Imprimir Republish

Epidemiología

El bacilo en la tribu

La tuberculosis es veinte veces más común entre los indios que en el resto de la población

Quinientos años después del descubrimiento de Brasil, los indios siguen muriéndose como consecuencia de las enfermedades que llegaron al país con los europeos. Entre ellas la tuberculosis, una de las más fatales. Una investigación concluida recientemente por el equipo de Carlos Coimbra Júnior, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), Río de Janeiro, muestra que la cantidad de casos de tuberculosis es alrededor de veinte veces mayor entre los indios suruí, de Rondônia, que entre la población brasileña: 815 casos por cada 100 mil personas, ante aproximadamente 40 casos por cada 100 mil en el resto de la población.

“En Brasil, el único grupo que se asemeja a los indios en términos de incidencia de la tuberculosis es la población de las penitenciarías”, evalúa Coimbra. Sanitarista y antropólogo, hace 20 años que coordina un equipo que incluye al médico Paulo César Basta e investiga la calidad de vida y la salud de los pueblos indígenas en Rondônia y Mato Grosso.  En los últimos cinco siglos la tuberculosis contribuyó a diezmar la población indígena, que sumaba entre 1 millón y 10 millones de personas para la época en que llegaron los europeos y hoy se sitúa en alrededor de 460 mil individuos, según estimaciones de la Fundación Nacional del Indio (Funai).

Posibles causas
Existen quienes sospechan, que la proporción de casos de tuberculosis es más alta entre los indios porque ellos serían más susceptibles a la bacteria, como consecuencia de un sistema inmunológico más frágil. Para Coimbra, sin embargo, no hay datos suficientes que confirmen la hipótesis. Para suplir la laguna, su equipo comenzó a investigar las características inmunológicas y genéticas de esos indios.

Mientras no se cuente con esa respuesta, es posible explicar al menos en parte las causas del problema.  Entre las comunidades estudiadas por Coimbra, la salud sufre una fuerte influencia del contexto social y ambiental. A partir de los años 1980, la economía de mercado llevó a las comunidades indígenas a sustituir sus plantas de maíz y mandioca por plantaciones comerciales de café, de las cuales no siempre consiguen extraer lo suficiente para sobrevivir.

Con esa transformación y la llegada de las madereras, cuenta Coimbra, la práctica de la caza, de la pesca y recolección de frutos del bosque prácticamente desapareció. Resultado: la comunidad se tornó dependiente de los alimentos industrializados y aumentaron los casos de desnutrición entre los niños suruí.

Pobreza y desnutrición deterioran la salud, pero los cambios en el modo de vida también facilitan la transmisión de enfermedades. “Los suruí ya no viven en aquellas grandes chozas de paja, hoy en día sus aldeas se parecen a la periferia de nuestras ciudades, con casas toscas de tablas”, describe Coimbra. Según el antropólogo, es posible que esas chozas con gran espacio interno permitiesen la circulación del aire, disminuyendo la concentración de la bacteria causante de la tuberculosis. A su vez, las casas pequeñas y cerradas y la alta tasa de natalidad, que deviene en familias numerosas, puede facilitar la transmisión de ese bacilo, que permanece en el aire durante largos períodos, en las partículas esparcidas cuando un enfermo tose.

Pero no sólo son las condiciones insalubres de vida las responsables de la alta incidencia de la tuberculosis en las aldeas indígenas, según el trabajo publicado en septiembre en las Memorias del Instituto Oswaldo Cruz. Los análisis genéticos de las bacterias presentes en expectoraciones de cinco indios con tuberculosis, revelaron cuatro familias diferentes. Esos resultados muestran que los nuevos casos provienen del exterior de la aldea, por los frecuentes contactos que los suruís mantienen con las ciudades próximas.

A poco más de mil kilómetros de Rondônia, en el Parque Indígena Xingú, en  Mato Grosso, hace más de 40 años que el Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) suministra  mucho más que atención médica a las 14 etnias que moran allí. El Proyecto Xingú también capacita agentes de salud indígenas, que actúan dentro de las tribus. Aún así, según el informe del 2002 del proyecto, la proporción de nuevos casos de tuberculosis anuales resulta alta: 263 casos cada 100 mil habitantes.

La brecha cultural
Además del aislamiento de las aldeas, otro obstáculo para el tratamiento de los indios es la dificultad de comunicación. “Las poblaciones indígenas poseen una noción de temporalidad diferente, no comprenden el concepto de tomar un comprimido cada ocho horas. Por eso, los agentes indígenas de salud son intermediarios fundamentales”, explica el médico João Miraglia, del Dispensario del Indio de la Unifesp y colaborador del Proyecto Xingu.

Un ejemplo de la mala comunicación entre médicos e indios es el caso de un indígena suruí: Paciente ejemplar, que afirmaba tomar su medicación diaria contra la tuberculosis y acudía siempre a consulta en el puesto de salud de Cacoal, la ciudad de Rondônia más cercana a la aldea, quien a pesar de los remedios, su salud empeoró. Al visitar su casa, Basta descubrió que de hecho, él tomaba su remedio, pero un único comprimido por día, y no los cinco recetados. El error llevó al paciente a desarrollar un linaje del bacilo resistente a las drogas disponibles, lo cual causó preocupación en los integrantes del Programa Nacional de Control de la Tuberculosis. Ese caso, resalta Coimbra, demuestra la urgencia por alterar el sistema de atención. “Brasil cuenta con una población indígena significativa, por eso tenemos que ser creativos”, afirma el antropólogo, que refuerza la necesidad de ir más allá de la investigación epidemiológica.

Las informaciones que su grupo publicó en relación a la salud de los suruí ya representan un avance. “Pero los artículos científicos por sí mismos no promueven cambios. Es preciso usar la información para mejorar la atención y la calidad de los servicios”, afirma el investigador. Según Coimbra, es esencial educar a la población y a los profesionales de la salud, sin dejar de lado la diversidad cultural del país.

Republicar