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Tecnociencia

El mal de la vaca loca ataca a felinos

Primero fue Major, un león de 12 años que vivía en el zoológico de Newquay, Inglaterra. Estaba sufriendo tanto con la pérdida del movimiento de sus patas que los veterinarios resolvieron sacrificarlo. La autopsia provocó sorpresa: Major tenía encefalopatía espongiforme felina (EEF), una variación de la enfermedad de la vaca loca, que infectó a 180 mil animales del stock bovino británico desde que surgió en 1986. El león contrajo la enfermedad probablemente al comer cesos y carne de la columna vertebral de vaca, regiones en las cuales es mayor el riesgo de desarrollar la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida como mal de la vaca loca. La EEF fue verificada en tres leopardos, tres pumas, tres onzas pintadas y dos tigres. En 1990, el gato siamés Mad Max fue llevado a la Escuela de Veterinaria de Bristol, en Inglaterra. Con un modo de andar vacilante y masticando con la cabeza caída hacia la derecha, se convirtió en el primer caso de gato doméstico con EEF, que puede causar también desorientación espacial y mareos. Se cree que la enfermedad se transmite a través del alimento balanceado con el que los gatos se alimentan. Aunque no existen registros de algún caso semejante en felinos en Brasil, la Agencia de Vigilancia Sanitaria brasileña prohibió el mes pasado la importación y distribución de carne, menudos, vísceras, sangre y otros derivados –excepto leche y productos lácteos– de vaca, oveja, cabra, búfalos y rumiantes silvestres, como el jabalí, de 13 países europeos.

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