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CIENCIA POLÍTICA

El fisco y la fe

Datos del organismo federal de recaudación tributaria de Brasil ayudan a trazar el mapa de un siglo de expansión de las iglesias evangélicas

Feligreses en una liturgia de la iglesia Asamblea de Dios, en Río de Janeiro: ese estado brasileño concentra la mayor cantidad de iglesias evangélicas del país, junto con Espírito Santo

Carl de Souza/AFP via Getty Images

La principal fuente de información sobre la filiación religiosa de la población brasileña es el Censo Demográfico, que lleva a cabo cada diez años el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Para los sociólogos y otros estudiosos de las religiones, este período es demasiado extenso. A partir de la década de 1960, la población evangélica de Brasil ha venido creciendo a un ritmo vertiginoso, por lo que los datos del Censo pronto quedan desactualizados.

“Se habla mucho del aumento de la población evangélica en el país, pero no sabemos a ciencia cierta cómo está ocurriendo ni dónde empezó este crecimiento, por ejemplo”, dice el politólogo brasileño Victor Araújo, de la Universidad de Reading, en el Reino Unido. “El Censo proporciona una imagen instantánea y no disponemos de datos dinámicos sobre lo que ocurre entre una y otra edición del sondeo del IBGE”.

Así como en la década de 1960 más del 90 % de los brasileños declaraban ser católicos, para 2040 el evangelicalismo, en sus diversas confesiones, será el mayor grupo religioso del país. El fenómeno que está viviendo Brasil se conoce como “transición religiosa”. En algunas partes de Europa esto ocurrió durante un largo período de tiempo en el marco de las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII, pero aquí, según Araújo, el proceso podría ser más breve y llevar menos de cien años.

Para verificar cómo se distribuyen las iglesias evangélicas en el territorio nacional, Araújo recurrió a otra fuente de información: utilizó datos de la Receita Federal – el organismo federal de recaudación tributaria – a disposición en internet. Como el país cuenta con más de 152.000 establecimientos religiosos registrados, el politólogo desarrolló un algoritmo en el lenguaje de programación R, de código abierto, al que pueden acceder investigadores y otras personas interesadas en el tema.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Este método permitió identificar y clasificar los templos registrados por el fisco según las categorías que se emplean en los censos del IBGE. Ellas son: las iglesias misioneras más antiguas, tales como la Bautista, la Presbiteriana y la Metodista; las pentecostales, cuya doctrina contiene elementos ausentes en las misioneras, como la fe en los milagros, que incluyen a la Asamblea de Dios, la Congregación Cristiana en Brasil y Dios es Amor, y las neopentecostales, un fenómeno surgido a finales de la década de 1970 en Brasil que enfatiza en la teología de la prosperidad e incluye iglesias tales como la Universal del Reino de Dios, la comunidad evangélica Sana Nuestra Tierra [Sara Nossa Terra] y Renacer en Cristo. También existen iglesias de “clasificación indeterminada”.

Los resultados fueron publicados en la nota técnica intitulada “Surgimiento, trayectoria y expansión de las iglesias evangélicas en el territorio brasileño a lo largo del último siglo (1920-2019)”, difundida recientemente por el Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM), de la Universidad de São Paulo (USP), al que Araújo está asociado en Brasil. El CEM es uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) financiados por la FAPESP. “Esta investigación nos proporciona un dato adicional a los investigadores de este campo, porque el Censo Demográfico del IBGE no dice nada sobre la creación de templos”, dice el sociólogo Ricardo Mariano, de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP).

Gracias a ese recurso digital, el investigador pudo elaborar una cronología de la transición religiosa en el país entre 1920 y 2019. Araújo señala que la legislación sobre iglesias ha sido modificada varias veces, pero el registro más antiguo aún activo en la Receita Federal data de 1922. Se trata de una iglesia de confesión bautista situada en Nova Iguaçu (Río de Janeiro). Tal como consta en la nota técnica, esto no significa que esa sea la primera iglesia evangélica inaugurada en Brasil. Los registros históricos hablan, por ejemplo, de la existencia de una congregación de la Asamblea de Dios fundada en 1911 en Belém (Pará).

En el país, las organizaciones religiosas están obligadas a estar inscritas en el Registro Nacional de Personería Jurídica (CNPJ, por sus siglas en portugués) desde 2002, como lo estipula el artículo 44 del Código Civil. La exigencia también está prevista en la Ley nº 10.825/2003. “La legislación establece que las iglesias son personas jurídicas de derecho privado. Por lo tanto, deben estar registradas en el fisco y, consecuentemente, en el CNPJ para, por ejemplo, poder abrir una cuenta bancaria y contratar empleados”, informa Armando Rovai, presidente de la Comisión Especial de Derecho Empresarial del Colegio de Abogados de Brasil, sección São Paulo (OAB-SP, por sus siglas en portugués). El CNPJ fue creado en 1998. Anteriormente existía el Registro General de Contribuyentes (CGC), instituido en 1964.

