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CARTA DE LA EDITORA | 221

El cerebro, internet y las fintas al tiempo

El cierre de esta edición de Pesquisa FAPESP en una coyuntura para nosotros inédita, al asistir a un Mundial de Fútbol de locales, fue un tanto insólito. Implicó, por ejemplo, el reto de mantener un nivel de disciplina bastante superior al usual para lograr encajarnos en la dinámica y en los plazos de producción de la revista, en medio de las fuertes pasiones que despertaron los partidos que jugó Brasil y el genuino interés por el fútbol que exhibieron otras grandes o sorprendentes selecciones. Y requirió, por cierto, una dosis íntima extra de resistencia para no terminar arrastrados por el ánimo de vacaciones generalizado, por el justificado clima festivo permanente en que se sumió el país desde el 12 de junio, más allá de la conciencia de los negocios y eventuales sombras que la Copa genera.

Por ejemplo, durante el angustiante partido de Brasil contra México, del 17 de junio, previamente había que trabajar conteniendo la ansiedad, y a continuación, disimulando alguna frustración por el empate, luego de alentar apasionadamente, con la vista pegada a un televisor de 42 pulgadas ubicado estratégicamente en la redacción, por los goles que no llegaron para aliviar semejante tensión. Algo mejor fue proseguir con el trabajo después de la victoria por cuatro goles contra la selección de Camerún, el 23 de junio. Aunque hubiéramos querido salir inmediatamente a celebrar y exteriorizar la alegría que sentíamos. De este relato se desprende que el equipo de Pesquisa FAPESP, salvo rarísimas excepciones, está integrado por hombres y mujeres que son hinchas fanáticos del fútbol, cuando no lo son siempre, al menos cada cuatro años, para los Mundiales. Por eso, en la recta final del cierre de la edición, tengo la sensación de que luego del 13 de julio, trabajaremos por algún tiempo con una extraña sensación de vacío en el ámbito cotidiano de la redacción. Más adelante, la dinámica de los días y la plasticidad del cerebro harán su tarea para reencauzarnos en una normalidad que no entrelaza partidos de fútbol con entrevistas, textos, títulos, imágenes, infografías y diseños páginas de revista.

El cerebro, por cierto, era también mi punto de llegada en esta carta –la Copa del Mundo era un ineludible inicio de la conversación–, en función del reportaje de tapa de la presente edición, elaborado por nuestro editor de ciencia, Ricardo Zorzetto. Se trata del relato acerca del desarrollo de un aparato concebido por un equipo de casi 40 personas encabezado por el infatigable físico Sérgio Mascarenhas, de 86 años, que augura un camino eficiente y no invasivo para el monitoreo dinámico de la presión intracraneal y, aliado a ello, acaso se abra una gran vía para la comprensión y el control de condiciones patológicas que guardan una aparentemente estrecha relación con las variaciones de dicha presión.

A la cabeza de tales condiciones, los científicos ubican a la preeclampsia, que afecta aproximadamente a un 10% entre 3 millones de mujeres que quedan embarazadas en Brasil cada año y que amenaza tanto su vida como la de los fetos que en gestación. Pero también debe aclararse que la presión intracraneal es un parámetro sumamente importante por considerarse cuando una persona sufre un traumatismo en la cabeza o presenta otros problemas en el sistema nervioso central, derivados, por ejemplo, de un tumor o de un ACV. Y la posibilidad de medirla sin invasión, con la misma facilidad con que se mide actualmente la presión arterial, es un sueño al que incita el sensor de la presión intracraneal desarrollado en São Carlos. Es muy recomendable verificar los pormenores a partir de la página 16, enterarse de cuántas instituciones participan en esta investigación y atisbar algo de la motivación personal de Sérgio Mascarenhas para diseñar ese artefacto.

Me gustaría resaltar aquí varios otros reportajes, pero dado el pequeño espacio restante, me concentraré en recomendar la notable entrevista de Demi Getschko, a cargo de nuestro editor de tecnología, Marcos de Oliveira (página 24). A través del relato de este brillante y amable ingeniero eléctrico graduado en la Escuela Politécnica de la USP, que se convirtió en el primer brasileño cuyo nombre se incluyó en el Hall de la Fama de internet, podemos asistir a la propia historia del montaje de la red mundial de computadoras en nuestro país, a la cual aportó bastante desde sus orígenes. Es algo imperdible.

¡Buena lectura!

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