La palabra desver se utiliza a menudo en las redes sociales y alude al deseo de no haber visto algo. Este neologismo nos viene a la mente al depararnos con las imágenes de las grotescas “rocas plásticas”: una involuntaria creación humana compuesta de minerales, polímeros y restos de animales.
Los plásticos que invaden nuestros océanos y ríos constituyen otra externalidad negativa de nuestra dependencia de los recursos fósiles, que se suma a la contaminación atmosférica y al calentamiento global. La necesidad imperiosa de una transición hacia un régimen de bajas emisiones de carbono impulsa la búsqueda de fuentes de energía y materiales alternativos. Estos, entre otros requisitos, deben ser tecnológicamente factibles, ambientalmente sostenibles y capaces de satisfacer una creciente demanda.
El hidrógeno es un combustible prometedor, que viene estudiándose desde hace muchos años, y que ahora ha comenzado a producirse a un ritmo más acelerado. Pese a que es un elemento químico abundante en la naturaleza, rara vez se lo encuentra en forma aislada. Se lo puede obtener de fuentes diversas, como la ruptura de las moléculas de agua y de etanol, o bien mediante una reforma del gas natural.
La propuesta es que el hidrógeno sustituya a los combustibles fósiles en sectores tales como el transporte y las industrias intensivas en energía, tal como lo muestra el editor Yuri Vasconcelos en el exhaustivo artículo sobre el tema que ilustra la portada de esta edición.
Cuando el cosmos era básicamente una espesa nube de hidrógeno y helio, inmediatamente después del Big Bang, empezaron a surgir las primeras estrellas y galaxias a partir de la aglutinación de los elementos existentes. El supertelescopio James Webb, lanzado al espacio a finales de 2021, ha registrado los albores de este proceso al observar galaxias que ya estaban completamente formadas cuando el Universo tenía tan solo un 5 % de su edad actual. Las primeras imágenes, además de proporcionar un avance en la comprensión de la génesis y la evolución de las galaxias, también han servido para calcular la velocidad de expansión del Universo.
Otro elemento químico de la tabla periódica, el niobio, también está presente en este número. La sección Memoria narra la historia de los veteranos del proyecto brasileño dedicado a la producción de niobio metálico. El esfuerzo por alcanzar la autosuficiencia nacional en esta aleación que se utiliza en aparatos como los de resonancia magnética ha rendido frutos industriales y académicos.
Guardiana del patrimonio bibliográfico brasileño, con más de 10 millones de títulos, la bicentenaria Biblioteca Nacional (BN) constituye un tesoro. Marco Lucchesi, profesor de literatura comparada de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), asumió este año la presidencia de la institución con la misión de volverla más accesible. En una entrevista concedida a la periodista Christina Queiroz, el poeta y escritor habla de su labor al frente de la BN y de la importancia de la investigación en las áreas de la literatura y la historia para la traducción de autores extranjeros en portugués, una actividad a la que también se dedica.
Para finalizar, una noticia que llega en buena hora. El Hospital Albert Einstein de São Paulo inauguró una plataforma de divulgación científica denominada Science Arena, que publica reportajes, ensayos y artículos científicos sobre la producción científica brasileña y mundial. La plataforma es coordinada por el periodista Bruno de Pierro, antiguo colaborador de Pesquisa FAPESP. ¡Larga vida a esta iniciativa!
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