Léo Ramos Chaves/Revista Pesquisa FAPESPUna pequeña congregación de Río de Janeiro: muchas de ellas no están registradas tributariamenteLéo Ramos Chaves/Revista Pesquisa FAPESP

A juicio de Araújo, la transición religiosa es “uno de los fenómenos demográficos contemporáneos más importantes en Brasil”. El proceso se ha acelerado, sobre todo a partir de la década de 1960, acompañando la urbanización y la industrialización del país. “Cuando la gente se trasladó a las nuevas periferias de las ciudades, todavía no existían allí parroquias católicas. Los evangélicos fueron los primeros en llegar a estos lugares, porque podían abrir nuevos templos sin necesidad de recurrir al Vaticano, como era menester en el caso de los católicos”, relata el investigador, autor del libro intitulado A religião distrai os pobres? O voto econômico de joelhos para a moral e os bons costumes [¿La religión entretiene a los pobres? El voto económico de rodillas por la moral y las buenas costumbres] (Edições 70, 2022).

Al día de hoy, las regiones que más se han urbanizado son los mayores bastiones del evangelismo brasileño. Entre los estados que conforman la federación, Espírito Santo y Río de Janeiro concentran el mayor número de iglesias evangélicas: más de 80 templos por cada 100.000 habitantes, en ambos casos. En otras palabras, estos estados tienen una iglesia evangélica por cada 1.250 habitantes, según revela la investigación. En cambio, el nordeste brasileño sigue siendo mayoritariamente católico, aunque los evangélicos predominan en las áreas metropolitanas de las capitales.

Para el antropólogo Ronaldo de Almeida, coordinador del Laboratorio de Antropología de la Religión de la Universidad de Campinas (LAR-Unicamp), el mapeo de los templos realizado por Araújo corrobora algunos puntos que los estudios de la religión han intentado mostrar en estos últimos años. Uno de ellos es la aceleración del crecimiento del evangelismo en la década de 1980, cuando el Censo empezó a consignar con mayor precisión la presencia de esta población en el país.

Otro aspecto es la expansión territorial de estas iglesias detectada en el Censo 2000. “El crecimiento del culto evangélico puede percibirse en las zonas de inmigración recientes”, añade De Almeida, quien también es investigador del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap). “El norte y el centro-oeste brasileños, las fronteras de la expansión agrícola en las últimas décadas, han recibido a muchos agricultores procedentes del sur del país, donde la presencia protestante tiene una tradición sólida”. Las primeras iglesias que se asentaron junto con los migrantes eran de orientación misionera. Sin embargo, en la última década, las iglesias pentecostales y neopentecostales han avanzado rápidamente.

Léo Ramos Chaves/Revista Pesquisa FAPESPEl Templo de Salomón, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en el barrio de Brás, en São PauloLéo Ramos Chaves/Revista Pesquisa FAPESP

Este es el caso de Rondônia. Según el estudio, en 1970 ocupaba el antepenúltimo lugar de la lista entre los estados con mayor cantidad de iglesias evangélicas. No obstante, a partir de 2000 pasó a situarse entre los cinco primeros. En 2019 poseía 60 templos por cada 100.000 habitantes y era uno de los estados brasileños más próximos a completar la transición religiosa, junto con Río de Janeiro, Mato Grosso do Sul y Espírito Santo.

El recuento de los templos no precisa con exactitud la cantidad de fieles de estas confesiones en Brasil. Al fin y al cabo, una capilla y una catedral tienen un único registro en el CNPJ, pero congregan a un público incalculable. “Como en cualquier estudio, existen limitaciones. Resulta difícil captar la expansión de los evangélicos en el país durante el último siglo, pero el registro de los templos es una variable complementaria que ayuda a escudriñar lo que ha ocurrido en Brasil a lo largo de este período de tiempo”, dice De Almeida.

Asimismo, muchas iglesias funcionan en forma clandestina, sin estar registradas en el CNPJ: un pastor evangélico puede, por ejemplo, celebrar oficios religiosos en el living o en el garaje de su casa. “Muchas congregaciones pequeñas no se sienten en la obligación de formalizar un registro. El subregistro es grande”, dice Mariano. Tampoco figuran en el estudio las iglesias que fueron abiertas en el período analizado, pero que por distintos motivos ya no figuraban activas en 2019. También es posible que individuos particulares registren un CNPJ de iglesias con fines no religiosos, pero estos casos no son identificables en los datos de Hacienda, tal como advierte Araújo.

De todos modos, los datos referentes a los años en que se realizó el Censo, como 2000 y 2010, aparecen alineados con las cifras dadas a conocer por el IBGE. “Para los años no censales, cuando no es posible efectuar la comparación, es probable que la clasificación también se ubique cerca de lo que sería si los datos se hubiesen recabado todos los años”, dice Araújo.

Según el politólogo, poner la herramienta a disposición de otros investigadores es uno de los objetivos de su estudio. “Cualquier persona con conocimientos intermedios de programación y una computadora con capacidad de procesamiento estándar puede reproducir los procedimientos”, dice Araújo. El investigador pretende actualizar la información del estudio a medida que haya nuevos datos disponibles en el sitio web del organismo recaudador federal, como así también comparar los resultados con las cifras que serán divulgadas por el Censo 2022.

Proyecto
Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM) (nº 13/07616-7); Modalidad Centro de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid); Investigador responsable Eduardo Cesar Leão Marques; Inversión 21.233.150,42 (por un lapso de 10 años).

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