Imprimir Republish

Memoria

El científico múltiplo

Hace 136 años Charles Hartt hacía las primeras investigaciones arqueológicas en la región amazónica

“En el Amazonas, el geólogo que no se interese por alguna otra rama de la ciencia perderá mucho tiempo, porque alejadas como son allí las localidades geológicas, tendrá que viajar días seguidos sin poder hacer una observación importante”. Esta frase abre el texto del libro Mitos amazônicos da tartaruga [Mitos amazónicos de la tortuga] (Perspectiva, 100 páginas) y revela la clara índole de su autor, el naturalista Charles Frederick Hartt. El canadiense naturalizado estadounidense (1840-1878) se refería a sus visitas a la Amazonia cuando intentaba entender la geología de la región. Para no derrochar tiempo, decidió hacer otros tipos de investigación.

Intrigado con las diferentes versiones sobre el mito de la astucia de la tortuga contado por los indios, compiló ocho narraciones y las publicó en 1875, en Río de Janeiro, en inglés. En 1950, el folclorista Luís da Câmara Cascudo, admirador de Hartt, a quien consideraba “un precursor, un veterano del folclore”, tradujo el pequeño libro y lo amplió con notas personales. El estadounidense se dedicó también a conformar un diccionario de la lengua tupí, que quedó inconcluso.

Hartt fue uno de los naturalistas que visitaron el Brasil en el siglo XIX. En las ocasiones en que estuvo en la Amazonia no fueron solamente la mitología indígena y la lengua tupí lo que atrajeron su atención. Hartt paseó por la geografía, la zoología, la antropología, la etnografía, la paleontología y la arqueología. “En la monografía intitulada Contribuciones para la etnología del Valle del Amazonas, él sugiere que Taperinha, un sambaqui fluvial ubicado cerca de Santarém, debería de ser muy antiguo a causa de su implantación en el paisaje”, dice Eduardo Góes Neves, del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE/ USP), un investigador con un vasto trabajo en la Amazonia. Cien años después, la estadounidense Anna Roosevelt dató las conchas recogidas por Hartt y confirmó su antigüedad. Decidió entonces ir a Taperinha, y allí, al hacer la reexcavación en el sitio, encontró algunas de las cerámicas más antiguas del continente. “Fue el padre de la arqueología amazónica”, resume Neves. En 2001 el profesor de literatura brasileña de la Universidad Federal de Minas Gerais Marcus Vinicius de Freitas presentó Hartt: expediciones pelo Brasil imperial (Metalibros, 252 páginas) en una edición bilingüe, lleno de de fotos de la época y de ilustraciones del propio Hartt. Luego publicó Charles Frederick Hartt, um naturalista no império de Pedro II (Editorial UFMG, 282 páginas), una síntesis de su tesis doctoral sobre el tema, redactada en la Brown University, Estados Unidos. La investigación de Freitas motivó un nuevo interés sobre el trabajo del geólogo.

Hartt llegó al país en 1865 en la expedición Thayer, liderada por el suizo-estadounidense Louis Agassiz (1807-1873), ícono de la ciencia en Estados Unidos. Creacionista inveterado, Agassiz creía que podría hallar en el territorio brasileño pruebas geológicas de su teoría sobre la acción glacial en el país, que derrumbasen la teoría de la evolución de Charles Darwin. No tuvo éxito, pero los 15 meses que pasó acá convencieron a Hartt a regresar. En total, el naturalista vino cinco veces a Brasil. En 1870 y 1871 comandó su propia expedición, la Morgan. Con él vinieron nueve estudiantes de la Universidad Cornell, donde Hartt trabajaba. Entre ellos, Orville Derby, quien se volvería importante para la geología en Brasil.

El naturalista dirigió la Comisión Geológica del Imperio, creada en 1875 gracias en buena parte a sus esfuerzos. El servicio fue extinguido en enero de 1878 por motivos políticos y Hartt murió en marzo del mismo año de fiebre amarilla, en Río. Tenía 38 años. Dejó cinco libros y más de 50 trabajos científicos, además de dibujos, pinturas y grabados sobre el país. “Hasta la actualidad hay material inédito recogido por él esperando que se lo estudie”, dice Freitas.

Republicar