EDUARDO CESAREn un intento por descubrir cuáles son las consecuencias de la utilización de la marihuana durante el embarazo, un equipo de neonatólogos, psicólogos y psiquiatras de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) investigó de qué manera la droga interfiere en el desarrollo neurológico del feto. El análisis de bebés cuyas madres consumieron marihuana durante los tres últimos meses de gestación comprobó, en los primeros días de vida, que ellos se hallaban más estresados, menos sensibles a estímulos externos, más llorones y más difíciles de ser calmados en sus crisis de llanto que los bebés que no fueron expuestos a la droga. “La marihuana es la droga ilícita más consumida del mundo y cuyos efectos son los menos estudiados”, dice el coordinador del trabajo, Ronaldo Laranjeira, del Departamento de Psiquiatría de la Unifesp.
Para alcanzar esa conclusión, los investigadores evaluaron la coordinación motriz, los reflejos, el tono muscular e investigaron señales de estrés en 561 hijos de madres adolescentes sanas que nacieron en el hospital Mário de Moraes Altenfelder Silva, en la zona Norte de la capital paulista, entre junio de 2001 y noviembre de 2002. La tesis doctoral de la pediatra Marina Moraes Barros se centró en el estudio de bebés con peso apropiado para la edad de gestación, de 37 a 42 semanas, que no enfrentaron ninguna dificultad durante el parto y cuyas madres no consumieron ningún otro tipo de droga durante el embarazo. Por medio del análisis de un pelo del cabello de las adolescentes, el grupo detectó que 26 de ellas habían consumido marihuana en los últimos meses de gestación. El test fue confirmado con el estudio de las primeras heces de los bebés, donde también se hallaron residuos de la droga.
Durante los exámenes, los bebés que tuvieron contacto con la marihuana se mostraron más inquietos, desatentos y estresados. Los investigadores observaron que ellos tenían un sueño conturbado y mayor dificultad para despertar. En ellos, aquellos temblores y movimientos bruscos, bastante comunes entre los recién nacidos, aparecieron con mayor frecuencia.
Entre los tests para evaluar la atención de los niños, los investigadores observaron su capacidad para acompañar con los ojos los movimientos de una pelota roja, en movimiento frente al rostro de cada uno de ellos. Algunos de los que fueron expuestos a la marihuana no repararon bien en la pelota y la mayoría de ellos demostró poco interés. Los científicos utilizaron otros objetos, tales como un sonajero y un silbato para ensayar la reacción a estímulos visuales y auditivos, concluyendo que estos niños eran más desatentos. “Ese comportamiento alterado en la primeras 72 horas de vida, significa que pueden existir problemas en la conformación del cerebro de los bebés”, interpreta Ruth Guinsburg, del Departamento de Pediatría de la Unifesp, que coordinó la investigación clínica de los recién nacidos. Según ella, es probable que el consumo de marihuana por parte de la madre, altere en el bebé la comunicación entre las neuronas accionada por el neurotransmisor dopamina, que se encuentra asociada al control de sensaciones como la excitación y la irritabilidad.
Esos 26 neonatos, sin embargo, no se encuentran condenados a ningún tipo de deficiencia neurológica. El desarrollo del cerebro no depende solamente de factores biológicos, sino también del ambiente y de la manera como esos bebés serán criados. Pequeños detalles como la atención, el cuidado, la disponibilidad de la madre y de otros familiares de estar siempre cerca, estimulando la percepción del bebé con jugueteos y afecto, son decisivos para su formación. Sabiendo eso, los investigadores decidieron trazar un perfil social, económico y psicológico de esas madres adolescentes, para contar con una idea del ambiente en el que ellos serán criados y cuales serán sus posibilidades de alcanzar un desarrollo saludable. El perfil, publicado en enero de este año en la revista Cuadernos de Salud Pública, fue trazado a partir de entrevistas con todas las 928 madres adolescentes que tuvieron hijos en el Hospital Mário de Moraes durante los dos años de estudio. Dentro de ese número se hallan incluidas las 561 madres que participaron de la investigación sobre la marihuana y el resto de la s madres adolescentes que habían sido excluidas del estudio porque no alcanzaban el patrón de salud o también, porque durante el embarazo habían consumido otros tipos de drogas.
Los investigadores se encontraron frente a un cuadro desalentador: una de cada cinco adolescentes en la edad promedio de 15 años, ya eran madres de un segundo hijo y el 90,4% de ellas se hallaban desempleadas. Más de la mitad de las niñas tenían bajos ingresos y sólo siete años de escolaridad. Durante la gestación, 294 declararon consumir alcohol, 17, marihuana y cocaína y 6 revelaron la utilización de drogas inyectables. Además de eso, 8 de cada 10 adolescentes no habían deseado ser madres, y por causa del embarazo habían dejado de estudiar.
Para complicar aún más ese cuadro, en otro momento de la vida, buena parte de ellas ya había enfrentado problemas de violencia doméstica, 81 habían sido atacadas con armas y 51 niñas fueron víctimas de violencia sexual. Sólo en el transcurso de los embarazos, la policía debió intervenir en 21 ocasiones para resolver conflictos domésticos. Y, como si no bastasen dificultades, como la inexperiencia de las madres adolescentes y su inmadurez, el equipo constató que una de cada tres jóvenes padecía por lo menos un desorden psiquiátrico, un índice bastante alto, lo que probablemente representa más de un obstáculo para la crianza y el crecimiento saludable del niño. El diagnóstico más frecuente fue depresión, trastorno de estrés pos-traumático y ansiedad.
En opinión de Laranjeira, es muy probable que todos esos problemas no se hayan desarrollado de manera independiente. “Algunos estudios sugieren que cuanto mayor es la pobreza, más bajo el nivel educativo y menor el apoyo familiar, mayores resultan los índices de embarazo en la adolescencia, asociado al consumo de drogas”, explica. Ahora los investigadores pretenden acompañar el crecimiento de los niños, tanto para descubrir cuales son los efectos a largo plazo de la exposición del feto a la marihuana, como para auxiliar y contribuir para su desarrollo saludable. Sin embargo, hasta el momento, lo que el equipo comprobó fue que los efectos provocados por la exposición del feto a la marihuana sólo se agregan a otros problemas hallados en el ambiente en el que esos niños crecerán – algunos de ellos son serios, como la exposición a situaciones de violencia – y que posiblemente interfieran de modo significativo en el futuro de ellos.
El proyecto
Uso de drogas por parte gestantes adolescentes.
Modalidad
Proyecto Temático
Coordinador
Ronaldo Ramos Laranjeira – Unifesp
Inversión
R$ 294.854,07 (FAPESP)