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ENTREVISTA

Elisabete Weiderpass: A la espera de un tsunami

La epidemióloga brasileña, directora de la agencia de lucha contra el cáncer de la OMS, alerta sobre el aumento de casos previsto para las próximas décadas

Weiderpass, durante una visita al Icesp

Everton Ballardin / Revista Pesquisa FAPESP

Hacia finales de la próxima década, la humanidad será testigo de un incremento significativo de nuevos casos de cáncer y de muertes a causa de esta enfermedad. Las últimas proyecciones de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (Iarc/OMS), entidad que tiene a su cargo la investigación de las causas de este conjunto de enfermedades y de elaborar estadísticas internacionales, sugieren que el total de nuevos casos por año aumentará un 56 %, lo que supondrá un salto, de los 19 millones registrados en 2020 a 30 millones en 2040. Las muertes pasarán de 10 a 16,3 millones. En Brasil, se espera un incremento de los casos de casi un 70 %, y de un 80 % de las muertes. “Ninguna nación está preparada para lidiar con el tsunami de casos de cáncer que sobrevendrá en las próximas décadas”, declaró a Pesquisa FAPESP la epidemióloga brasileña Elisabete Weiderpass.

Primera mujer al frente de la Iarc, Weiderpass nació en Santo André, un municipio del Área Metropolitana de São Paulo, y se decantó por estudiar medicina en la Universidad Federal de Pelotas (UFPel), atraída por las ideas del médico sanitarista brasileño Kurt Kloetzl (1923-2007), fundador del Departamento de Medicina Social de esa institución del estado de Rio Grande do Sul. Tras realizar una pasantía en la Iarc, Weiderpass se doctoró en el Instituto Karolinska de Suecia, donde llegó a ser profesora titular. En 2019 fue elegida como directora de la agencia contra el cáncer de la OMS, cargo para el que fue reelecta en mayo, para ejercer un nuevo mandato de cinco años. Al frente de la Iarc, se ha propuesto profundizar el intercambio científico con investigadores de instituciones brasileñas.

A los 57 años y casada con el toxicólogo finlandés Harri Vainio, Weiderpass ostenta una vasta producción científica y espera poder contribuir para universalizar el acceso a la detección precoz y al tratamiento básico del cáncer. El 17 de julio, participó de un evento que se llevó a cabo en el Instituto del Cáncer del Estado de São Paulo (Icesp) y conversó con Pesquisa FAPESP acerca del aumento de casos esperado y sobre la posibilidad de prevenir gran parte de ellos disminuyendo la exposición a factores de riesgo como el tabaco y el alcohol.

Según indican las últimas proyecciones de la Iarc, los nuevos casos de cáncer en el mundo pasarán de 19 millones en 2020 a 30 millones en 2040. ¿A qué se debe este incremento?
Está relacionado fundamentalmente con el crecimiento de la población mundial, pero también con el envejecimiento. En general, las personas que nacen cada año tienen una expectativa de vida dos meses más alta en promedio que las nacidas el año anterior. En 10 o 20 años, este ritmo de envejecimiento de la población se vuelve significativo. En principio, el cáncer es una enfermedad que afecta a los ancianos. La edad promedio de diagnóstico es de 66 años. En muchos países, la esperanza de vida de la población recién ahora está alcanzando ese rango. En estos países se está registrando un aumento considerable de los casos de cáncer. La incidencia [la cifra de casos nuevos] anual también se ve influida por la exposición a los factores de riesgo, que varían entre una u otra región. El más importante es el tabaquismo. El consumo de tabaco en sus diferentes formas es directamente responsable de alrededor de un 20 % de los casos de cáncer en todo el mundo y en algunas regiones sigue aumentando, sobre todo entre las mujeres.

El crecimiento no será homogéneo. ¿Cómo estamos en Brasil?
El aumento o la disminución de la incidencia y la mortalidad son diferentes en cada región del mundo, como así también los tipos de cáncer más frecuentes, que varían entre una u otra debido al patrón de exposición a los factores de riesgo. En Brasil, se espera para finales de la próxima década un crecimiento de casi un 70 % de la cantidad de casos por año, que pasarán de 592.000 en 2020 a casi 1 millón en 2040. La mortalidad se incrementará en un 80 %, de 260.000 a 470.000. En los países más pobres, este aumento llegará a un 400 %. Ninguna nación está preparada para lidiar con el tsunami de pacientes que se avecinan.

