Imprimir Republish

Carlos Alfredo Joly y Vanderlei Perez Canhos

Carlos Alfredo Joly y Vanderlei Perez Canhos: En favor del medio ambiente

Brasil obtuvo entre 142 países una posición de relieve en el recientemente anunciado Índice de Sostenibilidad Ambiental. Pero los coordinadores del programa Biota FAPESP advierten: aún hay que ganar mucho terreno en el escenario internacional

miguel boyayanVanderlei Perez Canhosmiguel boyayan

Brasil recibió una buena noticia a comienzos de febrero: ocupa en 2002 la 20ª posición, entre 142 países, en el Índice de Sostenibilidad Ambiental (ESI, en sus sigla en inglés), elaborado por segundo año consecutivo por expertos de las universidades estadounidenses Yale y Columbia. La nómina, en la que Finlandia es la primera colocada, seguida por Noruega y Suecia, se divulgó en Nueva York, en el Foro Económico Mundial, que solicitó el trabajo. La misma posee algunos datos reconfortantes para la autoestima nacional. Por ejemplo: Brasil, con una puntuación general de 59,6, en una escala de cero a cien, se ubicó 31 posiciones delante de Estados Unidos, que obtuvo 52,8. Se debe registrar que la poderosa nación ocupaba en 2001 el 11er lugar en la lista, mientras que brasil se encontraba en un modesto 51er lugar hoy tomado por EE.UU. En la composición del ESI versión 2002 entraron 20 indicadores, obtenidos a partir de 68 variables. Esas variables incluyen informaciones ambientales propiamentedichas, sociales e institucionales.

Para comentar el ESI, sus criterios y su real importancia, fuimos a buscar a un reconocido especialista brasileño en biodiversidad. Pero como el premiado programa Biota FAPESP, que cumple tres años en marzo, es un semillero de éstos, acabamos conversando no con uno, sino con dos investigadores, componiendo así una entrevista poco común con Carlos Alfredo Joly y Vanderlei Perez Canhos. El primero de ellos es el coordinador del Biota, profesor titular de ecología vegetal del Departamento de Botánica del Instituto de Biología de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp); el segundo es miembro del núcleo de coordinación del Biota, director presidente del Centro de Referencia en Información Ambiental (Cria) y profesor jubilado de Microbiología de Alimentos de Unicamp. La larga conversación no se restringió al ESI, pues se enfiló por la vereda del Biota y por cuestiones de la investigación en biodiversidad en Brasil y en el exterior. A continuación pueden leerse las partes más salientes de laentrevista con los investigadores:

Voy a comenzar por la cuestión del índice de sostenibilidad. ¿La posición alcanzada tiene importancia para Brasil?
Carlos Alfredo Joly – Es un poco difícil decirlo. Ellos presentaron ese índice por primera vez en 2001. Ahora presentaron esa versión de 2002. Y empiezan la nueva versión diciendo lo siguiente: olvídense de la de 2001, porque la metodología fue completamente modificada. Entonces esos datos de 2002 no pueden ser comparados con los de 2001. Es un comienzo, ellos tendrán que mejorar los parámetros, ampliar el número de cuestiones consideradas y conocer un poco mejor la realidad de cada país, saber cuánto se invierte aquí en Brasil, por ejemplo, en el áreadeinvestigación, etc. Pero es una buena noticia.

¿Iniciativas como el programa Biota FAPESP tienen influencia en la posición alcanzada por Brasil?
J – Tienen un impacto positivo, sin duda, toda vez que uno de los parámetros considerados para la atribución del índice es la inversión en investigaciones volcadas a la conservación o a la solución de problemas ambientales. Pero de la manera como fue hecha la composición del índice ahora en 2002, pesa mucho para la posición de Brasil el hecho de que tengamos la mayor área forestal tropical del mundo, con alrededor del 80% de su total intacto. No tenemos informaciones efectivas para varios de los parámetros, pero la calidad del agua también tuvo una influencia fuerte.

En el estado de São Paulo discutimos esa cuestión como un problema, dentro de una visión del esfuerzo que está siendo realizado para la recuperación de las cuencas y el mantenimiento del potencial hídrico. Pero la disponibilidad hídrica de la Amazonia, considerada intacta, primaria, con un volumen de agua gigantesco, seguramente elevó la puntuación de Brasil en ese aspecto (66 puntos en sistemas ambientales). Los responsables por el índice también hicieron un agrupamiento de criterios en el que consideraron ingresos per cápita, el producto bruto nacional. Creo que Brasil podría ganar más en el área de cooperaciones internacionales, por ejemplo, que es otro factor que ellos consideran, y en la que Estados Unidos, por ejemplo, perdió muchos puntos.

