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ITINERARIOS DE INVESTIGACIÓN

El saber económico como vector de transformación social

Michael França amplifica las discusiones sociales y raciales a través de sus escritos y el debate público

Archivo personalMi carrera académica fue accidental y no siguió un desarrollo lineal. Este recorrido no se inició conmigo, sino con las oportunidades que tuvieron mis padres; después de todo, hay evidencias científicas que apuntan a una transmisión intergeneracional del estatus socioeconómico, que puede ampliar o limitar las posibilidades de elección. En este sentido, mi camino comienza antes que yo. Mi padre emigró del nordeste al sudeste de Brasil en busca de trabajo, cuando tenía 14 años. En primera instancia se radicó en São Paulo, y más tarde se trasladó a Minas Gerais. Mi madre nació en este último estado y, durante mucho tiempo, fue empleada doméstica. La condición económica de mi familia era de bajos ingresos. En lo que tiene que ver con mi educación, asistí a una escuela pública situada en la periferia de Uberaba, en Minas Gerais. Allí no había perspectiva de futuro para los alumnos, en su mayoría, procedentes de las barriadas más pobres de la región. En este contexto, tanto los docentes como los alumnos se encontraban en completo desvalimiento.

No le encontraba sentido a estudiar, solo quería terminar la educación básica para poder trabajar. Eso fue hasta que mi hermano mayor me animó a rendir el examen de ingreso en una universidad pública. Me di cuenta que a través de la educación podría acceder a alguna movilidad social. Para lograrlo, estudiaba alrededor de 15 horas diarias. En 2007, con 18 años, ingresé a la carrera de economía de la Unesp [Universidade Estadual Paulista], en su campus de la localidad de Araraquara. Todos mis esfuerzos se vieron recompensados al finalizar la carrera, cuando recibí el diploma al mérito como el mejor alumno de mi promoción.

En la universidad, mi meta era graduarme para ingresar al mercado laboral. Durante los primeros años, anhelaba realizar alguna pasantía, no concebía a la investigación como una ocupación laboral. Sin embargo, empecé a participar en un grupo de estudios centrado en la economía industrial, cuyo programa de investigación comenzó a interesarme. Con el apoyo de una beca de la FAPESP, hice mi iniciación a la investigación científica en esta área, bajo la dirección de Enéas Gonçalves de Carvalho. La beca no solo legitimó la investigación, sino que también me permitió salir de una situación económica complicada.

Al graduarme, en 2010, quería vivir nuevas experiencias académicas. Decidí hacer una maestría en la Universidad de São Paulo. Obtuve un excelente puesto en el examen de la Anpec [Asociación Nacional de Centros de Posgrado en Economía], lo que me habilitó a ingresar en la FEA [Facultad de Economía, Administración, Contabilidad y Actuaría], bajo la dirección de Joe Akira Yoshino y con una beca del CNPq [Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico]. En la maestría y en el doctorado, debido a mi situación económica, tuve que vivir en la favela de São Remo, junto a la Ciudad Universitaria, en el barrio de Butantã.

Mi etapa de posgrado fue una época de descubrimientos. Probé con varias áreas del conocimiento económico, no tenía claro cuál sería mi campo de actuación. En el proyecto de maestría, me centré en economía financiera. Enseguida me di cuenta que había sido un error. No lograba identificarme con el tema y, no pocas veces, con ciertos aspectos de la visión de mundo de aquella comunidad de investigadores. Tuve algunas ofertas de empleo en ese período, incluso con sueldos excelentes, pero las rechacé por falta de afinidad.

Aunque tenía buenas notas y lograba buenos resultados, completar una maestría centrada en calcular la prima de riesgo de Brasil fue algo agotador. En 2015 llegué a representar a la USP en un certamen mundial de econometría en Ámsterdam (Países Bajos). Nuestro equipo no se clasificó a la final, pero fuimos de los pocos que logramos completar el case.

