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Tecnociencia

El calor de los colibríes

Por las noches, después de un día de vuelo incesante, los colibríes experimentan un brutal descenso de su temperatura corporal: de 40ºC, la misma cae a un valor cercano al de la temperatura ambiente – a veces, de hasta 15ºC. El drama reside en el día siguiente: al despertar, estas aves necesitan alcanzar una  temperatura que les permita levantar vuelo y recomenzar la búsqueda de alimento. Investigadores del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB/USP) descubrieron que la proteína HmUCP les permite a elevar su temperatura corporal hasta un nivel más confortable en un período de entre 30 y 40 minutos, antes de alzar vuelo. En ese momento, las alas empiezan a  agitarse 700 veces por minuto en promedio, y el corazón a latir 1.400 veces por minuto. La investigación, publicada en Physiological Genomics, se basó en la especie sudamericana beija-flor-rabo-de-tesoura (‘colibrí cola de tijera’, Eupetomena macroura), que tiene un peso medio de 8,7 gramos, mide entre 15 y 17 centímetros desde la punta del pico hasta el final de la cola y vive en ambientes variados de Brasil, Perú y Bolivia. Cláudia Regina Vianna, que realizó su doctorado investigando el tema, bajo la dirección de José Eduardo Pereira Wilken Bicudo, aisló y secuenció a la proteína desacopladora del músculo esquelético del colibrí, con la colaboración de investigadores de la Universidad Harvard, Estados Unidos. Rico en mitocondrias, dicho músculo ocupa un tercio del volumen corporal. “Es una especie de hornalla, que hace que el animal vuele”, dice Bicudo. En uno de los tests, la proteína fue colocada en la levadura (un hongo unicelular) Saccharomyces cerevisae, utilizada en la fabricación del pan y la cerveza, y de hecho se mostró apta para desviar los procesos respiratorios hacia la producción de calor. Cláudia y Bicudo sospechan que la proteína tiene una función doble: además de permitir la generación de calor, puede controlar el flujo de energía y el mantenimiento del nivel de la masa corpórea, como lo que se supuso que hace en el ratón común, en el cual también fue encontrada. “Si aumenta de peso, el colibrí no logra volar, no se alimenta y muere”, concluye Cláudia.

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