Aparentemente, el virus de la fiebre chikunguña ha llegado a Brasil para quedarse y ha hecho que el país bata el récord americano en cuanto a la cifra total de casos. Desde la identificación del primer caso autóctono en 2014, se extendió rápidamente por todos los estados del país y no ha dejado de causar problemas. En este último decenio, ha habido al menos siete grandes brotes ‒ uno por año desde 2016 en adelante ‒, con casi 254.000 infecciones confirmadas por laboratorio y 1,2 millones de casos sospechosos, así como unos mil fallecidos. Dos estudios recientes están ayudando a comprender mejor el patrón de incidencia de la enfermedad y de circulación del virus, que ha ido acumulando alteraciones genéticas capaces de elevar su poder de replicación en el organismo humano.
En el primer estudio, publicado en abril en la revista The Lancet Microbe, el virólogo brasileño William Marciel de Souza, de la Universidad de Texas (EE. UU.), junto a colaboradores de Brasil y del exterior, analizaron la información de los 253.545 casos de chikunguña registrados en 3.316 municipios brasileños entre marzo de 2013 y junio de 2022. Todos fueron confirmados mediante pruebas de laboratorio para descartar la posibilidad de infección por dengue, algunos de cuyos síntomas son similares a los del chikunguña. Al evaluar la distribución de los casos a lo largo del tiempo, los investigadores identificaron siete grandes olas (brotes). En cada uno de ellos, los picos se produjeron entre febrero y junio, los meses más cálidos y lluviosos del año en buena parte del país, propicios para la multiplicación de los vectores. El virus se transmite a los seres humanos por la picadura de las hembras del mosquito Aedes aegypti y Aedes albopictus, presentes en prácticamente todo el territorio nacional.
A continuación, Marciel de Souza y sus colaboradores compararon la información temporal de los casos con su distribución geográfica e identificaron un nuevo patrón. Los lugares afectados por un brote en un año determinado quedaban libres de la infección en los años siguientes. Este patrón de incidencia refuerza la idea de que el virus del chikunguña conduce al desarrollo de una inmunidad duradera, algo que ya sugerían los estudios con animales de laboratorio y las pruebas con la sangre de personas de otros países en donde circula el virus. Si esta forma de inmunidad fuera un hecho, un individuo que se cura de la infección sería inmune al virus por años, o incluso de por vida, o bien de la posibilidad de desarrollar la enfermedad.
El patrón hallado por el grupo también indica que el virus se propaga en pequeños focos, generalmente acotados a unos pocos municipios, lo que hace posible la reaparición de brotes en estados ya afectados antes. Esto quedó claro cuando se analizaron los datos de Tocantins, Pernambuco y Ceará, en donde los brotes se repitieron con intervalos de algunos años. En dichos estados, los lugares con alto número de casos en una ola registraban una cifra pequeña en la siguiente, lo que indica una dispersión por focos y, en las zonas donde ya se habían producido brotes, la existencia de algún nivel de protección inmunitaria contra la enfermedad o su transmisión. Esto ha sido así incluso en Ceará, donde se ha registrado el 30 % del total de los casos brasileños.
“En las dos primeras olas de la epidemia, el virus circuló mucho por el norte de Ceará; en la última, afectó a municipios del sur del estado”, comenta el virólogo José Luiz Proença Módena, de la Universidad de Campinas (Unicamp), uno de los coordinadores del estudio junto con la médica Ester Sabino, de la Universidad de São Paulo (USP), el biomédico portugués Nuno Faria, del Imperial College de Londres, y el inmunólogo estadounidense Scott Weaver, de la Universidad de Texas. El trabajo fue financiado conjuntamente por la FAPESP, el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y por fuentes internacionales.
Por un lado, las poblaciones de los municipios con alta circulación parecen estar protegidas; por otro, las menos expuestas siguen siendo susceptibles a la infección. Esto hace que gran parte del país sea terreno fértil para la propagación del virus, ya que un 40 % de los municipios brasileños todavía no han tenido brotes de chikunguña, incluso las áreas densamente pobladas del sudeste del país. “Pese a que se ha identificado un cierto patrón de incidencia de los casos, aún no podemos prever dónde se producirá el próximo brote”, dice el virólogo de la Unicamp.
Al estudiar en detalle los datos de Ceará, donde ha habido 77.418 casos desde 2013, los investigadores también han notado que el virus ha infectado con mayor frecuencia a mujeres adultas, así como a niños y ancianos de ambos sexos. Estas características sugieren que la transmisión ocurre en ambientes domésticos, ya que estas personas generalmente pasan más tiempo en sus hogares. Otro dato que surgió de este análisis fue la tasa de mortalidad. Allí, el virus causó la muerte de 1,3 individuos por cada 1.000 casos, una tasa similar a la del dengue (1,1 ‰). “Aunque no haya reinfección, como en el dengue, el chikunguña también mata”, recuerda Marciel de Souza, uno de los autores principales del estudio.
El segundo artículo, publicado en julio en la revista Nature Communications y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, completa el panorama de la fiebre chikunguña en Brasil al revelar algunas características genéticas del virus que actualmente se halla en circulación. En el estudio, equipos de más de 30 instituciones brasileñas secuenciaron el genoma de 422 muestras del virus extraídas de personas infectadas en 2021 y 2022, cuando hubo 312.000 casos sospechosos en el país, y compararon la información con la de otros 1.565 genomas de brotes anteriores que se produjeron en Brasil y en el exterior.
