mejoras en sus instalaciones sirven de aliciente para los institutos paulistas

El Instituto de Artes (IA) de la Unesp, en São Paulo se encuentra entre las mejores escuelas brasileñas que ofrecen carreras de graduación y posgrado en música, artes plásticas y educación artística. “Hace seis años, éramos el tercero en el mundo en la universidad”, recuerda John Boudler, profesor titular del Departamento de Música. A partir de 1995, recursos del Programa de Infraestructura de la FAPESP, equivalentes “a importes de costeo de dos años”, en la comparación de Boudler, permitieron la reconstrucción de la biblioteca y del auditorio, mejorando sustancialmente las condiciones de la enseñanza. “El antiguo auditorio no tenía tratamiento acústico ni sonoro, refrigeración, ni siquiera baño”, cuenta Boudler.

Con el apoyo del programa también fue posible implantar una red de informática. Las reformas de las instalaciones, concluidas en 1997, tuvieron reflejo en la demanda por las carreras ofrecidas por el instituto, que cuenta actualmente con 600 matrículas en el conjunto de los cursos. “Ahora es la hora de reestructurar el instituto”, afirma Boudler.

Los recursos del Programa de Infraestructura para 142 proyectos en el área de Ciencias Humanas y Sociales beneficiaron también al Instituto de Estudios Brasileños (IEB), de la Universidad de São Paulo (USP). El IEB reúne importantes documentos sobre la historia del pensamiento brasileño. Integran su acervo obras raras, como el Incunábulo, un libro escrito en el siglo 15, y sus archivos reúnen manuscritos y fotos de grandes personajes de la cultura brasileña como Graciliano Ramos, Mário de Andrade o Guimarães Rosa. Eso sin hablar de las colecciones de intelectuales como Ian de Almeida Prado y del historiador carioca Alberto Lamego.

Esa documentación se encuentra actualmente preservada con seguridad y, al mismo tiempo, accesible al público. Sin embargo, antes de las reformas y modernización de las instalaciones propiciadas por el Infra, las condiciones precarias de las instalaciones del IEB representaban una amenaza a ese patrimonio. No existía, por ejemplo, ninguna forma de protección contra incendios. Solamente la biblioteca contaba con aire acondicionado. El sistema eléctrico del edificio era generado por centrales eléctricas distintas, lo que dificultaba el control de la carga y aumentaba el riesgo de siniestros fatales. Las reformas y la mejoría de las instalaciones del edificio fueron realizadas con recursos del Programa de Infraestructura de la FAPESP.

“El Infra fue la solución”, sintetiza Marta Rossetti Batista, investigadora de Historia del Arte del IEB. En el caso de las áreas de archivo del instituto, se optó por un sistema de protección contra incendio a base de gas carbónico – ya que en ese tipo de documentación, el agua puede causar tantos estragos como el fuego, destruyendo todo el material. En el archivo también fue instalado un sistema de aire acondicionado y fue construida una central de energía eléctrica propia, independiente de la de los demás departamentos y más potente. El programa financió la construcción de cabinas especiales para consultas por medio de microfilmes y computadoras, lo que facilitó el acceso de los investigadores y alumnos a los documentos que integran su acervo.

Los recursos del Infra financiaron también el cambio de los muebles, la compra de servidores y computadoras y el montaje de una red de informática. La colección de artes visuales cuenta ahora también con un sistema de climatización con aire acondicionado y humidificadores para la conservación de las obras, además de una nueva instalación eléctrica e iluminación adecuada. Las reformas del espacio de la biblioteca, que será reabierta al público este mes, aumentaron el área disponible para guardar un mayor número de colecciones. “Hoy el IEB está totalmente equipado”, garantiza Marta. La consolidacion de una buena infraestructura aumentó el flujo de consultas en los archivos y alteró los procesos de trabajo. “Fue necesario organizar y metodizar el material de forma tal que atendiera mejor y con más recursos”, explica Marta.

El apoyo del Infra también fue fundamental para la consolidación y expansión del Laboratorio de Recursos Audiovisuales (LRAV, sigla en portugués) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), de la USP. El antiguo LRAV, creado en 1975, reunía al laboratorio de fotografía de uso de los alumnos y otro para la prestación de servicios. A comienzos de la década del 90, con la ampliación del área de investigaciones de Historia y del número de becarios, se hizo necesario erguir un tercer laboratorio, para uso exclusivo del posgrado, con equipos más sofisticados y, consecuentemente, más caros, adquiridos con recursos de la FAPESP. Pero el único espacio disponible estaba en el zaguán en el edificio principal de la FAU, y todo el LRAV acabó siendo trasladado a un edificio anexo.

“Las instalaciones eran pésimas e imposibilitaban el trabajo”, recuerda Nestor Goulart Reis Filho, del Departamento de Historia de la Arquitectura de la facultad. El laboratorio no tenía sistema de ventilación de aire para dejar salir los vapores químicos que exhalaban de las áreas de revelado de fotos y la cabina de revelado de películas estaba instalada en una sala con ventana iluminada, que daba a los jardines de la FAU. El área era contigua al taller de la facultad, donde operaban sierras eléctricas. El ruido era ensordecedor y las paredes de yeso vibraban peligrosamente. Y además, del lado de la puesta del sol, el calor del laboratorio era insoportable.

“Con los recursos del Infra, sustituimos el cielorraso por otro, esta vez acústico, adecuamos el sistema de iluminación, colocamos persianas, instalamos sistemas de ventilación y aire acondicionado, reformamos el sistema hidráulico y además vedamos las salas con el fin de mejorar las condiciones de instalación de los equipamientos”, cuenta Goulart.

Para mayor seguridad de alumnos, investigadores y del patrimonio, fueron instalados detectores de humo, sistema de vigilancia electrónica y cercas. Las reformas permitieron colocar en operación un equipo de revelado de colores que estaba inoperante, por ejemplo. Las reformas, dice él, inauguraron una nueva fase de trabajo en el laboratorio de investigación histórica.

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