HÉLIO DE ALMEIDALa 3ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación reunió a más de dos mil científicos, empresarios y representantes de diversos ministerios en Brasilia, entre los días 16 y 18 de noviembre, y la principal conclusión fue que Brasil necesita invertir en su potencial innovador, de acuerdo con la información suministrada por la asesoría de Comunicación del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Por cierto, esta recomendación cobró énfasis en los dichos de un científico extranjero: el neocelandés Alan MacDiarmid, ganador del Nobel de Química en 2000 por el descubrimiento y el estudio de polímeros conductivos. “Brasil representa un gran caso de éxito en la producción y utilización de los combustibles renovables. Tiene un enorme potencial, está dos o tres años al frente de los otros países y aún despunta como uno de los principales fabricantes de vehículos bicombustibles”, afirmó el investigador. No obstante, MacDiarmid sostuvo que en poco tiempo el país perderá esa ubicación como líder a manos de Estados Unidos y algunas naciones europeas si no entabla sociedades y divide los costos de las investigaciones con otras naciones.
Para MacDiarmid, la energía es uno de los diez principales problemas que la humanidad tendrá que afrontar durante los próximos 50 años, y Brasil es un país privilegiado en esta carrera contra el tiempo. “Podemos proyectar un futuro en que el bioalcohol se transformará en una commoditie internacional”, prevé. Eso sería bueno si Brasil tuviera la misma visión de futuro que tuvo en la década de 1970, cuando creó el Programa Nacional de Alcohol (Proálcool, en portugués). “Fue el único país que tuvo esa visión.”
La falta de inversión en innovación podrá comprometer no solamente la posición de Brasil en el mercado mundial de energía, sino también la tecnología nacional de agricultura tropical, considerada una de las mejores del mundo, desarrollada por la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y otros institutos públicos de investigación. El principal cuello de botella es la falta de recursos para la investigación científica, reconoció el ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues. El presupuesto de Embrapa, ejemplificó, corresponde a menos del 0,6% del Producto Bruto Interno (PBI). Y eso sin contar la falta de infraestructura y logística, factores que, en su opinión, derivan en la pérdida de competitividad del país.
La falta de inversión en investigación en las empresas también constituye un obstáculo para la innovación. El sector privado destina tan sólo un 0,42% del PBI a investigación y desarrollo (I&D), ante un promedio del 2% destinado a la innovación en los países más desarrollados. Otro indicador negativo es el bajo porcentaje de investigadores brasileños que trabajan en las empresas, que no pasa del 23%. Para el presidente del Consejo de Política Industrial y Desarrollo de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), Rodrigo Loures, la falta de inversión del sector privado en I&D resulta del hecho de que no existe en la práctica “la voluntad política de hacer innovación”. “Necesitamos contar con una meta definida para expandir la cantidad de empresas de innovación tecnológica de las actuales 160 a 4 ó 5 mil en cinco años”. En tal sentido, sugirió que era necesario realizar un esfuerzo conjunto para construir un ambiente económico propicio para el emprendedorismo, pero listó una serie de obstáculos para la innovación, entre ellos la burocracia, las altas tasas de interés y la falta de recursos económicos. “La innovación también debe hacerse en la gestión pública.”
Sostenibilidad – El lento avance de la innovación hace un contrapunto con el ritmo con que progresa la producción científica nacional, que crece a una tasa del 8% anual y de manera equilibrada entre las diversas áreas del conocimiento, subrayó Eduardo Moacyr Krieger, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC). “Es una tasa de crecimiento notable”, comentó. Este desempeño ha sido un de los factores de atracción de inversiones extranjeras al país. Krieger mencionó la investigación recientemente publicada por la revista inglesa The Economist, con dirigentes de grandes empresas mundiales, que ubicó a Brasil en el sexto puesto en la lista de intención de inversiones, detrás de China, Estados Unidos, la India, el Reino Unido y Alemania. “Éste es el momento en que el gobierno, la comunidad científica y las empresas privadas deberían aprovechar para insertar a Brasil en un círculo virtuoso que logre transferir el conocimiento al sector productivo, de manera tal de generar riqueza y mejorar la calidad de vida de la población”, concluyó.
Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP, puso de relieve que las ideas innovadoras constituyen un insumo importante para el desarrollo de un país. Pero la capacidad de “usar el conocimiento” no debe estar directamente supeditada a la capacidad de “generar conocimiento”. Para él, Brasil ha demostrado que tiene una gran capacidad para generar conocimiento en el mundo académico. “Lo que falta es la repetitividad de la generación de riqueza con base en el conocimiento nacional”, subrayó. Esto hace que la industria brasileña sienta todavía dificultades para crear tecnologías innovadoras que sean lo suficientemente relevantes como transformarse en patentes. “En 2004, Brasil depositó 106 patentes en Estados Unidos, mientras que Corea superó las cuatro mil”, comparó. “Los investigadores brasileños deben entender que cualquier producto que tenga perspectivas de ser negociado, antes que nada hay que patentarlo”, enfatizó.
Al margen de la disposición de los científicos para proteger el conocimiento, el incremento del volumen de depósitos de patentes depende también de una mayor agilidad del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI), cuya reestructuración se debatió ampliamente en la conferencia. Roberto Jaguaribe, presidente del instituto, afirmó que uno de sus mayores retos consiste en resolver los problemas operativos y estimular el uso de las informaciones de patentes, que actualmente no superan en promedio las cuatro consultas diarias. “Es una cifra es irrisoria”, observó. Las cuestiones del presupuesto y del equipamiento, aseguró, han sido en buena medida solucionadas. Y ponderó que las deficiencias en el proceso de innovación brasileño no son exclusivamente del INPI. “La propiedad intelectual es tan sólo una parte de la solución.”
El ministro de ciencia y tecnología Sergio Rezende se mostró más optimista con relación al avance de la innovación. Citó una lista de logros, entre ellos la Ley de Innovación, la creación de las acciones transversales y la ampliación del Programa de Apoyo a la Investigación en Empresas (Pappe). “Es fundamental que se dé una integración entre la política de ciencia y tecnología y la política industrial. Y varias acciones estratégicas se han llevado adelante en estos últimos años para que se diera esa convergencia.”
El ministro aprovechó para asegurar que los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FNDCT) “formado con partidas de los fondos sectoriales” sufrirán un máximo de un 40% de recorte presupuestario el año que viene, con perspectivas de caer al 0% en 2009.
Todas las conclusiones de la 3ª Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación estarán en un documento que se elevará al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y al Congreso Nacional. “Queremos que la ciencia, la tecnología y la innovación empiecen a usarse como instrumentos básicos para el desarrollo sostenible”, afirmó Carlos Aragão, coordinador general de la conferencia.