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Política C&T

El ingreso al club de la excelencia

Rankings internacionales muestran el desempeño de las cuatro mejores universidades brasileñas

De acuerdo con una serie de parámetros, la Universidad de São Paulo (USP) es la institución pública de enseñanza superior más importante de Brasil. Tiene 75.962 alumnos, con 221 programas de posgrado y por sí sola es responsable de una cuarta parte de la producción científica nacional. Pero no es tan sencillo situar a la USP, o cualquier otra grande universidad brasileña, entre las mejores del mundo. El año pasado, el periódico británico The Times publicó por primera vez un ranking de las 200 mejores universidades del planeta – y no había ninguna representante brasileña. Pero la metodología del estudio cambió y ahora, en la segunda edición del ranking, dado a conocer en noviembre, la Universidad de São Paulo apareció por fin. Se ubica en el 196º puesto. Es la única institución de Sudamérica que figura en el relevamiento – y la segunda de Latinoamérica, siendo superada por la Universidad Autónoma de México (Unam), que se encuentra en la 96ª posición.

El cambio en la metodología ayuda a entender el ascenso de la USP. En 2004 tenía un peso preponderante en la lista de The Times la opinión de 2.375 académicos entrevistados en todos los rincones del mundo. “Los rankings son instrumentos importantes para que una universidad evalúe su desempeño y establezca los desafíos para el futuro. Pero veíamos en ese estudio británico más un indicador de prestigio que una herramienta objetiva de evaluación”, dice el prorrector de Investigación de la USP, Luiz Nunes de Oliveira. La productividad de la Universidad de São Paulo es creciente “el número de artículos publicados en revistas científicas crece a una velocidad del 10% anual”, pero este dato se veía opacado por el prestigio de instituciones de países desarrollados con mucha historia, y no tanto desempeño. En la edición de 2005, la opinión de los académicos perdió espacio (del 50% al 40% del peso final) y, amén de los datos sobre citas de investigaciones en revistas científicas, el régimen de dedicación de los docentes, el número de docentes y de alumnos y la presencia de cuadros extranjeros en la institución, se intercalaron nuevos criterios, como es el caso de una consulta a grandes empresas sobre la calidad de la formación superior de sus profesionales. “La idea es evitar distorsiones que privilegien a las universidades grandes y tradicionales en detrimento de instituciones menores y no tan conocidas, pero igualmente productivas”, explica Martin Ince, coordinador del ranking de The Times. Con esta modificación, Alemania, por ejemplo, que tenía 17 universidades en el ranking en 2004, logró ubicar tan sólo a nueve instituciones en 2005.

Al comparar los datos de 2004 y 2005, se ve que en los primeros puestos poco ha cambiado. El liderazgo le cabe a la Universidad Harvard y, en segundo lugar, aparece el Massachusetts Institute of Technology, ambos de Estados Unidos. Las universidades británicas de Cambridge y Oxford ocupan respectivamente la tercera y la cuarta ubicación, seguidas por un pelotón estadounidense formado por Stanford, California-Berkeley, Yale, California Institute of Technology y Princeton. En el primer equipo, la alteración más significativa fue la ascensión de la École Polytechnique de Paris del 27º al 10º puesto – y la caída del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, que descendió al 21º lugar, debido a que es demasiado especializado para los nuevos estándares del ranking.

Las universidades brasileñas prestaban hasta ahora más atención a otro ranking internacional, publicado desde 2003 por la Shangai Jiao Tong University, de China, que apunta cuáles son las 500 mejores universidades del planeta. Y figuran cuatro universidades brasileñas en dicha lista: la USP, la Estadual de Campinas (Unicamp), la Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y la Estadual Paulista (Unesp). En dicho relevamiento, se mide el desempeño mediante indicadores bastante concretos. La cantidad de artículos publicados en las revistas Science y Nature, por ejemplo, tiene un peso del 20% en la evaluación de cada institución. Responden por otro 20% las citas de artículos de la institución en otras publicaciones científicas, una tradicional medida del impacto de la producción académica. El tamaño de la institución vale un 10% del peso. Las grandes universidades brasileñas salen airosas en estos indicadores la cantidad de artículos científicos brasileños publicados creció casi un 50% durante los últimos cuatro años. Pero en otros parámetros, sencillamente no anotan en el tanteador: la existencia de docentes o ex alumnos que hayan ganado grandes premios científicos, como el Nobel, equivale a hasta el 30% de la puntuación final.

