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GÉNERO

En busca de equilibrio

Al compararse la producción científica de las mujeres en diversos países, Brasil despunta entre los que están avanzando

Un informe dado a conocer el 8 de marzo por la editorial holandesa Elsevier, en el marco del Día Internacional de la Mujer, contiene un inédito conjunto de datos comparativos sobre la producción científica de varones y mujeres en 27 áreas del conocimiento. En el estudio se analizaron datos provenientes de 11 países y del conjunto de la Unión Europea, que revelan de manera general avances en dirección a un equilibrio de género en la ciencia a lo largo de los últimos 20 años. Durante el período comprendido entre 1996 y 2000, tan sólo uno de los países en estudio, Portugal, registraba más del 40% de su plantel científico de sexo femenino. En tanto, de 2001 a 2015, se sumaron varios otros socios a ese club, entre los que figuran Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Canadá, Francia, Dinamarca y Brasil, además de la Unión Europea.

La totalidad del informe se encuentra a disposición en bit.ly/GeneroCiencia

El porcentaje de varones y mujeres se midió mediante la identificación y el recuento de autores que publicaron en revistas indexadas en la base de datos Scopus de la editorial Elsevier, que engloba a más de 62 millones de artículos publicados en más de 21.500 magazines científicos. El informe, intitulado “El género dentro del panorama global de investigación científica”, señala a Brasil como uno de los países que más han avanzado en los indicadores generales. “En Brasil y en Portugal, el porcentaje de mujeres entre los autores se aproxima al 50%, en tanto que Japón, en el extremo opuesto, mantiene una muy baja participación femenina en la ciencia”, afirma la microbióloga Holly Kalk-Krzesinski, vicepresidenta de relaciones académicas de Elsevier y una de las responsables del estudio, según datos que figuran en el portal electrónico Inside Higher Ed. Los autores brasileños que publicaron entre 2001 y 2015 componen dos segmentos casi equivalentes: fueron 153.967 mujeres y 158.873 varones, o sea, un 49% y un 51% del total, respectivamente. El porcentaje registrado entre 1996 y 2000 era del 62% para los varones y un 38% para las mujeres, aunque los índices de ambos períodos no pueden compararse directamente porque el número de periódicos brasileños indexados en la base Scopus al final del siglo pasado era bastante menor que el actual.

Brasil también figura en una posición relativamente equilibrada en un subgrupo de indicadores. La presencia de mujeres entre los autores de artículos científicos de ingeniería es un ejemplo. Del total de la producción brasileña en dicha área entre 2011 y 2015, un 48% de los documentos tiene a una mujer como primera autora o como autora corresponsable, un índice que en el Reino Unido es del 44%, en Estados Unidos del 43% y en Japón, del 35%. Al analizar otro indicador, la participación femenina y masculina entre inventores, el desequilibrio brasileño se revela menor que en otros países: hay un 19% de mujeres y un 81% de varones, un desempeño solamente inferior al de Portugal, con un 26% de mujeres. En Japón, las mujeres representan el 8% de los inventores y en Estados Unidos, el 14%, si bien, en cifras absolutas, esos dos países registran 60 y 90 veces más inventores que Brasil, respectivamente. El contingente de inventores equivale a los depositantes de patentes registrados en la base de datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Wipo, en inglés).

La bióloga y analista informática Jacqueline Leta, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y estudiosa de las cuestiones de género en la ciencia, sostiene que existen rasgos culturales y formas de organización de la actividad científica en el país que pueden ayudar a explicar por qué las investigadoras brasileñas parecen enfrentar menos obstáculos que las de otras nacionalidades. “La posibilidad de que la mujer deje las labores domésticas en manos de otras personas no es algo frecuente en el exterior. En otros países es más difícil que las mujeres puedan delegar las ocupaciones domésticas y familiares”, sostiene. Algunas características de la comunidad científica brasileña, cuya actividad está bastante concentrada en las instituciones públicas del país, también pueden estar asociadas a una mayor estabilidad en la carrera de los investigadores, tanto varones como mujeres. “Nuestro sistema es más estable que el de otras naciones, donde hay mayor actividad de investigadores en la industria, el vínculo con las instituciones a veces es temporal y la movilidad de los científicos entre instituciones y países es determinante”.

Con todo, esa estabilidad no propicia una división más igualitaria en la ocupación de cargos en la universidad, dice la investigadora. Hace ocho años, un estudio de su autoría analizó la situación de 1.946 docentes de la UFRJ y concluyó que, con excepción de las áreas de letras, artes y humanidades, el porcentaje de mujeres involucradas en actividades de posgrado es siempre menor que la fracción femenina del total de docentes. “La UFRJ jamás tuvo una rectora. En la última sucesión de ese cargo había dos postulantes femeninas, ambas sumamente calificadas, y sin embargo el designado fue un varón”, informa.

