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Memoria

El otro evolucionista

Contribuyente menos conocido de la teoría de la evolución, Alfred Wallace estuvo entre 1848 y 1852 en la Amazonia, donde recolectó especímenes, escribió y dibujó

Aldea a orillas del río Negro retratada por el naturalista

Viagem pelo Amazonas e Rio Negro, Cia. Editora Nacional, 1939, Biblioteca FD-USP

En abril de 1848, el naturalista británico Alfred Russel Wallace (1823-1913), a quien se conocería luego por sus estudios sobre la selección natural, dio inicio a la primera gran aventura de su vida. Munido de algunos ahorros guardados durante los años en los que trabajó como agrimensor en la pequeña empresa de un hermano, en el Reino Unido, él y su amigo Henry Walter Bates (1825-1892), con quien compartiría el interés por la botánica y la entomología, se embarcaron en el puerto de Liverpool con destino a Belém, en el estado brasileño de Pará. No sabían bien qué era lo que iban a encontrar. “Existía una u otra descripción de europeos que habían viajado por la Amazonia, pero gran parte del territorio permanecía inexplorado y suscitaba la curiosidad entre los extranjeros”, sostiene la historiadora Carla Oliveira de Lima, quien estudió el viaje de Wallace a Brasil en su tesis doctoral, que defendió en la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), en Río de Janeiro, en 2014.

Hasta los 25 años, cuando comenzó la expedición por la Amazonia, Wallace trabajó con agrimensura y aritmética, disciplinas que él llegó a enseñar en una escuela. Aparte de eso, estudiaba, como autodidacta, botánica y zoología. La lectura de algunas publicaciones fue importante en la preparación del viaje. En su autobiografía, Wallace menciona la influencia del libro A voyage up the river Amazon (Un viaje por el río Amazonas, 1847), del naturalista y escritor estadounidense William Edwards, con descripciones vívidas de anacondas, pirañas e insectos. Él conocía asimismo los trabajos de Charles Darwin (1809-1882).

Viagem pelo Amazonas e Rio Negro, Cia. Editora Nacional, 1939, Biblioteca FD-USP Wallace dibujó a los habitantes de los lugares que conoció, como Nazaré, cerca de BelémViagem pelo Amazonas e Rio Negro, Cia. Editora Nacional, 1939, Biblioteca FD-USP

“El ardiente deseo de visitar una región tropical, para contemplar la exuberancia de vida, tanto animal como vegetal, que dicen que existe allí, y ver, con mis propios ojos, todas las maravillas que tanto me deleitaban, cuando leía las descripciones hechas por los viajeros que las contemplaron, fueron los motivos que me indujeron a interrumpir la trama de mis negocios y partir hacia ‘alguna tierra bien distante, donde reina un sertón constante’”, escribió Wallace en su libro Una narración de viajes por el Amazonas y el río Negro, publicado en 1853, en Londres.

En ese relato, Wallace registró e hizo descripciones minuciosas de especies de aves, peces, insectos y plantas que encontró durante las expediciones realizadas a lo largo de los cuatro años en los que permaneció en la región. El naturalista notó también que la distribución geográfica de determinadas especies y las barreras naturales, como los ríos, pueden afectar la presencia y el comportamiento de los animales. Años después, en una expedición al archipiélago malayo, entre 1854 y 1862, Wallace profundizaría esos estudios, dando origen a un trabajo en el que intuyó la teoría sobre la evolución de los seres vivos. En marzo de 1858, el naturalista le envió una carta de presentación a Darwin con el artículo “Sobre la ley que regula la introducción de nuevas especies”, pidiendo su opinión. El texto resumía parte de las ideas presentes en la teoría de la evolución, sobre la cual Darwin venía trabajando desde hacía 20 años. Las dos monografías fueron presentadas también en 1858 en una sesión de la Linnean Society de Londres, un importante centro de estudios de historia natural del Reino Unido. Al año siguiente, Darwin publicó El origen de las especies. Cuando Wallace regresó de Malasia a Inglaterra la primacía darwinista ya estaba establecida.