Hoy en día, el cáncer es la segunda causa de muerte en todo el mundo, con 10 millones de fallecidos en 2021. ¿Se convertirá en el asesino principal de la humanidad?
Será la primera causa de muerte en todos los países hasta finales de siglo, especialmente de muertes precoces, aquellas que se producen antes de los 70 años y, en principio, serían evitables. Ya hay al menos 55 países en los que el cáncer es la causa principal de estas muertes prematuras. La mortalidad atribuible al cáncer provocará un estancamiento de la expectativa de vida de la población en todo el mundo.

Las proyecciones del Informe Mundial sobre el Cáncer 2020 de la OMS, indican que, dentro de unas décadas, el 75 % de las muertes por cáncer se producirá en países de ingresos medianos y bajos. ¿Cuáles son las razones?
En la actualidad, Asia concentra la mitad de los casos de cáncer de todo el mundo y el 58 % de las muertes. Europa alberga el 23 % de los casos y el 19 % de las muertes; Estados Unidos, el 21 % de los casos y el 14 % de las muertes; Latinoamérica y el Caribe, el 8 % y el 7 %, respectivamente, y África, el 6 % y 7 %. Hay una diferencia clara entre incidencia y mortalidad. La incidencia depende del tamaño, la edad y la esperanza de vida de la población. En cambio, la mortalidad depende del tipo de sistema sanitario disponible y de la etiología de los distintos tipos de cáncer. En África y Asia, la mayoría de los casos de cáncer tienen su origen en enfermedades infecciosas y son muy agresivos. En la India, por ejemplo, se registran muchos casos de cáncer bucal asociado al consumo de tabaco. La gente mastica hojas de tabaco todo el día. Es un hábito que se inicia en la infancia y se extiende por décadas. Cuando se diagnostica el cáncer, este se encuentra tan avanzado que no hay forma de curarlo.

Hicimos un estudio en Francia y demostramos que el 40 % de todos los tipos de cáncer puede prevenirse con medidas que conocemos y que son aplicables

¿Hay una influencia cultural en lo que tiene que ver con la exposición a los factores de riesgo?
El factor cultural existe, pero es secundario frente a la aplicación de las leyes y la educación de la población para prevenir el cáncer. Lo que influye en la adopción de estilos de vida cancerígenos asociados al consumo de tabaco y alcohol es la existencia de una ley y su aplicación efectiva, como así también la presión tributaria sobre estos productos. El porcentaje de fumadores en el mundo aumenta o disminuye en función de la efectividad de la implementación de las leyes y del control que se ejerce sobre estos productos. El único tratado internacional negociado por la OMS es la Convención Marco para el Control del Tabaco de 2003, de la que Brasil es signatario. La misma incluye diversas recomendaciones tendientes a proteger a las poblaciones de las consecuencias del consumo y la exposición al humo del tabaco. Pero los países no las siguen como deberían.

¿Qué opina de las disposiciones adoptadas por Brasil para hacer frente al tabaquismo?
El país está tomando medidas importantes para la prevención del tabaquismo, pero no ha seguido todas las recomendaciones del Convenio Marco. El precio de los cigarrillos sigue siendo relativamente bajo. Hay margen para aumentarlo gravándolo con impuestos y limitando más el acceso. También podrían restringirse los puntos y horarios de venta y promoverse cambios en los paquetes, como suprimir la exhibición de marcas. Australia y Canadá, por ejemplo, han implementado el convenio en forma más eficaz y ya incluyen en cada cigarrillo la inscripción: “el cigarrillo mata”. En estos países, las cajetillas ahora son blancas. Pese a las medidas adoptadas en Brasil, la incidencia del cáncer de pulmón sigue aumentando. Lo que se ha hecho es importante, pero queda un largo camino por recorrer.

¿Y en lo que se refiere al alcohol?
Se trata de un factor de riesgo importante para el desarrollo del cáncer, pero la población en general y parte de los profesionales de la salud desconocen sus efectos. Hemos llevado a cabo un estudio en Francia, que posteriormente replicamos en Brasil. El trabajo demostró que allá, el 40 % de todos los cánceres puede prevenirse con medidas que conocemos y que son aplicables, siempre y cuando exista la voluntad política de reducir drásticamente el problema. En Francia, la eliminación del consumo de tabaco evitaría un 20 % de los casos de cáncer. El segundo factor de riesgo más importante resultó ser el consumo de alcohol, responsable de un 8 % de los casos. Son porcentajes que no deben desestimarse, pero los profesionales de la salud aún no son conscientes de que el alcohol causa tumores de esófago, hígado y mama, además de cáncer de colon y recto, de la cavidad oral y de faringe. Hasta hace poco, la comunidad médica afirmaba que el alcohol traía beneficios cardiovasculares. Las investigaciones más recientes contradicen esta idea [lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 327].