Las mujeres publican menos que los varones, pero no existen evidencias de que eso tenga efectos sobre las citas

Fugas o pérdidas
El fenómeno de la falta de mujeres en puestos de prestigio constituye un problema en varios países. El informe de Elsevier se refiere al mismo con la expresión fuga o pérdida, una imagen comparativa para sugerir que los profesionales de los dos géneros inician juntos la carrera, pero un porcentaje mayor de mujeres abandona a mitad de camino. En una entrevista publicada en el informe, James Stirling, rector del Imperial College, del Reino Unido, se refiere a ese problema: las mujeres conforman el 35% de sus alumnos de grado en programas de ciencias, tecnología, ingenierías y matemática de la institución, empero, entre los docentes, tan sólo el 15% corresponde al sexo femenino. “No hay suficientes mujeres ingresando en esas disciplinas y, cuando lo hacen, tampoco alcanzan los puestos más altos de la carrera”, relató. Más allá de participar en un programa creado para reforzar el compromiso de las instituciones de investigación del Reino Unido con equilibrio de género, el Imperial College se empeña en combatir los prejuicios que obstaculizan a las mujeres el ingreso y la promoción de la carrera. “Se trata de un sesgo inconsciente, aunque puede contrarrestárselo con programas de capacitación”.

Así como hay equilibrio de género entre los autores brasileños, esa perspectiva se modifica cuando el análisis se desglosa en cada disciplina. En lo que constituye un fenómeno común con otros países, en Brasil, las mujeres tan sólo son el 23% de los autores en ciencia de la computación, el 24,8% en matemática, el 28,2 en economía y el 33% en física y astronomía. En tanto, en otras áreas, ellas son mayoría, como ocurre en los casos de enfermería (un 72,9%), inmunología y microbiología (un 58%), neurociencias (un 55,8%) y medicina (un 55,4%). El informe señala que los porcentajes femeninos entre 1996 y 2000 eran menores a los del período que fue de 2011 a 2015. En las ingenierías, el índice de autoras brasileñas era del 16% del total en el primer período y llegó al 29% en el último. Ese veloz crecimiento con el tiempo refuta la idea de que existan diferencias de género en la formación de la inteligencia, con una ventaja masculina que surge en la adolescencia, y sugieren que el problema es de naturaleza sociocultural”, sostiene el informe.

La socióloga Maria Teresa Citeli refiere que hay explicaciones específicas para la concentración femenina en algunas áreas. “Se ha dicho que la gran participación de las mujeres en ciertas áreas como la biología del desarrollo estaba relacionada con características inherentes a lo femenino, tal como la maternidad. El caso es que la biología se desarrolló en la época en que las mujeres estaban saliendo al mercado laboral. El ingreso en un campo que se encuentra en sus albores resulta más fácil”, sostiene Citeli, quien fue investigadora del Departamento de Política Científica y Tecnológica de la Universidad de Campinas (Unicamp).

Colaboraciones
El informe de Elsevier reporta otras conclusiones acerca del desempeño de las mujeres en la ciencia. A grandes rasgos, muestra que las investigadoras publican menos que los varones, aunque no haya evidencias de que ello incida en las citas y descargas de sus artículos. En Brasil, se registró un promedio de 1,2 artículos publicados por mujeres entre 2011 y 2015, frente a 1,5 artículos publicados por varones. Ese desempeño es bajo en relación con otros competidores: en Dinamarca y en Australia, la media fue de 2,2 artículos para las mujeres y 2,8 para los varones. El estudio incluso apunta que las mujeres suelen tener menor experiencia profesional en el exterior que los varones y tienden a establecer menos colaboraciones científicas. Finalmente, la producción femenina registra una tendencia a concentrarse en áreas interdisciplinarias ligeramente mayor.

Un aspecto peculiar del estudio se refiere a su metodología. Aunque el primer nombre en los artículos científicos está representado solamente por sus iniciales, la base Scopus dispone de un registro de autores con sus nombres completos. Empero, no siempre había información disponible sobre el género al que pertenecía cada investigador y fue necesario recurrir a otras fuentes. Se emplearon los servicios del banco de datos Genderize, que provee listas con miles de nombres de 79 países y la proporción de varones y mujeres entre las personas con un primer nombre específico. De tal modo que se calculó la probabilidad de que cada nombre fuera femenino o masculino. En el estudio no se tuvo en cuenta a todos los autores registrados. El género se atribuyó a un autor solamente cuando el nombre figuraba al menos cinco veces en el Genderize y la posibilidad de que el mismo perteneciera a un varón o una mujer superara el 85%. Otra fuente, el software NamSor, utiliza datos sociolingüísticos para ayudar a la identificación de un nombre a partir de la nacionalidad del investigador, dado que, por ejemplo, un autor llamado Andrea suele ser un varón en Italia y mujer en otros países.

“La mayoría de los trabajos publicados previamente se referían a pequeñas muestras o a estudios de caso justamente por la dificultad para obtener datos comparativos de varios países, pero Elsevier instauró una manera de superar ese obstáculo”, dice Jacqueline Leta. Según analiza Teresa Citeli, sería necesario conocer mejor esa metodología para poder incorporarla cabalmente a los estudios sobre ciencia y género. “Se trata de un abordaje innovador que ofrece conclusiones convincentes y favorables al respecto del crecimiento de las mujeres en la ciencia. Este resultado también tiene implicaciones políticas, ya que puede impulsar a más mujeres a acercarse a la ciencia”.

Publicado en abril de 2017

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