LAURA DAVIñAAunque los periodistas sean en su origen generalistas por definición, en la actualidad se acumulan evidencias que apuntan que los profesionales del periodismo científico, en todas partes –no solamente en los países de tradición anglosajona– echan mano cada vez más de la estrategia del perfeccionamiento permanente para ejercer su oficio con el debido rigor, espíritu crítico y por supuesto, con el nivel de conocimiento indispensable del campo que es objeto de sus narraciones. Y en esta búsqueda, valen tanto los caminos tradicionales del posgrado, que hacen posible reflexionar e investigar con apoyo teórico y profundizando la propia práctica, como los talleres y workshops de carácter más pragmático, que apuntan a ampliar a corto plazo, por ejemplo, la aptitud de los periodistas en el manejo de las bases de datos de producción científica, en la separación de la paja del trigo –es decir, entre ciencia y pseudociencia– en la inmensidad de la web y en las vías de articulación posibles y eficaces entre redes sociales y periodismo, entre otros temas. Y es posible que esta tendencia se expanda al contar con nuevos apoyos institucionales, a juzgar por una de las principales recomendaciones del seminario intitulado “La cultura y la ciencia narradas por los periodistas: retos y oportunidades”, realizado entre los días 20 y 22 de abril pasado en Madrid: hay que asignarle alta prioridad a la formación y al perfeccionamiento constante de los periodistas que se dedican a la ciencia y a la cultura, y con ese fin ampliar los mecanismos de concesión de becas y otras formas de financiamiento en los países iberoamericanos.
Al cabo de dos días y medio de debates intensos entre casi medio centenar de periodistas, docentes, investigadores y productores culturales de España y de diversos países de Latinoamérica –Brasil inclusive–, dicha recomendación, como así también la de escrutar las conexiones entre la cultura, la ciencia y la tecnología en el periodismo, la de adaptar el trabajo periodístico a los nuevos formatos que internet brinda y la de formar una amplia red de cooperación de periodistas de ciencia y cultura en la web, contaban con el respaldo de las instituciones implicadas en la organización del seminario. Eran éstas la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), en cuyo nombre habló su secretario general, Álvaro Marchesi, y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), representada por su director general, Jaime Abello, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), la Agencia EFE y la Escuela de Periodismo UAM – El País.
Cabe señalar que estas recomendaciones consensuales se construyeron más allá de las diferencias existentes entre las experiencias de periodismo científico y cultural de los ponentes e incluso más allá de las profundas divergencias conceptuales que allí se explicitaron. Así las cosas, si internet y la democratización de la producción de contenidos vía web representan para algunos periodistas una amenaza a la propia existencia de la profesión, para otros, como es el caso del director adjunto del respetado periódico español El País, Gumersindo Lafuente, constituyen un excelente reto para que los periodistas casi se reinventen. “Nuestra narratividad estuvo siempre conectada con la realidad, y hoy en día la realidad es lo que ocurre en las calles y lo que ocurre en la red. Como periodistas debemos contar también lo que ocurre en la red”, dijo. Y acotó que ha pasado el tiempo de esperar que la gente vaya en busca de los medios de comunicación; ya que es tiempo “de ir con nuestras historias a los lugares en que se hablan los temas que tratamos en internet”. Lafuente destacó que hoy más que nunca es fundamental el papel del periodista independiente, capaz de filtrar lo que tiene valor y de contrastar la información en el mar hirviente de internet. Y asimismo conjeturó que, al igual que en un ambiente darwiniano, “las plataformas de internet que tengan calidad, ya sean blogs o twitters, se convertirán en marcas, mientras que los medios que ya son marcas sólo sobrevivirán si conservan su calidad”.
También surgieron divergencias con relación a lo apropiado o no de dotar de un carácter más literario a los relatos del periodismo científico. Mientras que María Ángeles Erazo, directora del Centro de Estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad e Innovación de la Universidad de Otovalo, Ecuador, y Liliana Chávez, periodista de la revista mexicana Día Siete, sostuvieron que actualmente es necesario transitar por nuevos géneros para narrar de manera atractiva y más literaria los hechos del campo de la ciencia, la periodista Milagros Pérez Oliva, docente de la Escuela de Periodismo UAM – El País y defensora del lector de El País, ve en estas tentativas “un peligro para el periodismo y sus profesionales, y una contaminación narrativa”, toda vez que “el lenguaje periodístico es objetivo”.
A propósito, al participar en la mesa redonda sobre “la divulgación del conocimiento científico y las industrias de la ciencia” (que incluyó la ponencia sobre la experiencia de Pesquisa FAPESP) el día anterior, Pérez Oliva había señalado que “la noticia científica tiene un gran valor si está bien hecha, porque genera opinión y conocimiento, pero es la más arriesgada, porque si está mal hecha y sesgada puede provocar daños sociales que vamos a pagar entre todos”. Desde su óptica, las puertas del periodismo están cada día más abiertas a la pseudociencia, por lo cual recomendó guiarse más por la contención y la comprobación, especialmente en lo que hace a la información digital.
En medio a las discusiones, sobrevolaba algo de los dichos del profesor José Manuel Sánchez Ron, catedrático de historia de la ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid, durante la conferencia inaugural del encuentro. “La cultura y la ciencia forman parte de la vida intelectual, pero entre ellas existe una mutua incomprensión, hostilidad y antipatía”. Los medios de comunicación, además de informar, desde su óptica, deben educar al abordar la ciencia; y con esto difícilmente algún periodista coincidirá estrictamente. “El periodista, aparte de ser crítico y riguroso en el desempeño de su función, no debe renunciar a la imaginación y a la buena escritura, para hacer de la ciencia precisamente algo interesante y oportuno”, dijo Sánchez Ron. Y añadió: “Es importante escribir bien, con gracia y originalidad, cuando se habla de ciencia”.
Silencio y ruidos
Si bien en el frente de los periodistas y de las carreras de comunicación se nota que hay una visible preocupación con la calidad del periodismo científico, existe indicios que apuntan que, dentro del sistema nacional de ciencia y tecnología, la idea de asociarse a los medios de comunicación para difundir la cultura científica en el seno de la sociedad, que parecía gozar buena salud al comenzar la década, experimenta actualmente un retroceso. Por eso en la IV Conferencia Brasileña de Ciencia, Tecnología e Innovación, realizada entre los días 26 y 28 de mayo en Brasilia, un evento en el que se procuró hacer sumo hincapié en las alianzas entre la comunidad científica, el Estado, los empresarios y los así llamados sectores sociales en pro del desarrollo de una verdadera sociedad del conocimiento en el país, el rol de los medios de comunicación fue ignorado incluso cuando se hablaba de la popularización de la ciencia. En total, entre todos los debates, se le reservaron tan sólo 15 minutos para que hablase a un periodista; mejor dicho, una periodista: la presidenta de la Asociación Brasileña de Periodismo Científico (ABJC), Cilene Victor, en el marco de la sesión intitulada “La construcción de la cultura científica”. Cabe recordar que en la II Conferencia Nacional, realizada en 2001, bajo el mando del ministro Ronaldo Sardenberg y que contó con la organización del profesor Cylon Gonçalves, fueron varias las mesas que debatieron la cuestión de la comunicación pública de la ciencia con mediación del periodismo.
Parece entonces volver a la escena, de cierto modo, la antigua visión meramente instrumental del periodismo ante la ciencia, con el primero sometiéndose a la segunda, en lugar de una visión más contemporánea de asociación para la difusión social del conocimiento.
La periodista viajó como invitada de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)
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