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Especial

El Brasil que las Arcadas vislumbraron

En la serie sobre el 70 º aniversario de la Universidad de São Paulo, la marca de la Facultad de Derecho del Largo de São Francisco, la formación de las elites en el Imperio y la República

La Facultad de Derecho de Largo de São Francisco, la más antigua de las unidades que hace siete décadas dieron origen a la Universidad de São Paulo (USP), preserva las huellas del vigor que la transformaron en un paradigma de la enseñanza superior desde los tiempos en que Brasil era un imperio tropical, y la ciudad de São Paulo no era más que un burgo bucólico y provinciano.

En el último ranking de la evaluación ministerial [Provão], la facultad aparecía en primer lugar, seguida de escuelas jurídicas de Minas Gerais, Paraná, Espírito Santo, Bahía, Río de Janeiro, Brasilia y la ciudad paulista de Franca. Se puede afirmar que todas estas escuelas alcanzaron la excelencia siguiendo el ejemplo de la institución paulistana. También es cierto que ellas aliviaron las responsabilidades históricas de la “vieja y siempre joven” Academia, tal como se refieren a ella sus egresados.

La facultad, inaugurada en 1828 en las instalaciones de un antiguo convento franciscano situado en el centro de São Paulo, representó durante mucho tiempo una de las escasas opciones que la oligarquía nacional tenía para ilustrar a sus hijos. Alumnos de todas partes llegaban a São Paulo. De los 33 inscritos en la primera promoción, solamente nueve vivían en la capital de la en ese entonces provincia; ocho llegaron provenientes de su rico interior, diez de Río de Janeiro, cuatro de Minas Gerais y dos de Bahía.

Estos grupos pioneros de estudiantes serían los primeros que atesorarían el sueño cosmopolita de la futura metrópolis. La ciudad había sido escogida para ser sede de la carrera jurídica con el argumento de que no ofrecía diversión que distrajese a los estudiantes, y el costo de vida era bajo. Pero eso no duró por mucho tiempo. Entre las décadas de 1830 y 1870 antes de que la riqueza del café y el arribo del ferrocarril transformasen la ciudad? São Paulo fue un territorio de estudiantes, y la presencia de éstos estimuló la construcción de los primeros hoteles, teatros y casas de diversión.

La facultad fue creada poco más de cinco años después de la proclamación de la Independencia, con la misión de forjar una elite de hombres públicos capaz de conducir la Nación, la Universidad de Coimbra había empezado a hostilizar a los aspirantes a bachilleres oriundos de la colonia desgarrada. Si la meta era preparar “hombres hábiles” que comandarían el país, y si la intención era dotar de base intelectual a la elite gobernante, se podría decir que el objetivo rindió frutos abundantes y duraderos.

Al menos hasta la Segunda Guerra Mundial, la Academia fue el principal polo de formación de cuadros para la política, la Justicia y el periodismo en Brasil. En marzo de 1868, el vapor Santa Maria arribó al puerto de Santos trayendo consigo a dos estudiantes bahianos recién salidos de la adolescencia, que signarían la trayectoria de la facultad y la historia de Brasil.

Uno de ellos era Ruy Barbosa, el jurista que moldearía la Constitución republicana, el políglota que representaría a Brasil en la Conferencia de La Haya. El otro era el poeta Castro Alves, quien moriría víctima de la tuberculosis tres años más tarde, pero que integró el trío de poetas románticos, junto a sus colegas Fagundes Varella y Álvares de Azevedo. El joven Juca Paranhos, de Río de Janeiro, también estudió allí. Hijo de un ministro del Imperio, el alumno Juca, el legendario barón de Río Branco, seguiría su carrera política y diplomática y desempeñaría un rol importante en la delimitación de las fronteras brasileñas en el sur del país, en el extremo norte y en el extremo oeste.

En las postrimerías del siglo XIX, se estima que siete de cada diez diputados brasileños habían pasado por las Arcadas, el otro apodo de la facultad, en una referencia a los arcos que sostenían la construcción de tapia del convento franciscano, reconstituidos en el nuevo edificio, erigido en la década de 1930.La República Vieja (1889-1930) fue, antes que nada, una República de egresados de Largo de São Francisco. Ocho presidentes de esa fase se graduaron en las Arcadas: Prudente de Moraes, Campos Salles, Afonso Pena, Rodrigues Alves, Delfim Moreira, Venceslau Brás, Arthur Bernardes y Washington Luís.

