Hace unos 7.500 años, el sitio llamado Abrigo do Alvo, en la localidad de Analândia, en el interior del estado de São Paulo, era un refugio de gente. Probablemente hayan sido esas personas las que dejaron las marcas allí existentes talladas en las rocas. “No buscamos desentrañar el significado de los códigos, que se perdieron con el paso del tiempo: es como si de dentro de miles de años alguien encontrara carteles de tránsito sin un contexto que le permitiese interpretarlos”, explica la arqueóloga Marilia Perazzo. Ella y su colega Astolfo Araujo realizan un trabajo conjunto en busca de identificar patrones gráficos entre las pinturas y grabados rupestres hallados en el estado, aún poco estudiados.
Imagen enviada por Marilia Perazzo, profesora colaboradora del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE-USP)
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