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Salud pública

El Instituto Butantan de São Paulo pone a prueba un suero contra peces venenosos

Este desarrollo corresponde a un antídoto para las sustancias que producen cuatro especies y que pueden causarles un dolor intenso a los bañistas en los ríos y en el mar

Las toxinas presentes en las espinas del pez escorpión pueden causar alteraciones en el ritmo cardíaco

Kris Mikael Kristeria / Wikimedia Common

Desde hace 30 años, cada vez que va a una playa, la bióloga Mônica Lopes Ferreira, del Instituto Butantan de São Paulo, aprovecha para capturar peces venenosos. De regreso al laboratorio, ella y su equipo extraen el veneno para desarrollar sueros y tratar a las víctimas de accidentes causados por ciertos tipos de animales marinos y fluviales. De momento, el grupo ha tenido éxito con el llamado bagre cuinchi (Cathorops spixii), común en todo el litoral brasileño, la raya de río o chucho de agua dulce de la Amazonia (Potamotrygon orbignyi), el pez sapo o pejesapo del nordeste, popularmente conocido en Brasil como niquim (Thalassophryne nattereri) y con un pariente cercano del pez león, el pez escorpión (Scorpaena plumieri), que habita en los arrecifes coralinos. Con base en relatos de pescadores de aldeas del nordeste y del norte de Brasil, Ferreira Lopes y el médico Vidal Haddad Júnior, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la ciudad de Botucatu, escogieron a estas especies porque suelen causar accidentes.

Para elaborar los sueros se utiliza la misma metodología que en los obtenidos para las picaduras de serpientes o escorpiones: se inoculan mínimas dosis del veneno en caballos, de los que se extraen los anticuerpos que se utilizan para el tratamiento en humanos. En las pruebas realizadas con ratones, los sueros se mostraron eficaces para contrarrestar los efectos de las toxinas de esas cuatro especies, tal como se lo describe en un artículo publicado en mayo en la revista científica International Journal of Molecular Sciences. Sin embargo, la realización de nuevos ensayos y la producción a mayor escala dependen de que el Ministerio de Salud (MS) reconozca la pertinencia de los accidentes con peces como un problema de salud pública.

De 2007 a 2013, según la investigación más reciente publicada en 2015, el MS registró 4.118 accidentes con animales fluviales y marinos, incluyendo a erizos y medusas, es decir, 1,6 por día. “Como su notificación no es obligatoria, las cifras reales seguramente son muy superiores”, dice Haddad, uno de los autores del estudio, publicado en 2015 en Revista da Sociedade Brasileira de Medicina Tropical.

Se conocen unas 200 especies de peces venenosos que causan accidentes en Brasil, una cifra que poco a poco va aumentando. “Últimamente hemos descubierto que el surubí pintado o manchado [Pseudoplatystoma corruscans], utilizado para elaborar bocadillos rebozados en los bares brasileños, es venenoso”, dice Haddad.

En los expedientes médicos, alrededor de un 70 % de los accidentes se atribuyen a las rayas de agua dulce, que probablemente son los más reportados porque las lesiones que producen son profundas y dolorosas. No obstante, basándose en sus propias observaciones, Haddad y Ferreira Lopes consideran que los bagres o peces gato, son los que ocasionan más accidentes, pues habitan a lo largo de toda la costa y los ríos de Brasil.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

De un total de 126 pescadores del municipio de Miranda, en Mato Grosso do Sul, 38 habían sido heridos por bagres y, en Corumbá, 111 de los 355 pescadores informaron haber sufrido heridas causadas por peces gato, según un estudio publicado en 2018 en Revista da Sociedade Brasileira de Medicina Tropical. En las playas, los pescadores suelen descartar a los bagres pequeños en la arena, que pueden ser pisados por los bañistas.

Tras haber estudiado estos accidentes durante 30 años, Haddad ha observado que la gente no suele buscar atención médica porque por lo general el dolor causado por los pinchazos desaparece al cabo de unas pocas horas, aunque las toxinas del veneno pueden causar graves daños en el organismo. “Las infecciones bacterianas son frecuentes en las heridas y pueden causar complicaciones graves como amputaciones y sepsis”, dice. “Los médicos rara vez identifican la causa real de la lesión, que suele confundirse con cortes producidos por trozos de vidrio o pellizcos de cangrejos, que no son venenosos y las heridas que causan no son graves. Algunos médicos se sorprenden cuando les digo que hay peces venenosos”, añade Ferreira Lopes. El hecho de que estos peces no se mencionen en los formularios de notificación médica dificulta el trabajo.

En colaboración con la Secretaría de Salud del Estado de Santa Catarina, la bióloga ha dado charlas a profesionales del área de la salud para aumentar la notificación de los accidentes con peces. También ha ayudado a confeccionar folletos informativos para la población. Por su parte, Haddad publicó en 2007 un manual para los profesionales de la salud intitulado Animais aquáticos potencialmente perigosos do Brasil: Guia médico e biológico [Animales acuáticos potencialmente peligrosos de Brasil. Una guía médica y biológica].

Durante su doctorado, cuando atendió en el servicio de urgencias de Ubatuba, entre 1998 y 1999, el médico comprobó que no solo los peces perturbaban la paz de los residentes y los turistas. Allí, los accidentes más habituales, aproximadamente la mitad, se producían con erizos negros, animales que no poseen un veneno activo en humanos y que viven entre las piedras en colonias de hasta 12 ejemplares. Las espinas se extraen con dos agujas gruesas, sin anestesia. “He atendido a pacientes que tenían hasta 50 espinas, lo que causa demoras en la sala de espera de las urgencias”, comenta Haddad.