También saldrían de la institución 45 gobernadores de la provincia y del estado de São Paulo. A comienzos del siglo XX, la Academia pasaría a dividir con otras instituciones, como la Facultad de Medicina y la Escuela Politécnica, la primacía en la formación de la elite de São Paulo. De igual modo, los abogados fueron cediendo terreno en la gestión pública a la tecnocracia (las demandas del país se estaban volviendo más complejas) y a los militares (sus antagonistas, que denominaban a los políticos “casacas”).

Curiosamente, la facultad recién volvió a producir otro jefe de la Nación ?así y todo, fue una experiencia fugaz? en los años 1960: en la militancia estudiantil en las Arcadas, Jânio Quadros ensayó su retórica. La masificación de la enseñanza superior no opacó la importancia de la facultad, que continuó atrayendo a la elite de los postulantes al examen de ingreso, y constituye un rarísimo ejemplo de aprobación masiva en los exámenes de la circunscripción paulista de la Orden de Abogados de Brasil (OAB). El país tiene actualmente más de 700 escuelas de derecho y 400 mil abogados.

La efervescencia de Largo de São Francisco dejó marcas incluso donde menos uno se imagina. El sándwich conocido como ?baurú? tomó ese nombre porque era el preferido del estudiante de derecho Casemiro Pinto Neto en el restaurante Ponto Chic, del centro de São Paulo. Casemiro, conocido como Baurú, la ciudad paulista donde él naciera, cedió su apodo al sándwich. El cántico “é pique, é pique, é hora, é hora, é hora, rá-tim-bum”, incorporado en Brasil al Feliz cumpleaños , es copia de estribillos de los jolgorios de estudiantes de las Arcadas de la década de 1930.

“É pique, é pique” era un saludo al estudiante Ubirajara Martins, conocido como “pic-pic” porque vivía recortándose su barba y su bigote puntiagudo con una tijerita. “É hora, é hora” era un grito de guerra de cafetín. En los bares, los estudiantes eran obligados a aguardar media hora para una nueva ronda de cerveza era el tiempo necesario para que la bebida se enfriase en las barras de hielo. Cuando daba el tiempo, ellos gritaban: “É meia hora, é hora, é hora, é hora”.

La expresión “rá-tim-bum”, por increíble que parezca, se refiere a un rajá indio llamado Timbum, o algo así, que visitó la facultad y cautivó a los estudiantes con la sonoridad de su nombre. El amontonado de estribillos y cánticos tronaba en las mesas del restaurante Ponto Chic, con un formato algo diferente a lo que se conoce hoy en día: “Pic-pic, pic-pic; meia hora, é hora, é hora, é hora; rá, já, tim, bum”.

Pero, ¿cómo eso fue parar al Feliz cumpleaños “Los estudiantes solían recibir invitaciones para animar y dotar de prestigio a las fiestas de cumpleaños. Y allí ellos presentaban sus himnos”, comenta Eduardo Marchi, de 44 años y actual director de la facultad, quien recordó esa curiosidad en su discurso de posesión del cargo, hace dos años. En 1934, la facultad dejó de ser una escuela federal y se incorporó a la Universidad de São Paulo, pero se mantuvo celosa de sus tradiciones. Las tentativas de transferir la sede a la Ciudad Universitaria fueron rechazadas, y los alumnos llegaron incluso a arrancar la piedra fundamental de lo que sería el nuevo edificio.

La defensa del ideal de la libertad es una marca de la institución, y también es el origen de una paradoja histórica. Los estudiantes de Largo de São Francisco y su combativo Centro Académico 11 de Agosto participaron en gran parte de las luchas democráticas, del abolicionismo a la Revolución Constitucionalista de 1932, de la libertad de prensa al movimiento por los derechos humanos, de la oposición al Estado Novo a la campaña por las elecciones directas y por la Constituyente con participación popular en los años 1980.

El alemán Julio Frank y el italiano Líbero Badaró, activistas liberales y profesores del curso preparatorio para la facultad en el Primer Reinado, se convirtieron en íconos de las primeras generaciones de alumnos. “Pero el origen elitista transformaba a buena parte de los alumnos inflamados en ardientes defensores del orden cuando hacían carrera en la política y la magistratura”, dice la historiadora Ana Luiza Martins, autora del libro Arcadas: História da Facultad de Direito do largo de São Francisco , junto con la también historiadora Heloisa Barbuy.

En la historia reciente, egresados de Largo de São Francisco tuvieron un papel importante en la redemocratización del país: Ulysses Guimarães, el artífice de la Constitución de 1988, y el ex senador y gobernador André Franco Montoro son egresados de la institución. El cuerpo docente también contó con nombres como Goffredo da Silva Telles, quien en 1977, osó exigir el retorno al Estado de Derecho por ocasión de la conmemoración de los 150 años de las carreras jurídicas en Brasil.

