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Políticas públicas

En defensa de los puertos brasileños

Científicos y formuladores de políticas públicas se unen para mitigar los efectos de la crisis climática en las costas del país

Un barco anclado en el puerto de Santos, São Paulo, en una situación de alto riesgo debido al aumento del nivel del mar y de los vendavales

Paulo Fridman / Corbis via Getty Images

Los puertos brasileños ya están sintiendo los efectos de la crisis climática y los fondeaderos marítimos de Aratu-Candeias, en el estado de Bahía; Santos, en São Paulo, y Rio Grande, en Rio Grande do Sul, son algunos de los que padecen mayores vulnerabilidades. Las tres terminales portuarias figuran al tope de la lista elaborada en el estudio coordinado por la Agencia Nacional de Transportes Hidroviales (Antaq, por sus siglas en portugués), que evaluó la situación de más de veinte puertos públicos ubicados sobre las costas del país con el propósito de recabar datos con miras a delinear políticas públicas. Este esfuerzo forma parte de un conjunto de iniciativas impulsadas por el Sistema de Información y Análisis de Impactos del Cambio Climático (AdaptaBrasil), elaborado en 2020 por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués), en un trabajo conjunto con la Red Brasileña de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales (Red Clima), bajo la dirección del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI).

“Los puertos, que en 2019 movilizaron el 95 % del comercio exterior nacional, son eslabones logísticos claves para la distribución de cargas. Casi todo lo que llega a las góndolas de los supermercados pasa previamente por ellos”, dice el ingeniero José Gonçalves Moreira Neto, gerente de desarrollo y estudios de la Agencia Nacional de Transportes Hidroviales (Antaq). El informe denominado “Revisión del transporte marítimo de 2022”, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Cnucyd), registró un incremento de un 3 % del comercio marítimo en América Latina y el Caribe en 2021, y proyecta una expansión del 1,4 % para 2022. En el documento, la Cnucyd advierte sobre la necesidad de que los gestores se preparen para hacer frente a las consecuencias de la crisis climática, lo que implica realizar inversiones tendientes a concretar una transición hacia el uso de energías de baja emisión de carbono en los puertos y en las flotas marítimas, especialmente en los países en desarrollo, como es el caso de Brasil. Entre las disposiciones generales que se recomiendan en el informe figuran la identificación de los riesgos y las vulnerabilidades específicas de cada puerto y el desarrollo de estrategias de respuesta con el objetivo de agilizar la recuperación tras los eventos desencadenados por las amenazas climáticas.

En sintonía con las directrices de Cnucyd, los estudios realizados por la Antaq, con la colaboración de la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sostenible –a través de la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ)–, la empresa consultora WeyCarbon y el Inpe, trazan un mapa de los riesgos que plantean la elevación del nivel del mar, las lluvias torrenciales y los fuertes vientos a 21 puertos públicos de Brasil. Aparte de los 36 puertos marítimos públicos, Brasil cuenta con cientos de instalaciones privadas. Todos los puertos marítimos públicos fueron invitados a participar de la investigación y 21 aceptaron. “Además de evaluar la coyuntura actual, el estudio dimensionó como podrían impactar las amenazas sobre estos puertos proyectando escenarios para 2030 y 2050”, informa Gonçalves Moreira Neto. Y recuerda que los riesgos climáticos para el sector portuario se tornaron evidentes tras las lluvias torrenciales de 2008, que causaron el derrumbe del muelle del puerto de Itajaí, en Santa Catarina. “En ese momento, a muchos gestores les quedó claro que la crisis climática ya estaba afectando los servicios y la eficiencia de los puertos brasileños”.

Secom Bahia / Wikimedia CommonsEl puerto de Aratu, en Bahía, sufrirá las consecuencias del cambio climáticoSecom Bahia / Wikimedia Commons

El estudio incluye una clasificación elaborada en función del nivel de vulnerabilidad de cada puerto. Además, también se desarrollaron análisis más específicos sobre los puertos de Aratu, Santos y Rio Grande, que son los que más riesgos corren con los efectos de la crisis climática. El objetivo es ayudar a las autoridades portuarias y al gobierno a definir prioridades de inversión. Según lo que se identificó en la investigación, los fenómenos climáticos que revisten más riesgos críticos para el conjunto de las estructuras analizadas son los vendavales. Siete de los 21 puertos presentan riesgo alto o muy alto para estos eventos. El nordeste del país es la región con la mayor concentración de puertos con riesgo alto o muy alto en esta categoría. Si en los próximos años no se hace nada, para 2050 serían 16 los puertos bajo este grado de riesgo, es decir, los 7 actuales más otros 9. En relación con esta amenaza, el puerto de Rio Grande es el que está expuesto a mayores riesgos. Ello se debe a que la interacción de su infraestructura portuaria con el aumento de la frecuencia y la intensidad de los vientos que soplan con sentido sur-sudoeste pueden acentuar la necesidad de mantenimiento, generando un impacto en los costos y reduciendo su capacidad operativa. Algunos fertilizantes agrícolas transportados en barcos que utilizan este puerto también pueden generar polvo en suspensión y dificultar el funcionamiento de las grúas.