Estados Unidos quedó con 28 puntos y Brasil con 50.
J – Sí, porque nosotros participamos en la Convención de Biodiversidad, de Cambios Climáticos, somos un país actuante con relación al protocolo de Kyoto, aunque éste no se aplique obligatoriamente a Brasil, porque prevé metas para países ya desarrollados. Tenemos una buena inserción, pero la misma podría ser mayor. En algunas iniciativas nuevas, como Global Biodiversity Information Facilities, el GBIF, por ejemplo, Brasil podría tener una participación más activa y, hasta el momento, su participación es de oyente, porque aún no hubo una manifestación del gobierno brasileño.

Pero observando los números, ¿un investigador brasileño preocupado con la biodiversidad siente ahora una cierta tranquilidad?
J – La ansiedad aumenta, en el sentido de que el país puede tener la falsa impresión de que las cosas están mejores de lo que efectivamente están. Y que, por lo tanto, no necesitamos un esfuerzo o una inversión tan significativa, porque los ambientalistas habrían pintado el cuadro mucho más negro de lo que es.

Si tenemos en cuenta conjuntamente lo que tenemos de reserva, de biodiversidad no muy amenazada, y también las iniciativas de políticas de gobierno, de calidad de vida, producto interno, en una palabra, todo lo que el índice considera, ¿qué región de Brasil estaría más equilibrada?
J – La región sudeste. Esa región es la que sufrió más las influencias de los ciclos económicos que llevaron a la destrucción de la capa vegetal, pero es donde es más fácil movilizar a la opinión pública con relación a temas relativos a la conservación o contaminación o mejora de la calidad de vida. También es la región que tiene la legislación más compleja para el área ambiental. Entonces, a pesar de ser el área más impactada en términos ambientales, por causa de la inversión en ciencia y tecnología y por la línea legaldela que dispone para conservación, la región sudeste aún es la más equilibrada.

Aprovecho la llegada del profesor Canhos para preguntarle por qué solamente somos oyentes en el GBIF.
Vanderlei Canhos – Primero, me gustaría hacer un comentario: nuestra puntuación relativamente alta en el índice se verificó en función de los recursos naturales que tenemos y, también, de la participación activa de Brasil en la política y en los tratados internacionales de biodiversidad. Sin embargo, pienso que la participación brasileña en la esfera de ciencia y tecnología aún no se está dando plenamente. Es el ejemplo del GBIF, que es una iniciativa internacional para trabajar en la cuestión tecnológica de compartir información sobre biodiversidad.

¿Y por qué Brasil, que tiene un programa de la envergadura del Biota Fapesp, bien estructurado incluso en lo que se refiere a base de datos, no participa activamente del GBIF?
C – Porque la biodiversidad es un tema estratégico para el gobierno brasileño, entonces los representantes del gobierno son muy cautelosos para adherirse a cualquier iniciativa sin antes hacer muchas consultas internas.

¿El GBIF es una iniciativa de gobiernos, de los Estados o de las ONGs?
C – Es una iniciativa de los Estados, pero está afuera de la Convención sobre Diversidad Biológica. Lo que sucedió fue que varios países más activos en la cuestión de ciencia y tecnología para biodiversidad, como los países escandinavos, Holanda y Australia, percibieron que, aunque la Convención fuera extremadamente importante, porque trabaja en la cuestión política, en la cuestión del cambio de paradigma, en asuntos polémicos, como los alimentos transgénicos y la cuestión de especies invasoras, la agenda de ciencia y tecnología aún no ha alcanzado sus objetivos.

Entonces, el GBIF surgió en el ámbito de la discusión delMega Science Forum , de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), con el objetivo principal de abordar la cuestión científica de la información de la biodiversidad. Cuando quedó bastante clara la necesidad de tener una infraestructura global que sirviera de apoyo para el desarrollo científico y tecnológico en esa área, después de una serie de talleres, estudios y documentos que tuvieron lugar en un período de cinco años, ellos decidieron poner en práctica esa iniciativa.

¿Las facilities se refieren sobre todo a la red de internet?
C – Exactamente, intercambio de información. Y es algo sumamente indispensable porque uno de los principales productos de esa infraestructura es, principalmente, la organización del Catálogo de la Vida, un proyecto inmenso. Eso no es una cosa muy simple, porque a lo largo de los últimos 300 años acumulamos un conocimiento sobre casi 2 millones de especies ya descritas por la ciencia. Es muy difícil organizar ese conocimiento que está distribuido en diferentes instituciones internacionales, en cajones de herbarios, de museos, en colecciones de microorganismos, etc. Eso solamente puede hacerse con la colaboración internacional.