La bióloga del Instituto Butantan fue testigo de episodios dramáticos. Hace algunos años, en un centro de salud de Maceió, la capital del estado brasileño de Alagoas, conoció a un sastre que, 20 días antes, pescaba en la laguna de Mundaú, en las afueras de la ciudad, cuando un bagre que se balanceaba en su caña le clavó una púa en su mano. El efecto del veneno del pez fue tan intenso que, 20 días después, cuando acudió a la clínica, parte de los músculos ya estaban necrosados y sin movilidad. El médico que lo atendió debió amputarle los dedos índice y mayor de la mano derecha, y el sastre tuvo que jubilarse anticipadamente.

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

Ferreira Lopes relata haber conocido a recolectores de mariscos en las costas de Alagoas que estuvieron meses sin poder trabajar tras pincharse con las espinas del niquim, un pez que se entierra en el lecho marino en aguas poco profundas. Los buceadores también son víctimas frecuentes: “La gente tiene la pésima costumbre de tocar todo lo que ve y puede tocar peces escorpión, escondidos en los arrecifes”, dice. El veneno de esta especie es el único que tiene efecto en todo el organismo, no solo localizado, y puede llegar a causar problemas respiratorios y cardíacos.

Los venenos están compuestos por proteínas y se suman a las toxinas presentes en la mucosa de la piel de los peces, que normalmente protegen a estos animales contra los agentes patógenos. En algunos peces, como en el caso de las rayas, el aguijón está cubierto por la piel y la mucosa. El pez sapo o niquim es el único que directamente inocula veneno, como las serpientes. Contrae los músculos de unas glándulas que inyectan el veneno a través de cuatro espinas huecas, dos a cada lado del cuerpo y otras dos en su parte dorsal. Esto es lo que causa más heridas a quienes los pisan sin darse cuenta.

Los venenos de los peces funcionan de manera parecida. En cuanto penetran en el torrente sanguíneo generan una intensa contracción de las arterias y las venas. La contracción de los vasos sanguíneos provoca hinchazón, enrojecimiento de la piel, inflamación, necrosis de los tejidos e infecciones bacterianas. “La causa del intenso dolor, lacerante según refieren los pacientes, probablemente es la interrupción de la circulación”, comenta Haddad.

Aunque se los considera sinónimos, los términos veneno y ponzoña expresan comportamientos diferentes, advierte el biólogo Carlos Jared, también del Instituto Butantan: “Los animales ponzoñosos, como las serpientes, atacan, muerden e inyectan el veneno cuando van a alimentarse o defenderse. En cambio, los peces solamente utilizan el veneno como forma de defensa, cuando son pisados o mordidos”. Los peces globo (Takifugu sp.), además de producir veneno, inflan su cuerpo, dando a sus predadores la impresión de ser mucho más grandes y que es imposible comerlos. Sus toxinas se encuentran en la piel y en órganos como el hígado, que se extraen antes de consumirlos.

Klaus Rudloff / biolib.czUna raya de agua dulce, causante de lesiones profundas y dolorosasKlaus Rudloff / biolib.cz

En 1982, el cierre de las compuertas de la central hidroeléctrica de Itaipú hizo que se formara un inmenso lago que cubrió las cataratas conocidas como Saltos del Guairá [en portugués, Sete Quedas: Siete cascadas], que hasta entonces constituían una barrera natural para las rayas. Con el camino despejado, remontaron el río Paraná, llegaron al Paranapanema y siguen propagándose.

“Hacia 2005, capturamos las primeras rayas en el río Tietê, hoy en día con casi la tercera parte de su curso ocupado por estos peces”, relata Haddad. El investigador estima que las rayas continuarán extendiéndose por el Tietê y llegarán a Minas Gerais.

Durante la época de reproducción, en los meses de julio y agosto, las rayas migran de las aguas profundas a las menos profundas y se entierran en el lodo. Cuando la gente las pisa en el fondo del río desencadena un movimiento reflejo de contracción de la cola del pez, que posee entre una y cuatro púas, y resulta difícil extraerlos cuando se clavan en la pierna. Haddad recomienda avanzar arrastrando los pies por el lecho del río, especialmente en el Pantanal y en la Amazonia, para ahuyentar a las rayas.

El tratamiento recomendado para los accidentes con peces venenosos consiste en sumergir el miembro afectado en agua caliente a una temperatura tolerable, extraer el aguijón o la espina y cualquier resto de ellos que se haya desprendido, lavar la herida con agua y jabón, acudir al médico, tomar la medicación prescrita y realizar las curaciones pertinentes hasta que la herida desaparezca.

Artículos científicos
FERREIRA, M. L. et alEffective pre-clinical treatment of fish envenoming with polyclonal antiserumInternational Journal of Molecular Sciences. v. 24, n. 9. 6 may. 2023.
RECKZIEGEL, G. C. et alInjuries caused by aquatic animals in Brazil: An analysis of the data present in the information system for notifiable diseasesRevista da Sociedade Brasileira de Medicina Tropical. v. 48, n. 4. ago. 2015.
HADDAD JR., V. Injuries caused by fish in a community of Pantanal fishermen: Detection, treatment, and prevention of envenomations and traumaRevista da Sociedade Brasileira de Medicina Tropical. v. 51, n. 5. sep. 2018.

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