La saga de Zuzú, un esqueleto humano de 10 mil años de edad considerado uno de los más importantes de la prehistoria brasileña, puede sufrir una voltereta si un nuevo análisis de sus características morfológicas estuviera correcto. Años atrás, un estudio indicó que Zuzú era una mujer de ahí el apodo. Pero detalles del cráneo y de la pelvis sugieren que, a decir verdad, se trata de un hombre. Y lo más importante: un hombre con rasgos intrigantes. Aunque haya muerto entre los 35 y los 45 años de edad en donde hoy es el estado de Piauí, se encajaría a la perfección en el pueblo que vivió hace millares de años en la región de Lagoa Santa, en Minas Gerais unos humanos con rasgos físicos muy distintos que los presentados por los indios modernos y más cercanos a los de los aborígenes de Australia.
Ese análisis es uno de los primeros frutos de la colaboración entre el grupo coordinado por la arqueóloga Niède Guidon, de la Fundación Museo del Hombre Americano (Fumdham), con sede en Piauí, y el del bioantropólogo Walter Neves, del Laboratorio de Estudios Evolutivos Humanos de la Universidad de São Paulo (USP). Después de varios años con puntos de vistas opuestos sobre como y cuando los seres humanos modernos habrían llegado a la América, ambos grupos resolvieron dejar a un lado cierta animosidad y explorar los posibles puntos de coincidencia entre sus líneas de investigación.
Zuzú es justamente uno de esos puntos en común. Encontrado en 1997 por el equipo de Niède en el rico complejo prehistórico del Parque Nacional Serra da Capivara, el esqueleto es uno de los más antiguos de la América del Sur, más viejo inclusive que la gran mayoría de las decenas de cráneos y otros huesos humanos encontrados en Lagoa Santa. En las últimas décadas, Nieves y sus colegas se han dedicado a mostrar que esos primeros habitantes de la América del Sur, los paleo-indios, tenían apariencia física muy distinta a aquella de los indígenas modernos. Con sus cráneos largos y estrechos, además de la mandíbula y de otros huesos de la cara más proyectados hacia el frente, los paleoindios de la Lagoa Santa recuerdan a los actuales pueblos africanos o los nativos de Australia y de la Melanesia, mientras los indígenas modernos tienen claras semejanzas con los pueblos originarios del nordeste asiático, también conocidos como mongoloides.
Neves i sus colaboradores ya mostraron que más de 80 cráneos de Lagoa Santa, con edad entre 12 mil y 8 mil años, se encuadran en la llamada morfología australo-melanesia. Esa gente representaría, para los investigadores brasileños, la primera oleada de emigrantes que llegaron a las Américas. Para mostrar que la población antigua de esa región minera no es una mera idiosincrasia generada por el aislamiento, crítica hecha por otros especialistas en pre-historia de las Américas, el equipo de la USP partió para la investigación de cráneos de otras partes del Brasil y de las Américas. Declaramos guerra contra quien dudaba de la ocupación de la América del Sur por pueblos con morfología australomelanesia, resume Neves. Esa estrategia de tomar muestras de varios lugares es una forma de cercar la cuestión, para que no se pueda usar más el argumento de que la población de Lagoa Santa es aberrante.
Desde entonces, además de un trabajo independiente hecho por el antropólogo Rolando González-José, que halló la misma morfología de Lagoa Santa entre indios mexicanos del siglo XVI, el equipo de la USP identificó esos rasgos en Chile, en Colombia, en Vale do Ribeira, interior de São Paulo, y entre los indios botocudos, que ocuparon el Brasil Central en el período colonial. Faltaba, sin embargo, saber en donde se encajaba la importante población de Piauí, cuyo representante más antiguo con el cráneo preservado es Zuzú.
Es ahí que entra la invitación de Niède para que Neves y sus colaboradores examinasen el cráneo. La duda sobre el sexo de Zuzú ya acechaba hacía algún tiempo. Aunque un análisis de ADN hecho en el 2002 se inclinase para el lado femenino, los artefactos hallados con el esqueleto causaban cierta duda. El entierro incluía una serie de artefactos de piedra, entre ellos dos puntas de lanza, cuenta Mark Hubbe, ex alumno de Neves y hoy investigador de la Universidad Católica del Norte y del Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, en Chile. Esos artefactos, teóricamente, favorecen la idea de que sea un esqueleto de hombre, dice Hubbe, co-autor del análisis presentado en un artículo que va a ser publicado en el American Journal of Physical Anthropology.
Además de los artefactos que, se cree, fuesen de uso exclusivo masculino, un análisis antropológico anterior ya había sugerido que Zuzu podría ser solamente un hombre de osamenta un poco robusta. En el trabajo actual, Hubbe y Neves revisaron detalles principalmente del cráneo y de la pelvis que ayudan a determinar el sexo. También compararon las semejanzas entre el cráneo piauiense y el de nativos de los cinco continentes. Los resultados mostraron una asociación estrecha del cráneo de Zuzu con el de los paleo-indios de Colombia y de Lagoa Santa, que presentan rasgos clasificados como negroides, semejantes al de los africanos, aborígenes australianos y nativos de la isla de Pascua.
Niède no se sorprendió con el resultado del análisis, que atribuye a Zuzu trazos aborígenes semejantes al del pueblo de Lagoa Santa. Lagoa Santa no está tan lejos así del norte de Minas Gerais y del río São Francisco. Como esos grupos vivían de la caza y de la colecta de alimentos, fácilmente podrían diseminarse por el territorio, dice la arqueóloga. Con esos trabajos, prácticamente agotamos la investigación de los esqueletos disponibles de paleo-indios de la América del Sur. Finalmente estamos progresando en convencer a la comunidad científica internacional de que dos grupos con características físicas distintas deben haber entrado en el continente, comenta Hubbe. Y, del punto de vista morfológico, el esqueleto parece realmente pertenecer al sexo masculino.
Neves elogia la disposición de sus colegas de Piauí para trabajar en conjunto. Niède fue extremamente abierta a la cooperación, dice Neves. Para la investigadora de la Fumdham, aún es necesario definir si será hecho un nuevo análisis de ADN en Zuzu para eliminar de una vez por todas la duda sobre si era hombre o mujer, información importante para descubrir si había diferencias rituales en el entierro de hombres y mujeres. Esa es una discusión que está en el campo de los antropólogos físicos, comenta Niède. Si lo encuentran necesario, haremos el análisis.
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