Un programa como el Biota, hasta donde yo entiendo, sería una iniciativa fundamental para esa colaboración.
J – Debemos tener lasiguiente percepción: el Biota nació de un proceso de maduración de la comunidad que asimiló documentos como la Convención de la Diversidad Biológica, trabajó sobre eso y se organizó en la forma de un programa. Ese programa no se repetirá de esa forma en otros estados brasileños. Podemos extender el Biota a otros estados, al territorio nacional, utilizar las herramientas que ya fueron desarrolladas. Pero el proceso de creación del programa fue único, porque estábamos en un nivel de madurez que en el ámbito nacional aún no se ha dado.

En São Paulo se logró tener una Secretaría de Estado de Medio Ambiente e implantar la convención de biodiversidad, un gobernador que colocaba la Agenda 21 como un parámetro de sus metas de gobierno, y eso no ocurrió al mismo tiempo en el país e general. Por lo tanto, existe una cierta dificultad para que órganos como el Ministerio de Ciencia y Tecnología o el Ministerio de Medio Ambiente entren en una discusión, porque no se sienten suficientemente respaldados por la comunidad científica de todo el país que pueda decir: “nosotros podemos entrar en el GBIF, vamos a hacerlo porque eso realmente es bueno”. Lo que ellos escuchan es: “la gente que está metida en el Biota cree que el GBIF es una excelente idea”, pero ésa es una visión acotada. Entonces creo que ése es el problema, ¿cómo logramos dar ese salto político y decir “realmente eso es algo que interesa al país, y no solamente a determinado sector de la comunidad científica?”

¿Qué resultados efectivos ustedes presentan a los diferentes grupos de investigación esparcidos por el país, como para movilizarlos en la misma dirección?
J – El Biota tiene alrededor de 35 proyectos en marcha, involucra a entre 300 y 350 doctores en el estado de São Paulo y a un elevado número de personas que están cursando su maestría, y alumnos de iniciación científica. Tan solo en ese estado, abarca en total a casi 600 investigadores. En los otros estados, hay alrededor de 70 investigadores que colaboran con el programa, y en el exterior, casi 60. Desarrollamos una herramienta que establece la manera por la cual realizado el registro de la recolección, haciendo obligatorio el uso del GPS (sistema de posicionamiento global), que indica la coordenada geográfica precisa de la recolección, y la posibilidad de juntar esas informaciones con una base cartográfica. De esta manera, se empieza a tener una distribución espacial de existencia de especies. El poder visualizarla es el mayor atractivo del Biota.

En esa base cartográfica ¿qué porcentaje de las especies se ha estudiado?
J – Esa base es un registro de la vegetación remanente autóctona en el estado. También aparecen en ella las áreas de reforestación con pinos y eucaliptos, que creímos importante ponerlas porque permiten la existencia de una industria de papel y celulosa del porte que tenemos en São Paulo, sin que haya una mayor presión sobre la vegetación nativa. La base cartográfica va aparejada con el banco de datos. Entonces, en el momento en que el investigador observa una especie y registra su existencia, entra con esa información en el banco de datos. Yo pido, por ejemplo, la distribución de una especie de pez en el estado de São Paulo, y el banco hará puntos en el mapa mostrando su existencia. Ése es el nivel actual. En la etapa siguiente, que es el proyecto que Vanderlei empezó a desarrollar ahora y que lo está coordinando, se trabajará en ese sistema para desarrollar herramientas de formularios. A partir de allí tendremos una capacidad de previsión que hoy aún no tenemos.

¿Previsión de qué?
J – Dedónde existe tal o cual especie.

¿Se puede realizar un cálculo de cuántas especies existen dentro de la vegetación remanente?
J – De la flora sí, porque hay un proyecto financiado por la FAPESP: Flora Fanerogámica del Estado de São Paulo, que estima que en el estado existen alrededor de 8 mil especies de plantas. Con los animales la cosa es más complicada. Tenemos estimaciones de vertebrados, son cerca de 2 mil especies, considerando la suma de 773 peces, 250 anfibios, más o menos 750 aves, 186 reptiles. De invertebrados, nadie lo sabe.
C – De microorganismos menos todavía. Como estimamos que se conozca solamente el 1% de todo lo que existe y hablamos de 2 millones de especies conocidas en el mundo, entonces se estima que ese número total de todas las especies puede variar de 20 a 100 millones. Pero me gustaría hacer algunos comentarios más sobre el Biota a nivel internacional. Creo que el programa tiene algunas peculiaridades muy interesantes y que no son solamente fruto de estos tres últimos años, sino de toda la inversión que la FAPESP hizo en biología a lo largo de los últimos 40 años.

