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Meteorolog

El PIB de las nubes

Un modelo matemático analiza los impactos de los cambios climáticos sobre el crecimiento económico

EDUARDO CESAREl físico Luis Aímola se puso hace seis años a estudiar climatología, teorías económicas y principios de negociaciones internacionales. Su propósito era reunir esos tres universos en un sólo modelo matemático, yendo más allá de los estudios académicos de ese género, que tratan solamente de dos de esas tres áreas, y facilitar la toma de decisiones que eviten los impactos de los cambios climáticos. Por fin, él propuso un lenguaje común entre las ciencias naturales y las sociales, algo muy raro, que trata las incertidumbres de los escenarios de cambios climáticos en un abordaje típico de los economistas. En términos prácticos: su modelo matemático muestra el momento en que el crecimiento económico debe estancarse y comenzar a caer, de acuerdo con escenarios más amigables o más crueles sobre el clima del futuro, y cuando actuar para evitar esa caída, teniendo en cuenta las incertidumbres sobre el comportamiento del clima.

No siempre los vientos están a favor. “Si el clima cambia muy rápidamente”, dice Aímola, “puede no dar tiempo de tomar medidas que eviten la caída de la actividad económica y el desempleo”. Es esa la situación de cinco de las nueve simulaciones que él hizo con el Proclin, sigla de Prototipo para Simular Escenarios de Incertidumbres en las Negociaciones Climáticas, tomando como horizonte los próximos cien años y solamente dos bloques de países – uno del Norte, bastante industrializado, y otro del Sur, en desarrollo.

Si la temperatura aumenta muy rápidamente, el crecimiento económico de los dos bloques de países podría estacionarse y comenzar a caer en 2015, 2022, 2037, 2043 e 2051, si no fuesen tomadas las medidas para reducir la emisión de CO2, el principal responsable por el calentamiento global. Según Aímola, aunque las incertidumbres sobre el comportamiento del clima futuro se reduzcan rápidamente, las acciones preventivas contribuyeron muy poco para aplazar la caída del Producto Interno Bruto (PIB), la suma de todas las riquezas producidas por el país.

En el escenario opuesto, si el calentamiento global fuera más lento, de acuerdo con las otras cuatro simulaciones ya realizadas, el crecimiento económico podría estancarse y caer solamente a partir de 2068, 2070, 2083 o hasta solamente en el siglo 22 sin ninguna medida paliativa; la adopción de medidas contra la elevación de la temperatura aplazaría esa caída en 20 o 30 años. “Uno de los presupuestos de ese modelo es que los daños climáticos son el único problema capaz de detener el crecimiento del PIB”, dice Aímola, “por medio de la destrucción de los puertos, de la reducción de la producción agrícola y del aumento de la mortalidad de la población”.

EDUARDO CESAR“El modelado ayuda a entender el proceso de negociación y la toma de decisiones”, comenta Pedro Leite da Silva Dias, profesor de la Universidad de São Paulo (USP), que orientó el doctorado de Aímola, del cual resultó el Proclin. “El análisis está más restringido al uso de combustibles fósiles y sus impactos sobre el cambio del clima”, observa el economista Eliezer Martins Diniz, profesor de la USP. “El análisis de las florestas, que representan un impacto de cerca de 75% de las emisiones de CO2 para el caso brasileño, exigiría un enfoque distinto y produciría otro trabajo tan ambicioso como este.” Según Diniz, ese modelo, con las debidas adaptaciones, puede ser utilizado también en otros tipos de negociación ambiental de las cuales Brasil pueda participar en el futuro.

Costos y beneficios
El Proclin ayuda a disolver los impasses de los negociadores. Las decisiones de cada país sobre aplazar o poner en práctica las medidas preventivas dependen de un razonamiento puramente económico: si los costos estimados fuesen menores que los danos previstos, los países van a actuar; en caso contrario, no. En octubre del año pasado, el primer ministro inglés, Tony Blair, propuso en el Parlamento la aprobación de medidas de reducción de la emisión de CO2 como forma de detener los efectos del calentamiento global. Grupos políticos opuestos impidieron la marcha de la propuesta alegando que la actividad industrial también sería reducida y no habría ganancias claras inmediatas.

Inglaterra es un país que presenta costos relativamente bajos para reducir los impactos de los cambios climáticos y, al mismo tiempo, de alta vulnerabilidad. Por lo tanto, debe mantenerse como protagonista o promotor, de acuerdo con una clasificación de actitudes de los países en negociaciones internacionales aplicada inicialmente para analizar las medidas adoptadas en los años 1970 contra la emisión de contaminantes causantes de la lluvia ácida y en los años 1980 para el Protocolo de Montreal para gases que enrarecen la capa de ozono. Formulada por dos sociólogos, el alemán Detlef Sprinz y el finlandés Tapani Vaahtoranta, esa clasificación de los países en promotores, aplazadores, intermediarios o espectadores es uno de los 12 modelos llegados de la economía, de la climatología, de la teoría de los juegos y de la ciencia política, que constituyen el Proclin. Los aplazadores – países de costos altos e impactos bajos, como los Estados Unidos – tienden a aplazar la acción, ya que los beneficios serían pocos. Los intermediarios – de costos y vulnerabilidad alta, como Brasil y Australia – son inciertos: pueden actuar como promotores, como aplazadores o hasta defenderse por la ambigüedad.

El Proclin administra tres conjuntos de variables – el clima, las incertidumbres y la economía. El resultado final es la indicación de cuando el PIB puede estancarse y comenzar a disminuir continuamente en virtud del calentamiento global. Esa fecha puede cambiar de acuerdo con las ruedas de negociaciones, en que los países, en razón de los costos y los beneficios previstos, deciden si es mejor actuar o contar con la suerte. Las negociaciones internacionales sobre cambios climáticos, transformados en lenguaje matemático, asumen la forma de un juego no-cooperativo: los representantes de cada país saben que necesitan cooperar, caso contrario todos saldrán perdiendo, pero actuarán con base solamente en el interés propio, teniendo en cuenta sus propios costos, daños y beneficios generados por la reducción de la emisión de CO2, sin ninguna visión altruista. “Las ganancias de cada país no son transferidas para los otros, como en el juego cooperativo”, dice Aímola.

“Los resultados de las simulaciones sugieren que las decisiones para evitar recesión deben basarse más en el principio de la precaución que en la seguridad sobre el comportamiento del clima”, comenta Aímola. El Proclin valoriza la precaución porque presupone la aversión al riesgo – esta vez la contribución vino de las ecuaciones financieras que buscan prever el comportamiento de quien vive ganando o perdiendo en las bolsas de valores en función del apego al peligro. “Si un país asume la aversión al riesgo, va a tomar medidas de precaución, como la reducción de CO2, aunque las incertidumbres sobre el comportamiento del clima caigan lentamente.” La aversión al riesgo, recuerda él, puede oscilar de acuerdo con las circunstancias y presiones internas o externas. “Aunque el clima cambie poco”, dice Aímola, “los huracanes y las secas pueden ser interpretados por la población como señales de cambios climáticos, alimentar el miedo, aumentar la aversión al riesgo y apresurar la toma de decisiones”.

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