Visibilidad – El análisis de los  datos de 2004 y 2005 del ranking de la Shangai University revela un desempeño ascendente de las universidades brasileñas. La USP trepó de la 190ª ubicación en el ranking de 2004 al 146º lugar en 2005. La Unicamp saltó 114 posiciones: de la 367ª en 2004 a la 253ª en 2005. La UFRJ, que estaba en el 368º puesto en 2004, llegó al 364º en 2005. Y la Unesp, que se ubicaba en el 465º puesto en 2004, fue a parar al 461º este año. Este avance se fundamenta en un incremento de la productividad pero, en algunos casos, no es sólo eso. La existencia de un ranking hizo que las instituciones se preocuparan por valorar los puntos fuertes y en corregir los puntos débiles. El ejemplo de la Unicamp es paradigmático. El salto en el ranking se debió en cierta medida a un esfuerzo para tornar más visible su productividad. “Tomamos varias iniciativas, como la estandarización del nombre y la dirección de la universidad en los trabajos de los docentes. Antes, unos ponían Unicamp, otros State University, otros Estadual de Campinas, y eso dificultaba la tarea de los ranqueadores al medir la producción”, dice Daniel Pereira, prorrector de Investigación de la Unicamp. “La visibilidad es fundamental. Por eso también empezamos a enviar informaciones y comentarios a la Universidad de Shangai y pusimos en la página de la Prorrectoría gráficos e información sobre la producción académica de la Unicamp, cosa que pocas universidades hacen”, afirma Pereira. En uno de estos gráficos, la Unicamp sugiere que es proporcionalmente más productiva que la USP, pues se ubica a la delantera cuando se divide la cantidad de artículos publicados por la cantidad de docentes. Aunque tiene el 11% de la producción brasileña publicada en la base de datos Thomson-ISI (la USP es responsable del 26%), la Unicamp divide esa producción por 1.800 docentes. En tanto, la USP tiene 4.868 profesores. Uno de los efectos del ranking, como se ve, consiste en estimular una sana competencia entre las universidades.

La USP también monitorea su situación en los rankings internacionales, pero sus preocupaciones son de otra índole. “Empezamos a hacer un trabajo con el objetivo de llevar a nuestros investigadores a estudiar más los problemas situados en la raíz. En general, nuestras mejores investigaciones son a decir verdad secuencias o despliegues de investigaciones realizadas en el exterior”, dice el prorrector Luiz Nunes de Oliveira. “Los trabajos originales tienen más posibilidades de producir artículos de impacto y, eventualmente, incluso rendir un Premio Nobel”. Y Nunes menciona ejemplos: “El tránsito de São Paulo brinda material de investigación que podrían aprovecharlo diferentes áreas, desde la sociología a la matemática. Pero existen pocos estudios sobre este tema. También podríamos profundizar la investigación en enfermedades tropicales. Parecen temas regionales, pero hay mucha investigación de este tipo publicada en las revistas Nature y Science”. Otra preocupación de la USP es la internacionalización de la universidad, un ítem valorado en los rankings. “Todos coincidieron en teoría, pero aún falta definir qué es eso en la práctica. Unos creen que es participar más en los congresos, otros consideran que es tener más estudiantes extranjeros acá dentro”, dice Nunes.

No por casualidad las cuatro universidades brasileñas reconocidas entre las 500 mejores son aquéllas que se consolidaron en las últimas décadas. En el caso de las tres instituciones paulistas, tuvo importancia la autonomía financiera y un flujo regular de recursos que está asegurado por la legislación. “Gracias a ello fue posible invertir adecuadamente en enseñanza, investigación y extensión, que son los tres pilares de una gran universidad”, dice Marcos Macari, el rector de la Unesp. Macari, que es a su vez vicepresidente de la FAPESP, pone de relieve la importancia de la Fundación. “De nada serviría tener docentes de alto nivel de capacidad sin que los mismos tuvieran recursos para investigar. La FAPESP avala la calificación de los investigadores”, afirma. En el caso de la UFRJ, su desempeño se debe a una tradición de excelencia y a los recursos que empresas tales como Petrobras le asignan al Instituto Alberto Luiz Coimbra de Posgrado e Investigación de Ingeniería (Coppe), pese a las dificultades financieras que las universidades federales sufrieron durante las últimas décadas.

En un artículo publicado en el periódico O Estado de S. Paulo, el economista Rogério Werneck, profesor de la PUC de Río, puso de relieve la importancia de que la USP despunte en el ranking de The Times, pero consideró que la situación de Brasil es desfavorable. “La Unam y la USP son las dos únicas universidades latinoamericanas. Pero la lista contiene 21 instituciones de países en desarrollo asiáticos”, escribió Werneck. “De China hay nada más y nada menos que diez universidades, cuatro de ellas de Hong Kong. Entre las tres instituciones de la India se encuentra el Instituto Indio de Tecnología, ubicado en un envidiable 50º puesto. Hay tres universidades de Corea del Sur y dos de Singapur. Las otras tres son de Malasia, Taiwán y Tailandia. Aun teniendo en cuenta las fallas que el ranking seguramente tiene, no cabe la menor duda de que Brasil aparece mal en la foto.”

Líder – La comparación entre Brasil y los asiáticos es pertinente porque pertenecen a un raro grupo de naciones que, a contramano del mundo en desarrollo, logró consolidar a sus grandes universidades y ampliar su productividad académica. “China instituyó un fuerte sistema de mérito que transforma a un docente recién contratado en profesor titular en caso de que logre publicar un artículo en una gran revista como Nature”, dice Nunes, el prorrector de Investigación de la USP. “El desempeño de Corea del Sur se debe a sus inversiones estructurales en educación, en tanto que en el caso de Brasil es el resultado del sistema de posgrado creado hace tres décadas que, más allá de sus dificultades, se autoalimenta”, afirma. La USP asumió el liderazgo de ese sistema, pero él mismo se propaga por otras instituciones. “Hace diez años la mitad de las tesis doctorales de Brasil salía de la USP. En la actualidad esa fracción es del 25%. Esto es excelente, pues muestra la expansión de otras instituciones”, dice Nunes.

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