Entonces, ahora estamos llegando a un momento en la biología en el estado de São Paulo, en el que estamos haciendo una síntesis de las cosas. Y de la forma como el Biota está siendo construido, pudiendo realizar el análisis de especies, basado en informaciones geográficas, y unir todo eso a informaciones taxonómicas de la flora, a mapas digitales de datos de los inventarios ya realizados de la flora y otros que están siendo realizados dentro del objetivo del Biota, tenemos una convergencia de información que hace del Biota un programa único en ámbito internacional y lo he sentido en varias reuniones.

En síntesis, ¿cuál es la singularidad del Biota con relación a otros proyectos?
J – Mire, su marca significativa es que es un programa muy bien estructurado, porque al mismo tiempo que la FAPESP está financiando el sistema de información, financia también los proyectos de estudio.
C – Otra cosa que también marca al Biota es que se trata de un programa grande, y que es pequeño en términos de país, entonces es posible administrarlo. En Estados Unidos existe un gran proyecto en el que básicamente están intentando integrar todos los datos sobre ecosistemas americanos y biodiversidad americana dentro de un sistema común llamadoNational Biological Information Infrastructure . Ellos hacen reuniones mensuales con representantes de 11 agencias del gobierno, y de organizaciones no gubernamentales, entonces el hecho de definir y armonizar patrones se convierte en un problema de una dimensión muy grande.

El Biota, siendo menor, consigue ser más ágil y articulado en sus métodos y procedimientos.
C – Exactamente. Porque el Biota no es solamente un plan, es un prototipo funcional que puede ser extrapolado a otros programas, a otras regiones del país. Y es muy interesante esa cuestión de la GBIF, porque en este momento se está discutiendo la cuestión de patrones, de metadatos para integrar información de diferentes fuentes, para integrar datos biológicos con datos ambientales. Eso todavía no existe. Ahora se estará trabajando en herramientas de mayor escala, ésa es la gran cuestión que aún no ha sido resuelta, y en ese sentido el Biota es un programa único, ejemplar.

J – Creo que existen por lo menos dos características más del Biota que refuerzan su singularidad. Hubo un trabajo con la comunidad, que tuvo en cuenta lo que el investigador hacía y eso lo llevó a participar. Nosotros no quisimos cambiar las características de trabajo de nadie, por el contrario, si una persona ha sido entrenada, capacitada, esa persona es la más indicada para definir qué es relevante para el grupo en el cual trabaja. Quiero que siga trabajando en ello, solamente que va a generar una información que no será más y únicamente para sus trabajos científicos, sino que estará entrando en un ámbito mayor y puede tener un uso mayor.

Los únicos factores centralizados en el Biota son los mapas y las relaciones de especies, todo lo demás el investigador lo hace disponible a través de suhome page . Es el investigador quien tiene la decisión sobre qué y cómo tornarlo disponible. Eso crea una relación de confianza muy grande. Las personas confían en el sistema y ven las ventajas de poder cruzar sus informaciones con las de otras personas. El otro factor que es fundamental para el programa es el hecho de que tenga una financiación garantizada, de largo plazo, basada exclusivamente en el mérito científico, algo que los miembros del Steering Comittee (comité de evaluación externa del programa) siempre resaltan.

Insisto en que el profesor Canhos dé su opinión sobre el índice. ¿La 20ª posición es buena para Brasil?
C – Es buena si se realiza ese esfuerzo comparativo, y que ese esfuerzo sea anual. El año pasado Estados Unidos estaba en la 11ª posición, en 2002 cayó a la 51ª. Eso puede ser algo absolutamente cuestionable, pero, intentando hacer un análisis de lo que puede haber causado que Estados Unidos cayera, pienso que es el efecto Bush. Cuando vemos la cuestión ambiental interna, la liberación de las áreas de reserva en Alaska para extracción de petróleo, la ausencia de ratificación del Tratado de Kyoto y de la Convención de Biodiversidad… Y sin embargo una de las conclusiones del ESI es que ningún país ha alcanzado todavía la condición de sostenibilidad ambiental. Ni siquiera Finlandia. Es algo que tenemos que perseguir y que está muy lejos aún.

Republicar