Pensé en abandonar la carrera académica. La investigación en el ámbito de las finanzas no me motivaba. La realidad empezó a modificarse cuando supe que el profesor Naércio Menezes Filho, de la FEA-USP, estaba buscando a alguien para un puesto como asistente de investigación en Insper, institución en la que también es docente. Aprobé la selección y tuve la oportunidad de colaborar con una investigación que pretendía probar la existencia de un efecto, aún no explorado, del programa Bolsa Familia del gobierno federal. El objetivo era constatar si la expansión de la inclusión de estudiantes pobres en las escuelas públicas repercutió en una migración de los mejores alumnos hacia escuelas privadas. Esa fue la primera vez desde que, desde la economía, tuve contacto con la temática social. Las cifras en la computadora ya no eran solamente activos financieros, sino personas. Eso marcó la diferencia. Hallé el aliento que necesitaba para persistir en la vida académica.

Archivo personalMichael França: rutina cotidiana como docente, dentro y fuera de BrasilArchivo personal

Durante mi doctorado, también en la USP, al adentrarme en la economía social, hice un doble descubrimiento: intelectual y personal. Hallé mi lugar como investigador y comprendí mi propia trayectoria. La tesis constituye una divisoria de aguas en mi carrera. Inicié el doctorado en 2016, en el área de la economía social, bajo la dirección de Eduardo Amaral Haddad. Con el apoyo de la FAPESP, pude acceder a un período de investigación en la Universidad Columbia, en Nueva York (EE. UU.), bajo la supervisión de Rodrigo Reis Soares. En mi tesis, indagué en la relación entre las tasas de fecundidad y el desarrollo socioeconómico de Brasil. Además de realizar estimaciones sobre la distribución del ingreso, manejé datos de distinta naturaleza, climáticos y mediáticos, entre otros.

En 2020 comencé una investigación posdoctoral en Insper bajo la supervisión de Sérgio Pinheiro Firpo, con quien terminamos siendo amigos. La investigación exploraba si había discriminación racial en los hospitales. El estudio pudo constatar, en las instancias de mayor crisis hospitalaria debido al covid-19, que el acceso a las UTI de los pacientes autodeclarados negros era menor. Este trabajo tuvo bastante repercusión. Posteriormente, hice contribuciones a otros proyectos de la agenda racial, como la creación de un algoritmo para la inversión en equidad racial y el desarrollo del Índice Folha de Equilibrio Racial, a pedido del periódico Folha de S.Paulo. Hasta ahora, la temática racial ha sido poco explorada desde la perspectiva de la economía y, por eso, en 2020 creamos el Núcleo de Estudios Raciales de Insper, que actualmente coordino. A la fecha, somos 14 investigadores.

Si bien en un primer momento esta trayectoria académica no me convirtió en un experto, me permitió adquirir una percepción más amplia de la economía. Hoy, con 34 años, compruebo que he adquirido la capacidad de establecer algunas conexiones entre distintas áreas, así como de poder dialogar con personas de diferentes clases sociales. Estoy atento a la visión de mundo de quienes viven en las periferias, como así también a la de la gente rica. Esta ventaja no solo se hace presente en las investigaciones que llevo a cabo, sino también en mis intervenciones en los debates públicos, lo que me hace sentir más confiado para seguir adelante. Por cierto, esto se lo debo al minicurso de escritura de Insper, cuando descubrí que sabía y podía escribir.

Pese al esfuerzo permanente por escribir en un lenguaje accesible como columnista de un gran periódico, soy consciente de que, como negro, el sesgo racial y social del país limita la llegada a determinados públicos. A pesar del costo académico de invertir tiempo en otras actividades que van más allá de la investigación, insisto. Considero que el conocimiento técnico-científico es una fuerza con poder de transformación social. Por ello, cabe hacer que llegue a los diversos estratos y grupos sociales del país.

Mi rutina diaria es bastante diversa. Mis actividades se dividen entre los proyectos de investigación, la coordinación del Núcleo, la columna en Folha de S.Paulo y, ahora mismo, una temporada como investigador visitante en la Universidad Stanford (EE. UU.). Mis escritos y mis participaciones en eventos he sido bastante convocado a intervenir en el debate público y a ofrecer contribuciones, especialmente sobre agendas relacionadas con las desigualdades sociales y las políticas públicas. No descarto, en un futuro, participar en la política institucional, como técnico o como candidato a un cargo electivo. A propósito, ya me han cursado importantes invitaciones. Por ahora, las he rechazado a todas.

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