¿Cuál es la situación de Brasil en materia de regulación de la venta y el consumo de bebidas alcohólicas?
No conozco los pormenores. Lo que puede verse es que las bebidas alcohólicas se venden en todas partes, prácticamente sin restricciones, y el control de la edad mínima requerida no se aplica estrictamente. Además, el consumo está aceptado en todos los grupos sociales. Queda mucho camino por recorrer hasta que los profesionales de la medicina tomen consciencia de los riesgos asociados a este consumo, sobre todo entre los jóvenes.

Algunos datos de la OMS apuntaron que entre un 30 % y un 40 % de los casos de cáncer podrían evitarse. ¿Para cuáles tipos de cáncer la prevención funciona mejor?
Esas cifras son más bien de un 40 % a un 50 %, dependiendo del país. Un artículo publicado en 2018 muestra los porcentajes que pueden prevenirse de cada tipo de cáncer. Por ejemplo, para el de cuello uterino es de casi el 100 %. Para el caso del cáncer de pulmón, más de un 90 %. Para otros es más bajo.

¿Cómo puede convencerse a los responsables de la toma de decisiones de que es preferible hacer prevención?
Pueden implementarse acciones de corto, mediano y largo plazo. Una de ellas es la “alfabetización” sanitaria. Si se le pregunta a la gente qué causa el cáncer, no sabe responder. La mayoría mencionará al cigarrillo, pero no mucho más. Hay 12 tipos de exposición que son habituales en la vida cotidiana y pueden causar cáncer. Algunas de ellas son: fumar, consumir bebidas alcohólicas, una dieta pobre en frutas, vegetales y fibras, la exposición a una dosis intensa de luz solar, entre otras. Es esencial enseñarle esto a la gente desde una edad temprana. Cuando las personas están suficientemente informadas acerca de los riesgos y están en condiciones de protegerse, reducen hasta cierto punto su exposición a los riesgos. A nivel gubernamental, pueden adoptarse medidas eficaces y rentables, como el control del tabaquismo y del consumo de alcohol, además de la vacunación contra el virus del papiloma humano [VPH].

Esto trae conflictos con la industria.
Un conflicto permanente y encarnizado. La Iarc enfrenta ataques cotidianos de la industria de los pesticidas, herbicidas y de los alimentos ultraprocesados. Desde mediados de julio, también de la industria de los refrescos. Las tácticas para desautorizar a la ciencia son harto conocidas. Cuando las investigaciones empezaron a demostrar que el tabaquismo mataba, la industria del tabaco comenzó a sembrar dudas. Decían que los estudios no estaban bien hechos o que no eran concluyentes o que había controversias entre los científicos. Otra táctica consistía en contratar científicos que produjeran estudios negando los trabajos que demostraban el riesgo de cáncer. La industria también infiltra individuos en las universidades, ministerios y organismos que definen las leyes. Las mismas tácticas han sido utilizadas por la industria de los percloratos [compuestos que revisten productos antiadherentes], de los embutidos y de las bebidas alcohólicas. Ahora las está utilizando la industria de los refrescos, porque el 14 de julio publicamos un artículo en la revista Lancet Oncology, con un análisis que apunta al aspartamo, un edulcorante sintético que se utiliza en estas bebidas, como posible agente cancerígeno.

Los nuevos tratamientos son esperanzadores para algunos tipos de cáncer, pero aún son experimentales y no están disponibles para toda la población

La Iarc ya lleva clasificados más de mil factores en función de su riesgo como agentes cancerígenos. ¿Cuáles son los más peligrosos?
El tabaco es el número 1. También dentro de ese grupo 1, el de los factores al respecto de los cuales existen evidencias suficientes de que causan cáncer, se incluyen la radiación solar, el consumo de bebidas alcohólicas y de carnes procesadas [embutidos], y la exposición al benceno, la radiación ionizante, la contaminación atmosférica y el asbesto. En el grupo 2a, el de los que potencialmente pueden ser causa de cáncer, están el consumo de frituras elaboradas a altas temperaturas y el de carnes rojas, la exposición al glifosato y al DDT, entre otros. El aspartamo está incluido en el grupo 2b, el de los que posiblemente causan cáncer, en el que también entran la exposición a los vapores de combustión de la gasolina, las emisiones electromagnéticas en el rango de las radiofrecuencias. La lista completa se encuentra disponible en el sitio web: iarc.who.int.

