
Konder había nacido en Petrópolis (estado de Río de Janeiro), hijo de un médico sanitarista y ex dirigente del Partido Comunista Brasileño (PCB). Si bien destacó como pensador marxista y divulgador de las ideas del filósofo húngaro György Lukács (1885-1971), actuó también como abogado laboralista entre los años 1950 y 1960. Luego del golpe militar de 1964, Konder defendió a los sindicatos y a los trabajadores. Su cercanía con los movimientos sociales lo llevó a la cárcel, donde fue torturado. En 1972 se exilió en Europa y vivió en Alemania, en donde fue profesor visitante de la Universidad de Bonn, y en Francia. Regresó seis años después.
A partir de los años 1980, trabajó como profesor en el Instituto Metodista Bennett, en la Universidad Federal Fluminense y en la PUC-Rio. Se dedicó a difundir los estudios sobre Marx y Lukács y a escribir. En total es autor de 21 obras y no sólo de filosofía: se aventuró por la educación, la historia, la sociología y las memorias. Su primer libro es de 1965, Marxismo e alienação (Expressão Popular); el último fue Em torno de Marx (Boitempo Editoral), de 2010. También escribió dos novelas, A morte de Rimbaud (Companhía das Letras) y Bartolomeu (Relume Dumará).
El paseo por esos géneros diversos le agradaba al filósofo, según sus amigos. “Amaba la literatura, vivía por la literatura y por la filosofía”, recordó el también filósofo y ensayista Sergio Paulo Rouanet en el periódico O Globo. “Era un marxista de los menos dogmáticos, conocido por su dulzura, su carisma y su generosidad”. Para Marco Aurélio Nogueira, docente de teoría política y director del Instituto de Políticas Públicas y Relaciones Internacionales de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), Konder era también reconocido por la fineza intelectual y su escritura envolvente. “Konder nunca hizo concesiones al doctrinarismo y al dogmatismo tan comunes en el universo marxista y en el campo comunista, en el cual militó toda su vida”, escribió en O Estado de S.Paulo. “Como profesor, no se cansó de bajar del pedestal y construir puentes entre el saber acumulado y la joven intelectualidad, los hombres de la cultura y los militantes democráticos y socialistas”. El periodista y escritor Zuenir Ventura afirmó, en declaraciones a O Globo, que Konder nunca categorizó a las personas por su ideología. “Ponía al afecto por arriba de todas las cosas”, dijo.
La imagen que transmitieron los amigos fue la misma que él mostró en la ya citada entrevista a Pesquisa FAPESP, cuando se refirió a su aversión a la polémica: “Machado de Assis decía: ‘Sufro de aburrimiento con las controversias’. Me gusta el diálogo, me gustan las diferencias, pero cuando éstas se manifiestan muy agresivamente, me falta paciencia.”
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