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BUENAS PRÁCTICAS

El contorno del fraude en estampas vulgares

Expertos identifican una nueva modalidad de mala conducta académica relacionada con la venta de diseños de productos

George Karger / Getty Images

Expertos en integridad científica han detectado un nuevo tipo de conducta reñida con la ética: investigadores de universidades de la India están pagando a empresas fraudulentas con sede en ese país para figurar como titulares de registros de diseño de productos, que están amparados por la Oficina de la Propiedad Intelectual (IPO) del Reino Unido. Aunque no hayan participado creativamente en la elaboración de los diseños, que a menudo ni siquiera son piezas originales, los académicos indios obtienen así más puntos en los procesos de evaluación y otras ventajas que se traducen en mejores sueldos y promoción profesional en sus instituciones.

Esta estafa explota las vulnerabilidades del sistema de recompensas de las universidades de la India, que no distinguen entre este tipo de registros y una patente, y también saca provecho de las fisuras existentes en la legislación del Reino Unido en la materia, que propugna la protección de los diseños en forma ágil y exenta de trámites burocráticos, ya que evalúa aspectos ornamentales y no técnicos. “El Reino Unido permite a los creadores de diseños preservar sus creaciones de forma fácil y barata, sin tener que afrontar el arduo y costoso proceso de obtención de una patente formal”, declaró a la revista Science Emily Hudson, experta en propiedad intelectual de la Universidad de Oxford.

Las empresas fraudulentas publicitan los registros a la venta como si fueran “patentes de diseño”, una categoría existente en el sistema de propiedad intelectual de Estados Unidos que es más difícil de obtener, ya que también evalúa la originalidad y la innovación. Pero los diseños que se comercializan suelen presentar formatos toscos o extravagantes y difícilmente tendrían destino comercial. Un ejemplo de ello es la imagen de un zapato con una cámara acoplada y puertos USB alrededor de la suela, presentado como una innovación para personas con discapacidad visual; otro es un dispositivo que supuestamente es capaz de diagnosticar el cáncer de piel, para lo que simplemente incorpora una pantalla detrás del gatillo de una pistola Glock. “Los estafadores son tan perezosos que incluso reutilizan imágenes de registros antiguos”, escribió en su blog Brett Trout, un abogado estadounidense experto en patentes. Es el caso de un diseño simplón de una camioneta de líneas rectas, con paneles solares instalados en el techo y en el capó, registrado como un “vehículo impulsado por energía solar con inteligencia artificial”.

“Básicamente, se trata de un doble fraude, porque los diseños no constituyen una patente y sus titulares no son inventores”, declaró a la revista Times Higher Education (THE) la abogada Sarah Fackrell, de la Facultad de Derecho de Chicago-Kent, coautora de un estudio que reveló este tipo de mala conducta. El trabajo fue depositado en el repositorio de preprints Zenodo, gestionado por la Unión Europea, y aceptado para su publicación por la revista International Journal for Educational Integrity. Dos de sus autores, el biólogo Reese Richardson, de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, y el experto en fraudes científicos Nick Wise, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, descubrieron esta nueva artimaña cuando investigaban un tipo de fraude académico similar: la actividad de las llamadas fábricas de papers, servicios ilegales que venden la autoría de artículos científicos, generalmente falsos. Al monitorear los perfiles que publicitan estos servicios en redes sociales como Facebook, WhatsApp y Telegram, los investigadores observaron que también había anuncios de registros de diseño certificados por la IPO a la venta por un monto que variaba ente 2.000 y 30.000 rupias indias. La publicidad informaba explícitamente que este tipo de propiedad intelectual valía puntos en los sistemas de clasificación académica de la India.

Richardson y Wise fueron entonces a buscar los diseños promocionados en los registros de la IPO en el Reino Unido y se toparon con figuras que calificaron como “infantiles”, algunas de ellas inspiradas en imágenes disponibles en colecciones públicas. El paso siguiente fue analizar las solicitudes de protección presentadas en los dos años anteriores y así fue que se encontraron unos 2.000 diseños sospechosos registrados por al menos ocho empresas espurias, cuyos titulares eran académicos o universidades de la India. “Esta práctica demuestra que las empresas consolidadas en la economía del fraude académico y educativo global se están expandiendo a nuevos mercados y diversificando sus servicios”, dijo Richardson a THE. Según él, los expertos en integridad académica deberían considerar a la escritura fantasma de tesis y ensayos, la compra de artículos producidos por fábricas de papers y la comercialización de diseños como prácticas de un mismo mercado. “Hemos demostrado que estos servicios se ofrecen a menudo a la par.”

El estudio formula una serie de recomendaciones para ponerle freno a este tipo de mala conducta. La principal es que las universidades examinen cuidadosamente la información sobre la propiedad intelectual de sus investigadores con miras a garantizar que se recompense únicamente a los creadores de patentes y diseños industriales realmente innovadores. Otra sugerencia va dirigida a los gobiernos y oficinas de patentes: es menester que investiguen la actuación de aquellos individuos que registran una gran cantidad de diseños o las que vinculan a muchos autores en un mismo registro.

Los autores del estudio hacen hincapié en el daño que este tipo de mala conducta científica causa al sistema de protección de la propiedad intelectual, contaminando sus archivos con diseños sin ningún sentido ni utilidad y generando un menoscabo en su reputación. “Estas empresas están explotando gente utilizando recursos del Gobierno del Reino Unido. Las autoridades deberían emplear todos los medios a su alcance para poner fin a este tipo de prácticas”, dijo Richardson. La definición de un encuadramiento de los servicios fraudulentos puede ser un hecho más complejo de lo que se imagina ya que, al contrario de lo que ocurre con los artículos científicos, no es ilegal comercializar la propiedad intelectual de los diseños. En un correo electrónico enviado a la revista científica Science, un vocero del IPO destacó que los diseños pueden comprarse y venderse sin reparos y que no creía apropiado hacer comentarios sobre casos ocurridos en jurisdicciones fuera del Reino Unido.

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