Un estudio suyo de 2022 apunta que la incidencia del cáncer en personas menores de 50 años está aumentando. ¿Por qué?
Hemos observado este fenómeno en varios países, principalmente en relación con el cáncer colorrectal. Una de las hipótesis plantea que es una consecuencia de la obesidad y de los patrones alimentarios.

¿Cómo influyen las desigualdades ingresos en la incidencia y el desenlace del cáncer?
El estatus socioeconómico es un factor clave a la hora de definir la incidencia y la mortalidad. En un artículo publicado en 2022 en la revista Lancet Regional Health, demostramos que la incidencia del cáncer de cuello de útero registra escasa variación entre las mujeres con un nivel socioeconómico medio y alto en la Unión Europea. Entre las de bajos ingresos, la variación es inmensa. Se trata de un patrón presente en todo el mundo: en las regiones más pobres, la incidencia y la mortalidad son mayores.

¿Qué está indicando este patrón?
Apunta a los sospechosos obvios. Una mayor exposición a factores de riesgo, tales como el consumo de tabaco y alcohol, una dieta inadecuada, obesidad, falta de actividad física, exposición laboral, contaminación atmosférica. Otra explicación tiene que ver con una menor disponibilidad de detección precoz de varios tipos de tumores, el acceso tardío al sistema sanitario y una menor adhesión a los tratamientos. Es algo que se repite en todo el mundo.

¿Cómo puede solucionarse?
Mediante la adopción de políticas que tengan en cuenta las desigualdades sociales. La gente más pobre tiene menos acceso a la información, saben menos al respecto de los agentes cancerígenos. También le resulta más difícil identificar los síntomas y buscar atención médica. En Brasil, incluso con el acceso universal a la salud garantizado por el SUS , el Sistema Único de Salud, estas diferencias en la incidencia y en la mortalidad siguen existiendo. No es un problema exclusivo del país. Hay que adaptar la atención sanitaria a las necesidades de las poblaciones menos favorecidas.

¿Cómo analiza los avances de las últimas décadas en lo que concierne a la detección y el tratamiento del cáncer?
Ha habido una mejora. Es por eso que en muchos países vemos una disminución en la incidencia y la mortalidad. Esto se debe principalmente a los avances en la prevención, que es lo que da más resultado, pero también en el diagnóstico precoz y en la mejora del acceso a tratamientos efectivos. El rastreo genera buenos resultados para el cáncer de cuello uterino, de mama y algunos tipos de leucemia. El éxito aún es limitado para el cáncer de pulmón, pancreático, de esófago, estomacal y cerebral. En la mayoría de los casos, la detección se produce en forma tardía, cuando ya ha hecho metástasis.

¿Cómo analiza los más recientes tratamientos?
Los considero prometedores. Son esperanzadores para algunos tipos de cáncer. El más interesante es el del melanoma, el más agresivo de los cánceres de piel. Las llamadas terapias blanco contra el cáncer han elevado la sobrevida para gran parte de los pacientes. Pero todavía son experimentales y no están disponibles para la totalidad de la población. No veremos un impacto inmediato en la mortalidad.

En 2022, entrevistamos al oncólogo Chi Van Dang, director científico del Instituto Ludwig de Investigación Oncológica de Nueva York, quien se mostró optimista y dijo que vislumbra un futuro libre de cáncer. ¿Cuál es su perspectiva al respecto?
Me alegra saber que su perspectiva es tan optimista. La mía está templada por la realidad que percibo en los países que visito. El camino a recorrer es largo y el reto es inmenso. Ni siquiera hablo de terapias avanzadas, sino de detección precoz y acceso a tratamientos básicos. Muchos países aún no tienen acceso a la radioterapia y quimioterapia de base. Varios de ellos no cuentan con patólogos. Mi sueño es que todo el mundo pueda acceder al rastreo, a la detección precoz y a un tratamiento básico como derecho humano mínimo. Más que desarrollar terapias de punta, el desafío es organizar los sistemas sanitarios para poder atender a una población cada vez más numerosa y envejecida.

¿Cuáles son las prioridades en la investigación oncológica?
Hoy en día, la mayoría de los recursos en oncología se destinan a la investigación de terapias avanzadas. Eso es importante, pero es improbable que disminuya la mortalidad. Las nuevas terapias, por lo general, extienden la vida unos días o algunas semanas. Si tuviese una varita mágica, destinaría una parte sustancial de los fondos a la prevención, que salva una mayor cantidad de vidas, e invertiría en investigaciones tendientes a implementar las posibilidades de prevención disponibles en la actualidad.

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