Los puertos brasileños ya están sintiendo los efectos de la crisis climática y los fondeaderos marítimos de Aratu-Candeias, en el estado de Bahía; Santos, en São Paulo, y Rio Grande, en Rio Grande do Sul, son algunos de los que padecen mayores vulnerabilidades. Las tres terminales portuarias figuran al tope de la lista elaborada en el estudio coordinado por la Agencia Nacional de Transportes Hidroviales (Antaq, por sus siglas en portugués), que evaluó la situación de más de veinte puertos públicos ubicados sobre las costas del país con el propósito de recabar datos con miras a delinear políticas públicas. Este esfuerzo forma parte de un conjunto de iniciativas impulsadas por el Sistema de Información y Análisis de Impactos del Cambio Climático (AdaptaBrasil), elaborado en 2020 por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués), en un trabajo conjunto con la Red Brasileña de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales (Red Clima), bajo la dirección del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI).
“Los puertos, que en 2019 movilizaron el 95 % del comercio exterior nacional, son eslabones logísticos claves para la distribución de cargas. Casi todo lo que llega a las góndolas de los supermercados pasa previamente por ellos”, dice el ingeniero José Gonçalves Moreira Neto, gerente de desarrollo y estudios de la Agencia Nacional de Transportes Hidroviales (Antaq). El informe denominado “Revisión del transporte marítimo de 2022”, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Cnucyd), registró un incremento de un 3 % del comercio marítimo en América Latina y el Caribe en 2021, y proyecta una expansión del 1,4 % para 2022. En el documento, la Cnucyd advierte sobre la necesidad de que los gestores se preparen para hacer frente a las consecuencias de la crisis climática, lo que implica realizar inversiones tendientes a concretar una transición hacia el uso de energías de baja emisión de carbono en los puertos y en las flotas marítimas, especialmente en los países en desarrollo, como es el caso de Brasil. Entre las disposiciones generales que se recomiendan en el informe figuran la identificación de los riesgos y las vulnerabilidades específicas de cada puerto y el desarrollo de estrategias de respuesta con el objetivo de agilizar la recuperación tras los eventos desencadenados por las amenazas climáticas.
En sintonía con las directrices de Cnucyd, los estudios realizados por la Antaq, con la colaboración de la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sostenible –a través de la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ)–, la empresa consultora WeyCarbon y el Inpe, trazan un mapa de los riesgos que plantean la elevación del nivel del mar, las lluvias torrenciales y los fuertes vientos a 21 puertos públicos de Brasil. Aparte de los 36 puertos marítimos públicos, Brasil cuenta con cientos de instalaciones privadas. Todos los puertos marítimos públicos fueron invitados a participar de la investigación y 21 aceptaron. “Además de evaluar la coyuntura actual, el estudio dimensionó como podrían impactar las amenazas sobre estos puertos proyectando escenarios para 2030 y 2050”, informa Gonçalves Moreira Neto. Y recuerda que los riesgos climáticos para el sector portuario se tornaron evidentes tras las lluvias torrenciales de 2008, que causaron el derrumbe del muelle del puerto de Itajaí, en Santa Catarina. “En ese momento, a muchos gestores les quedó claro que la crisis climática ya estaba afectando los servicios y la eficiencia de los puertos brasileños”.
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Secom Bahia / Wikimedia CommonsEl puerto de Aratu, en Bahía, sufrirá las consecuencias del cambio climáticoSecom Bahia / Wikimedia Commons
El estudio incluye una clasificación elaborada en función del nivel de vulnerabilidad de cada puerto. Además, también se desarrollaron análisis más específicos sobre los puertos de Aratu, Santos y Rio Grande, que son los que más riesgos corren con los efectos de la crisis climática. El objetivo es ayudar a las autoridades portuarias y al gobierno a definir prioridades de inversión. Según lo que se identificó en la investigación, los fenómenos climáticos que revisten más riesgos críticos para el conjunto de las estructuras analizadas son los vendavales. Siete de los 21 puertos presentan riesgo alto o muy alto para estos eventos. El nordeste del país es la región con la mayor concentración de puertos con riesgo alto o muy alto en esta categoría. Si en los próximos años no se hace nada, para 2050 serían 16 los puertos bajo este grado de riesgo, es decir, los 7 actuales más otros 9. En relación con esta amenaza, el puerto de Rio Grande es el que está expuesto a mayores riesgos. Ello se debe a que la interacción de su infraestructura portuaria con el aumento de la frecuencia y la intensidad de los vientos que soplan con sentido sur-sudoeste pueden acentuar la necesidad de mantenimiento, generando un impacto en los costos y reduciendo su capacidad operativa. Algunos fertilizantes agrícolas transportados en barcos que utilizan este puerto también pueden generar polvo en suspensión y dificultar el funcionamiento de las grúas.
Al mismo tiempo, el aumento del nivel del mar previsto para 2030 afectará a 11 de los 21 puertos evaluados. El puerto de Aratu-Candeias ha sido señalado como el más vulnerable al fenómeno de las mareas. Como recomendaciones generales, el estudio sugiere que los embarcaderos elaboren bases de datos sobre la paralización de las operaciones y los daños causados por los eventos climáticos, introduzcan mejoras en sus procesos de mantenimiento y conformen grupos de trabajo para planificar e implementar medidas. En el caso de Rio Grande, también apunta la necesidad de reformar la infraestructura de almacenamiento. En cuanto al puerto de Santos, la amenaza climática más probable son las lluvias torrenciales, calificadas como riesgo moderado para sus muelles, que pueden afectar las vías de acceso y los mecanismos elevadores. Para 2050, el estudio señala que el puerto de Santos afrontará riesgos muy altos debido a la subida del nivel del mar y los vendavales. Por esta razón, recomienda que la terminal sustituya las pasarelas por pasos a nivel, aumente la frecuencia y el volumen del dragado en los canales y dársenas de maniobra, y refuerce sus estructuras.
Las terminales portuarias ubicadas en el sur de Brasil son las más vulnerables a la elevación del nivel del mar (véase la infografía). “Los daños en la infraestructura, el anegamiento de las terminales, explanadas y las zonas urbanas en sus inmediaciones, además del cese de operaciones, son algunos de los problemas causados por los fenómenos climáticos extremos”, explica Gonçalves Moreira Neto.