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Estrategias

En esta isla se improvisa

El improviso y la dedicación. Ésos son los dínamos que hacen avanzar la ciencia en Cuba, luego de más de una década de haber perdido el apoyo económico de la extinguida Unión Soviética. El físico Ernesto Altshuler, que trabaja con superconductores, no se rinde ante la escasez de recursos. En sus simulaciones para reproducir avalanchas de vórtices, recurre a arvejas en el lugar de las partículas. Pena que los insectos a veces se comen los guisantes.

En la isla comandada desde hace 45 años por Fidel Castro, faltan computadoras, software, equipos y posibilidades de publicar trabajos. Con todo, a pesar de las adversas condiciones, Cuba invierte proporcionalmente más en ciencia y tecnología que sus vecinos latinoamericanos, con excepción de Brasil, según se desprende de estadísticas de Network on Science and Technology Indicators. Tales inversiones produjeron generaciones de brillantes científicos, que alimentan el orgullo nacional, sobre todo en estos años de penurias.

“Lo importante es preservar los recursos humanos, el dinero viene después”, dice Sergio Pastrana, de la Academia Cubana de Ciencias. Osvaldo de Melo y María Sánchez, marido y mujer, dirigen la Facultad de Física de La Habana. Sin instalaciones para trabajar, se limitan a producir simulaciones en computadora. Cada docente de la facultad gana 23 dólares por mes. La ciencia sobrevive gracias a la viveza cubana, como muestra la botánica Rosalina Berazain.

La investigadora dispone de una riqueza inigualable de especies botánicas, pero no logra hacer análisis moleculares. La salida fue hacer un acuerdo con el Jardín Botánico de Berlín. Berazain suministra especies raras, y ellos les devuelven el análisis listo. Así camina la ciencia en la isla. (American Scientist, 12 de septiembre)

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