Al mismo tiempo, el aumento del nivel del mar previsto para 2030 afectará a 11 de los 21 puertos evaluados. El puerto de Aratu-Candeias ha sido señalado como el más vulnerable al fenómeno de las mareas. Como recomendaciones generales, el estudio sugiere que los embarcaderos elaboren bases de datos sobre la paralización de las operaciones y los daños causados por los eventos climáticos, introduzcan mejoras en sus procesos de mantenimiento y conformen grupos de trabajo para planificar e implementar medidas. En el caso de Rio Grande, también apunta la necesidad de reformar la infraestructura de almacenamiento. En cuanto al puerto de Santos, la amenaza climática más probable son las lluvias torrenciales, calificadas como riesgo moderado para sus muelles, que pueden afectar las vías de acceso y los mecanismos elevadores. Para 2050, el estudio señala que el puerto de Santos afrontará riesgos muy altos debido a la subida del nivel del mar y los vendavales. Por esta razón, recomienda que la terminal sustituya las pasarelas por pasos a nivel, aumente la frecuencia y el volumen del dragado en los canales y dársenas de maniobra, y refuerce sus estructuras.

Las terminales portuarias ubicadas en el sur de Brasil son las más vulnerables a la elevación del nivel del mar (véase la infografía). “Los daños en la infraestructura, el anegamiento de las terminales, explanadas y las zonas urbanas en sus inmediaciones, además del cese de operaciones, son algunos de los problemas causados por los fenómenos climáticos extremos”, explica Gonçalves Moreira Neto.

Uno de los retos del análisis, según el ingeniero ambiental Pablo Borges de Amorim, asesor técnico de la GIZ, consistió en traducir los datos recopilados científicamente a un lenguaje accesible para los tomadores de decisiones. “Disponemos de una vasta información sobre el clima recabada en el ámbito académico, pero existe una brecha entre los datos científicos y la posibilidad de utilizarlos para tomar decisiones y formular políticas públicas”. A su juicio, el estudio actual representa un avance en el esfuerzo por superar este obstáculo. “Durante la investigación, los climatólogos del Inpe entendieron el contexto de actuación del universo portuario, identificando el tipo de datos que pueden ser de ayuda para la gestión de los riesgos climáticos y, a la vez, los gestores de políticas públicas comprendieron mejor cómo funcionan las metodologías del estudio del clima y el tipo de información que pueden proporcionar”, explica. Borges de Amorim dice que el trabajo conjunto se basó en el concepto de servicios climáticos, introducido en 2009 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que implica el establecimiento de formatos y lenguajes para suministrar datos científicos adaptados a su comprensión por los tomadores de decisiones, de manera tal que puedan contribuir a la formulación de políticas públicas.

Para elaborar el índice de riesgo climático, el estudio cruzó las probabilidades de materialización de las tres amenazas en cada una de las cinco regiones del país con las características de los puertos, según explica la geógrafa Melina Amoni, gerente de Riesgo Climático y Adaptación de WayCarbon. A partir de ello, formuló recomendaciones de medidas estructurales y de gestión tendientes a ampliar la capacidad de respuesta de cada uno de ellos. “Por ejemplo, los puertos que utilizan grúas para mover contenedores deben paralizar las operaciones cuando se registran vendavales que superan determinadas velocidades, que varían según cada lugar. Muchos de ellos desconocen la frecuencia de estos eventos. El estudio recomienda realizar un seguimiento meteorológico de los fenómenos y de su respectivo impacto en las actividades, registrando toda la información en bases de datos”, explica la ingeniera ambiental Marina Lazzarini, analista de sostenibilidad y cambio climático de WayCarbon.

Christopher Gregory Peter / Wikimedia CommonsEl puerto de Paranaguá, en Paraná, es uno de los mayores exportadores agrícolas del paísChristopher Gregory Peter / Wikimedia Commons

La ingeniera ambiental aporta otro ejemplo que involucra a los puertos por donde transitan productos que no pueden mojarse, como es el caso del azúcar. “Al ser más vulnerables a las lluvias torrenciales, cuando se conocen las probabilidades de que este fenómeno ocurra, estos lugares pueden constituir comités de crisis y elaborar planes de acción de emergencia”, ilustra Lazzarini. Además de identificar vulnerabilidades y proponer recomendaciones, otra de las contribuciones del estudio, a juicio de Gonçalves Moreira Neto, de la Antaq, consiste en promover la incorporación de la variable del riesgo climático en los planes estratégicos de los puertos. “Este estudio ayuda a las autoridades portuarias a identificar las medidas de adaptación que deben considerarse como intervenciones prioritarias en sus inversiones”, subraya.

El investigador Lincoln Muniz Alves, del Inpe, explica que estos estudios forman parte de las estrategias de la plataforma AdaptaBrasil MCTI, que informa sobre los riesgos que le plantea la crisis climática a los segmentos que comprenden los recursos hídricos, la seguridad alimentaria y energética, la salud y los sectores ferroviario y vial. La investigación sobre los puertos es la primera que se encuentra disponible como parte de las actividades de la plataforma que, aparte del Inpe y el MCTI, también cuenta con la participación de la Red Brasileña de Educación e Investigación (RNP). “Uno de los retos que se les plantean a todos los sectores estratégicos es reconocer que los efectos de la crisis climática ya se están sintiendo”, pondera. Según el investigador, en los primeros meses de este año el Inpe concluirá el desarrollo de otro estudio, elaborado en colaboración con el Ministerio de Infraestructura, en el cual se analizaron los riesgos climáticos para las redes viales y ferroviarias. “Uno de los resultados preliminares apunta que estos segmentos no cuentan con un protocolo de registro común para todas las concesionarias, por lo que la información sobre los fenómenos climáticos es fragmentada e incompleta, lo que dificulta la prevención y la gestión”, concluye.

Informes
Impactos e riscos da mudança do clima nos portos públicos costeiros brasileiros. Brasília: WayCarbon, Antaq, GIZ, Inpe, 2021.
Levantamento de risco climático e medidas de adaptação para infraestruturas portuárias. Brasília: WayCarbon, Antaq, GIZ, Inpe, 2022.
Review of maritime transport 2022 – Navigating stormy waters. Nova York: Nações Unidas, 2002.

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