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Perfil

El maestro de muchas generaciones

A los 93 años, Walter Accorsi, profesor emérito de la Esalq, participa de la vida universitaria y sigue difundiendo la fitoterapia

A los 93 años, el profesor Walter Radamés Accorsi sigue gozando de buena salud y frecuentando casi diariamente el campus de la escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP), con sede en la localidad paulista de Piracicaba. Este maestro de varias generaciones de agrónomos prosigue así con una acción que lleva adelante desde la década de 1920: la difusión de los beneficios de las plantas medicinales brasileñas. Accorsi se jubiló en la Esalq en 1982, a los 70 años, la edad obligatoria, tal como suele poner de relieve, pero pasa sus días en el conjunto de salas que componen el Sector de Plantas Medicinales, cedido por la institución tan pronto como dejó de dar clases y recibió el título de profesor emérito. Allí, sigue estudiando y atendiendo a la gente que llega a consultar, en busca de conocimiento sobre hierbas medicinales. “Yo no soy médico, no puedo recetar nada, pero soy un divulgador de la fitoterapia”, dice. “Creo que la medicina popular, que se basa en el conocimiento de las plantas desde el punto de vista práctico, es fundamental para la fitoterapia.”

La fitoterapia es reconocida efectivamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1978 como una modalidad terapéutica. “La medicina popular le apunta a la fitoterapeuta la parte de la planta que es buena para sanarse de una determinada afección”, dice. “Luego se la examina en laboratorio y se verifica si es efectivamente una planta medicinal. Si se empezara a estudiar la planta sin ninguna referencia, el trabajo de investigación debería iniciarse en la raíz y llegar hasta la flor”. Para Accorsi, solamente un médico o un fitoterapeuta con formación pueden recetar preparados de plantas. “Brasil posee la flora medicinal más rica y diversificada del planeta, y mire que no somos nosotros quienes lo decimos.”

El gusto de Accorsi por el estudio de las plantas medicinales empezó ya en la facultad, donde ingresó en 1929 para cursar ingeniería agronómica. Fue su padre quien lo indujo a estudiar agronomía. Su familia, al margen de tener una propiedad donde predominaba el cultivo del café, en el pueblo de Dobrada, que hoy en día  es un municipio, cerca de la ciudad de Matão, en el centro del estado de São Paulo, era propietaria de un aserradero, una curtiembre y un taller mecánico. Antes de ingresar en la Esalq, el niño Accorsi fue enviado a São Paulo, donde terminó el colegio en 1927, y en 1928 estaba en Piracicaba para hacer la preparatoria de la facultad, que en ese entonces no pertenecía a la USP. Recibió el título de ingeniero agrónomo en 1933,-siendo el tercer alumno de la promoción-, y el diploma en 1934, con la rúbrica de la USP, que acababa de nacer y de recibir en su seno a la Esalq. Al egresar lo invitaron a ser profesor asistente en la tercera cátedra denominada Botánica General y Descriptiva del profesor Pedro Moura de Oliveira Santos. En 1936 hizo su libre docencia, y en 1942, el concurso de catedrático. “Yo era profesor de botánica. En aquel tiempo dábamos una noción de todo: fisiología, anatomía y sistemática. Tenía que enseñar un poco de cada cosa, y eso para mí era muy bueno. Hoy en día es todo separado. Al margen de dar clases, yo también transmitía informaciones terapéuticas sobre nuestra plantas.”

En el transcurso de todos estos años, Accorsi nunca dejó de considerar que era muy importante la farmacología, que estudia la extracción de los principios activos de las plantas. Pero considera que las plantas in natura pueden contribuir mucho para con la salud pública. “Alemania tiene una fitoterapia avanzada, al igual que Rusia, Estados Unidos y China”. En Brasil, el profesor Accorsi dice que es necesario instalar varios laboratorios destinados al estudio de la  biodiversidad y la producción de medicamentos fitoterapéuticos.