Sin embargo, algunos docentes prestaron su brillo académico a causas liberticidas, como en los casos de los ex directores de la facultad Luiz Antonio da Gama e Silva, ministro de Justicia del mariscal Costa e Silva y redactor del Acto Institucional 5, y Alfredo Buzaid, que sucedió Gama e Silva en el gobierno del general Emílio Médici, el más opresivo del período militar. Independientemente de las divergencias doctrinarias o ideológicas, los profesores siempre cultivaron los civilizados preceptos del respeto y la tolerancia. “Desde hace mucho se dice que el consejo de la facultad es el lugar donde se aprende a divergir pulidamente”, dice el profesor jubilado y ex director de la facultad Dalmo de Abreu Dallari, activista de los derechos humanos desde los años 1970.

La presencia de alumnos y docentes de la facultad en el escenario jurídico siempre fue importante Clóvis Bevilaccua, João Mendes Júnior, Teixeira de Freitas y Vicente Rao son ejemplos de ello. El Código Civil brasileño, creado en 1916 en la presidencia de Venceslau Brás, un alumno de las Arcadas, fue reformado bajo la coordinación también de un jurista forjado en la institución: Miguel Reale. En la década de 1970, con la creación de las carreras de posgrado, la facultad asumió la misión de producir investigación. No es una tarea sencilla y en esa dificultad la institución cuenta con la compañía de las demás carreras existente en el país.

“Buena parte de la investigación en el área de derecho en Brasil y en la facultad se dedica aún hoy al análisis de doctrinas y cuestiones de jurisprudencia, sin una investigación de campo o una base filosófica o sociológica”, dice el profesor Antonio Luis Chaves Camargo, presidente de la Comisión de Investigación de la facultad. Eduardo Bittar, profesor asociado del Departamento de Filosofía y Teoría General del Derecho y un estudioso de la cuestión de la investigación jurídica?, complementa: “Las investigaciones empíricas, los estudios de casos, las investigaciones documentales y los análisis sociológicos son aún hoy en día aportes que la cultura jurídica nacional soslaya”. Esto no deja de ser curioso, pues el derecho comprende una fuerte actividad intelectual, como se puede percibir en el vigoroso mercado de libros jurídicos (muchos de ellos escritos por docentes de Largo de São Francisco).

Lo que también obstaculiza la investigación es la poca adhesión de los docentes de la Facultad de Derecho al régimen de dedicación exclusiva. Solamente el 10% de los 130 profesores trabaja en tiempo completo. La tradición brasileña es la de los docentes con los pies en el mercado de trabajo jueces, fiscales y titulares de estudios jurídicos, capaces de mostrar la realidad de la profesión a los estudiantes. La doble actividad es una realidad desde la fundación de la facultad. En la década de 1860, tan solo las dos terceras partes de los 17 docentes permanecían siempre en São Paulo ?siendo magistrados o políticos, varios de ellos estaban desempeñando funciones de ministros del Imperio o de gobernadores de provincias. En países como Estados Unidos y Alemania, uno de los cimientos más importantes de la investigación jurídica es la dedicación total de los docentes.

Pero también es cierto que en las Arcadas se abocan a transformar progresivamente este panorama. Está creciendo el número de convenios con instituciones extranjeras, como la Università degli Studi di Roma “La Sapienza” y la Università Statale di Milano, Italia; la Université de Lyon II, Francia; la Universidad de Lagos, Nigeria y la University of Texas, Austin, EE.UU., entre otras. Hasta hace diez años, prácticamente no había estudiantes de grado que realizaran proyectos de iniciación científica. Hoy en día el 2% de los alumnos cuenta con becas.

A partir de 2005, los estudiantes de grado tendrán la obligación de producir una tesis para obtener el grado inicial. La idea de la llamada tesis de Láurea, inspirada en la enseñanza superior italiana, busca entre otras finalidades combatir un efecto nocivo que el mercado de trabajo intenta imponerle a la facultad. Los estudiantes actualmente reciben invitaciones para hacer pasantías en estudios jurídicos cada vez más precozmente, algunos ya en el segundo año de la carrera comprometiendo así tiempo de estudio. La obligación de hacer la tesis reforzará el vínculo de los alumnos con la institución, haciendo que la formación sea menos práctica y más reflexiva. Continúa valiendo así una máxima que todos los directivos de las Arcadas repitieron orgullosamente: el objetivo de la Facultad de Derecho de la USP es formar juristas, no graduados en derecho.

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