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Especial

En contacto permanente con el resto del mundo

La inversión permitió el avance de la cooperación internacional

Una parte del Universo distante puede ser observada y estudiada en una sala de la Ciudad Universitaria, en São Paulo. En el Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (USP), docentes y estudiantes de Astroquímica simulan las condiciones de la atmósfera de una estrella para investigar estructuras moleculares que solo existen a temperaturas excepcionalmente altas. Realizar una experiencia de esa índole en el mundo real sería imposible. Actualmente, los investigadores se valen el mundo virtual de las computadoras para hacer aquello que hasta hace poco tiempo era imposible. Y más. Se mantienen en contacto constante con sus colegas de otras partes de Brasil y del mundo para intercambiar informaciones y ahorrar tiempo y trabajo.

“La mayoría de los grupos de investigación del IQ tienen vínculos con investigadores del exterior y dependen de un intercambio continuo de información”, comenta el director del instituto, Paulo Sérgio Santos. Ellos tienen a disposición un buen número de computadoras: son cerca de 900 en todo el instituto. Pero eso de poco serviría si ellos no estuvieran conectados con el mundo a través de una red confiable y de alta velocidad. “Buena parte de los problemas concernientes a la investigación moderna en Química y Bioquímica es altamente interdisciplinaria. Requieren de especialistas de diversas áreas. Muchas veces, una especialidad solo es encontrada fuera de la institución y, lo que no es raro, en otro país”, agrega Santos.

El Instituto de Química es tan solamente una parte de lo que ocurre en toda la universidad. Al fin y al cabo, las inversiones de la FAPESP en la USP en redes de informática totalizaron 27 millones de reales, del total de 65 millones de reales invertidos en este módulo. “Hubo un cambio de mentalidad”, afirma el prorrector de investigación de la universidad, Hernan Chaimovich. “Hoy los investigadores están insertados en una red mundial de conocimiento”. Además, la labor de los profesores se tornó más transparente. “Todo lo que ellos hicieron y están haciendo pasa a constar en la red”, destaca.

Nitroglicerina
Con una buena red, se trabaja mejor y con más seguridad. Los otros cuerpos celestes no son el único ejemplo de lo que puede simularse en las computadoras del Instituto de Química. Actualmente, por ejemplo, se simula incluso la nitroglicerina en los aparatos del instituto. El trabajo en los laboratorios se tornó más racional. Gran parte del trabajo preparatorio puede realizarse virtualmente, reduciéndose el tiempo y aumentando la eficiencia de las aulas prácticas.

Pero las reuniones a través de la red generan otro tipo de ahorro. Los gastos en general y el tiempo con viajes fueron reducidos drásticamente. “Muchas veces, se reúnen tres, cuatro, cinco, seis personas o incluso varios grupos para conversar por la red”, comenta el profesor Santos. Diversos investigadores del IQ participan de investigaciones que congregan a varias instituciones, como el proyecto Genoma Cáncer. “Eso sería totalmente inviable si no tuviéramos una red con mucha agilidad para la transmisión de datos”, agrega el profesor.

Para el director del IQ, contar con una red con esas condiciones es un requisito básico actualmente, para cualquier tipo de investigación. “Es la carta de presentación de un instituto”, considera. “Abre posibilidades concretas de interacción, que hacen que el organismo sea realmente competitivo, especialmente en las áreas de fronteras de la investigación, donde no existen todos los especialistas necesarios en el espacio de un solo laboratorio”. Santos afirma que esto ya se refleja incluso en el mercado de trabajo. “Hoy en día, es muy difícil contratar un buen especialista si no existe una infraestructura de trabajo adecuada para realizar investigación de alto nivel.”

Los investigadores del IQ confían en los nuevos desarrollos esperados para el futuro próximo, como Internet 2, que permitirá velocidades aún más altas en las conexiones con el exterior, y que traerán nuevos progresos. “Tenemos que admitir que aún somos muy periféricos y no solo desde el punto de vista geográfico”, afirma Santos. “No todos, hoy en día, tienen nivel como para participar en conferencias y simposios científicos”. La posibilidad de participar en un sistema de teleconferencias en tiempo real puede mejorar la situación. “Vamos a estar más cerca de donde las cosas importantes están aconteciendo”, declara.

Supercomputadora
La red hizo posible también el uso cada vez más frecuente del acceso remoto a equipos no disponibles para todos los laboratorios. Es el caso, por ejemplo, de las supercomputadoras, máquinas capaces de realizar cálculos enormes y complejos. El IQ es responsable por más del 50% de los accesos al Centro Nacional de Procesamiento de Alto Desempeño (Cenapad) de São Paulo, de acuerdo con el último informe del centro. Ése es uno de los cinco laboratorios de supercomputación creados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología para apoyar actividades de investigación y desarrollo.

El acceso a la supercomputadora es realizado a través de la red. “Eso comprueba que hoy en día sería imposible hacer investigación sin una red de alta velocidad”, afirma Pedro Soares de Araújo, miembro de la comisión de informática del instituto. Araújo da mucho valor también al acceso a publicaciones a través de la red. “Cuando era un investigador iniciante, en la década del 60, constituía una obligación religiosa ir la biblioteca dos veces por semana para leer Current Contents, la publicación científica más importante de la época”, recuerda. “Recibíamos primero los títulos de los artículos. Después, esperábamos ansiosamente, durante dos o tres meses, para leer el material.”

Un intercambio interminable
La implantación de las nuevas tecnologías fue realizada no sin ciertas dificultades. Un ejemplo fue la compra del ruteador o direccionador, un equipamiento utilizado para controlar el flujo de datos. El instituto adquirió en Estados Unidos uno de última generación. No había nada parecido en Brasil. Ni técnicos para configurarlo. “Fuimos obligados a recurrir al proveedor”, recuerda Araújo. “Fue un intercambio de e-mails interminable. Pero conseguimos configurar el equipo.”

Un ruteador bien ajustado es esencial para el buen funcionamiento de una red comola del instituto. Ese equipamiento segmenta el tráfico, para que éste fluya más rápidamente. En una comparación con el tránsito en una avenida, mantiene los vehículos que van a doblar a la izquierda en la franja izquierda y los que van a la derecha en la franja derecha. Sin éste, los congestionamientos serían enormes y complicados. Así, el ruteador mantiene el tráfico administrativo separado del académico. Existe también una vía especial para las investigaciones de los alumnos.

El uso actual llega apenas al 15% de la capacidad del ruteador. Pero probablemente esa proporción no va mantenerse por mucho tiempo. “El tráfico crece semana a semana”, declara Araújo. Según éste, el instituto realiza previsiones para seis meses. Pero nunca se registró un semestre sin que las proyecciones fueran superadas. “Pasamos de la nada a ser una de las mayores redes del estado de São Paulo sin que la mayoría lo notara”, afirma.

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