Lapacho rosado
De su agenda llena de invitaciones para dar charlas, cosa muy especial por tratarse de un hombre de 93 años, se destacó el año pasado una visita a Japón. La invitación y el homenaje partieron de la empresa que produce el té de lapacho rosado (Tabebuia avellanedae), un árbol encontrado en diversos puntos de Sudamérica, cuya corteza se usa en el tratamiento de tumores cancerígenos, anemia, problemas estomacales y como analgésico. Estas propiedades del lapacho rosado se han vuelto populares, y circularon por el mundo cuando la revista O Cruzeiro publicó una entrevista con el profesor Accorsi, en 1967. Posteriormente, la planta fue objeto de diversos estudios en el exterior. “En Japón me homenajearon porque les di todas las orientaciones sobre la planta cuando los representantes de la  empresa estuvieron acá en Brasil”. Algunos días antes del homenaje, el ministro de la Agricultura, Roberto Rodrigues, alumno de Accorsi al comienzo de los años 1960, se enteró del evento y telefoneó a la embajada brasileña en Tokio para que enviaran a un representante al evento con un mensaje especial para el profesor Accorsi. “Eso me emocionó mucho, pues el texto fue leído en japonés y en portugués ante más de mil personas”, comenta. Era la cuarta vez que el profesor iba a Japón. En las ocasiones anteriores, había dictado conferencias en las universidades de Tokio y Kyoto.

Accorsi nació en Tacuaritinga (São Paulo) el 9 de octubre de 1912, y no come carne desde hace 60 años. “Soy herbívoro”. La hija, Walterly Accorsi, administradora y farmacéutica, quien dirige la farmacia de recetas magistrales y productos naturales de Piracicaba que lleva el nombre del profesor, dice que éste toma mucha sopa de avena, come diversas semillas, de girasol entre ellas, y en ocasiones come pescado. Tomaba vino regularmente, pero… “un médico me lo prohibió, mientras que otro me lo autorizó”, dice el profesor, que aún no sabe si sigue los dictados de uno u otro facultativo. La prohibición obedece a que ese médico prefiere que el profesor se libre primero de un fuerte dolor de cabeza que lo acomete desde hace muchos años. Para mantenerse en forma, Accorsi se ejercita en el gimnasio universidad.

En su calidad de docente, llegó a ocupar los cargos de director y vicedirector de la Esalq, entre 1951 y 1954. En el transcurso de más de 70 años de vida académica, participó y sigue aún participando en las reuniones del consejo, donde se elaboran las directrices normativas de la Esalq y se confeccionan las ternas de postulantes al cargo de director de la institución. También, y principalmente, asiste a las colaciones de grado. En una de éstas, en 1964, lo invitaron a última hora para presidir la ceremonia de la promoción que estaba diplomándose. “Era nuestra graduación y el gobernador del estado, Carlos Alberto de Carvalho Pinto, estaba en Piracicaba para oficiar de padrino de ceremonia, pero el director no estaba en la ciudad para presidir la solemnidad”, comenta el profesor de la Esalq, Joaquim José de Camargo Engler, director administrativo de la FAPESP y ex alumno de Accorsi. El director, Hugo de Almeida Leme, había sido designado como ministro de Agricultura, y el vicedirector no pudo asistir al evento. “Por eso decidieron llamar al decano de la  escuela ‘el profesor más antiguo’ que ya era en ese entonces el profesor Walter Accorsi. Le telefoneamos, y ya estaba en pijama, casi yéndose a dormir”, dice Engler. “Pero fue y presidió la ceremonia. Después, en diversas ocasiones que nos hemos encontrado, dice: “¿se acuerda de aquel día que los salvé?”

Accorsi es el ex alumno y el ex profesor más antiguo de la escuela. “Es muy especial y dedicado. En el transcurso de todos estos años, contribuyó a la mejora de la calidad de enseñanza en la Esalq”, dice Engler. Con sus dos hijas, dos nietos y cinco bisnietos, Accorsi sigue con su prédica, en este comienzo de siglo XXI, en favor de su causa: “Las plantas sostienen la vida biológica en el planeta. Si tienen en sí alimentos, ¿por qué no habrían de tener medicamentos?”

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