“El viaje del naturalista británico a la Amazonia fue fundamental para que él estableciera el inicio de las concepciones sobre la distribución de los seres vivos, que se reveló esencial para la elaboración de la teoría de la evolución”, sostiene la historiadora Ana Maria Alfonso-Goldfarb, del Centro Simão Mathias de Estudios en Historia de la Ciencia de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP). De acuerdo con  la investigadora, Wallace fue uno de los primeros en establecer estudios modernos sobre la distribución geográfica de los animales y plantas y su relación con el medio ambiente y dejó importantes registros de la diversidad de especies de la Amazonia.

Wikimedia Commons La mayor parte del material recolectado en Brasil por el británico se perdió en el naufragio del buque que lo llevaba de Brasil al Reino UnidoWikimedia Commons

La mayor parte del trabajo del naturalista consistía en recolectar especímenes y clasificar especies animales y vegetales. Su estancia en Brasil estuvo, incluso, financiada con recursos obtenidos por medio de la venta a coleccionadores europeos del material retirado de la Amazonia. La intermediación la hacía su agente, el comerciante inglés Samuel Stevens (1817-1899), que habría ayudado igualmente a publicar artículos escritos por Wallace. Buena parte de los ejemplares y textos se envió a Europa por buques mercantes.

El naturalista se pasó dos años en la región de la cuenca del río Negro, entre 1850 y 1852. A esa altura del viaje, Wallace y Bates ya habían seguido caminos separados. “La impresión que da es que ellos deseaban cubrir lo máximo posible de territorio y recolectar especies en lugares diferentes”, comenta Alfonso-Goldfarb.

Durante los cuatro años en los que anduvo por el norte de Brasil, Wallace describió e hizo cientos de ilustraciones de peces, aves, árboles, ciudades, haciendas y personas comunes. “Sus relatos sobre el modo de vida local y la interacción con la población todavía no han sido suficientemente estudiados por los investigadores brasileños”, sostiene Carla Lima. “Él tuvo una sensibilidad única para captar las minucias de las relaciones de poder entre hacendados, comerciantes, esclavos y demás integrantes de la sociedad brasileña de aquella época.”

Wallace tenía un reconocido talento para el dibujo y la producción de mapas. “La precisión de los dibujos, en conjunto con las descripciones que hizo, permitieron la identificación de un gran número de especies por él recolectadas, incluso sin la presencia de los ejemplares”, aduce la bióloga Mônica de Toledo-Piza Ragazzo, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (USP). Ella conoció las publicaciones que citaban el trabajo del naturalista respecto a los peces de la cuenca del río Negro cuando hacía su doctorado en la City University of New York y en el Museo de Historia Natural de la misma ciudad, en 1994. Al año siguiente, la investigadora visitó el Museo de Historia Natural de Londres, donde están guardados los originales de los 212 dibujos de peces de la cuenca del río Negro, que nunca habían sido correctamente publicados, como el naturalista esperaba, según una carta enviada por él al museo cuando hizo la donación, en 1904. Mônica Ragazzo entonces reunió las ilustraciones y anotaciones en un libro bilingüe, Peces del río Negro, publicado en 2002 por Edusp e Imprensa Oficial. “El cuidado y la precisión con los que Wallace hizo los dibujos es algo que hasta hoy impresiona al medio científico”, subraya.

Los 212 dibujos casi desaparecieron completamente cuando Wallace volvió al Reino Unido desde Belém, en 1852. El navío en el que viajaba se incendió. Wallace fue hasta su cabina y tomó una caja de metal con dibujos, cuadernos con anotaciones y algunas camisas antes de correr hacia el bote salvavidas. Toda su colección de animales y plantas, además de muchos otros dibujos, guardados en la bodega del barco, se perdieron. El trabajo que restó de su paso por Brasil fue el que había vendido a coleccionadores europeos. Otro motivo de tristeza había tenido lugar unos años antes, cuando su hermano más joven, Herbert, que se había unido a él en 1849, contrajo la fiebre amarilla y murió.

Wallace publicó más de 20 libros y mantuvo una relación de amistad con Darwin hasta el fallecimiento de este, en 1882. El naturalista murió a los 90 años, en 1913.

Libros
WALLACE, A. R. Viagens pelo Amazonas e rio Negro. Brasilia: Senado Federal, 2004.
WALLACE, A. R.; RAGAZZO, M. de T.-P. (comp.). Peixes do rio Negro. São Paulo: Edusp/Imprensa Oficial, 2002.

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