Todos los casos nacionales recientes han sido provocados por el virus del linaje este-centro-sudafricano (ecsa), asociado a muertes tanto entre personas con su salud menguada por otras enfermedades como en individuos sanos. Su llegada a Brasil, específicamente a Bahía, se produjo en 2014, por la misma época en que una segunda variante, de origen asiático, fue identificada en Amapá, tak como apuntó un estudio realizado por investigadores del Instituto Evandro Chagas (IEC), de Pará, publicado en 2015 en la revista BMC Medicine. A medida que fue replicándose e infectando a insectos y seres humanos, el virus del linaje ecsa fue paulatinamente acumulando alteraciones en su genoma (mutaciones) que actualmente permiten separarlo en dos subgrupos: el clado I, extendido por las regiones del nordeste, centro-oeste, sudeste y sur; y el clado II, mayoritariamente hallado en el nordeste.
Aunque el ecsa haya entrado a Brasil por el nordeste, las variedades actualmente en circulación derivan de los virus que surgieron en el sudeste, probablemente en Río de Janeiro, a principios de 2018, y debido al tránsito de personas entre ambas regiones, fueron reintroducidos posteriormente en el nordeste. Desde allí, el linaje ecsa se propagó a otras regiones del país y llegó a Paraguay.
Algunas mutaciones llamaron la atención de los investigadores porque sugieren que el virus podría estar adaptándose al organismo de sus vectores, como así también ser capaz de eludir la primera línea de defensa del sistema inmunitario, algo que aún debe confirmarse mediante experimentos en laboratorio. “Hemos detectado alteraciones genéticas que, en otros virus, ya se han asociado a un aumento de su capacidad de replicación y adaptación al hospedador”, comenta el virólogo Luiz Alcântara, investigador del Instituto René Rachou, unidad de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Minas Gerais, y uno de los autores principales del estudio publicado en Nature Communications, junto a la viróloga Marta Giovanetti y el biólogo Joilson Xavier.
“Los dos trabajos sugieren que el virus se ha adaptado cada vez más a las condiciones que ha hallado en el país, lo que puede llevar a brotes mayores”, comenta el virólogo Maurício Nogueira, de la Faculdade de Medicina de São José do Rio Preto (Famerp), quien no participó de las investigaciones. “Esto puede convertirse en un grave problema en la región sudeste, la más poblada del país, donde la cantidad de casos hasta ahora ha sido menor y la población sigue siendo susceptible al virus”.
Datos de 2023 del Ministerio de Salud indican que parece estar en curso una octava ola de chikunguña. Hasta finales de agosto se habían registrado en el país 142.500 posibles casos de infección, el 60 % de los mismos en Minas Gerais, que hasta ahora no había experimentado un brote importante. En São Paulo, la cantidad de casos aún es baja (unos 3.000), pero el total de muertos ascendió a 12, casi el doble que los registrados en 2021, cuando hubo 18.600 posibles casos.
Lo que ya es preocupante puede llegar a agravarse debido al cambio climático. Los estudios sugieren que el aumento de la temperatura media del planeta puede generar las condiciones ideales para que los mosquitos transmitan el virus del chikunguña durante una mayor cantidad de meses al año y en zonas donde antes el clima no era tan propicio. “Como no se toman medidas para controlar al mosquito, lo que frena la transmisión es el invierno, que en el norte y el nordeste es muy suave”, comenta el virólogo Pedro Vasconcelos, del IEC.
La infección con el virus del chikunguña ‒ nombre que procede de una expresión en kimakonde que significa “el que se dobla” ‒, fue identificada por primera vez en Tanzania en 1952, y causa fiebre alta, dolores intensos e inflamación de la articulaciones, sumado a otros síntomas similares a los del dengue y el zika, como la fiebre y las manchas rojas en el cuerpo. De momento, no existe una medicación específica para combatir al virus y el tratamiento consiste en administrar compuestos para disminuir la fiebre y aliviar los dolores.
Se encuentra en su fase final de ensayos en humanos una fórmula prometedora que en los próximos años podría convertirse en una vacuna. El posible inmunógeno, desarrollado por Valneva, una empresa francesa de biotecnología y conocido solamente por la sigla VLA 1533, utiliza el virus vivo atenuado para estimular la respuesta del sistema inmunitario. Los resultados preliminares de un ensayo clínico de fase III, publicados en junio de este año en la revista The Lancet, indican que el compuesto es seguro e inmunogénico. La administración de una única dosis fue suficiente para generar anticuerpos neutralizantes en un 98 % de los voluntarios. En Brasil, el Instituto Butantan actualmente está evaluando la eficacia de esta fórmula en 750 adolescentes de nueve estados. Empero, por ahora, la forma más eficiente de evitar los brotes es combatir al mosquito.
Proyecto
Centro Conjunto Brasil-Reino Unido para el Descubrimiento, el Diagnóstico, la Genómica y la Epidemiología de los Arbovirus (Cadde) (nº 18/14389-0); Modalidad Proyecto Temático; Investigadora responsable Ester Cerdeira Sabino (USP); Inversión R$ 9.281.439,23.
Artículos científicos
DE SOUZA, W. M. et al. Spatiotemporal dynamics and recurrence of chikungunya virus in Brazil: An epidemiological study. The Lancet Microbe. may. 2023.
XAVIER, J. et al. Increased interregional virus exchange and nucleotide diversity outline the expansion of chikungunya virus in Brazil. Nature Communications. 21 jul. 2023.
TEIXEIRA NUNES, M. R. et al. Emergence and potential for spread of chikungunya virus in Brazil. BMC Medicine. 30 abr. 2015.
SCHNEIDER, M. et al. Safety and immunogenicity of a single-shot live-attenuated chikungunya vaccine: A double-blind, multicentre, randomised, placebo-controlled, phase 3 trial. The Lancet. 24 jun. 2023.