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Geología

Erupciones preciosas

La riqueza mineral de la Amazonia podría tener origen en volcanes que existieron hace miles de millones de años

Léo Ramos Rocas con puntos brillantes de molibdeno, además de cobre y otros minerales en menor cantidadLéo Ramos

Alrededor de 4.000 kilómetros separan la sala repleta de cajas con fragmentos de rocas situada dentro de la Universidad de São Paulo (USP) del lugar de donde se las retiró: la Selva Amazónica. Caetano Juliani, el geólogo que hace del pequeño espacio ubicado en el Departamento de Geología Sedimentaria y Ambiental, en el Instituto de Geociencias, su lugar de trabajo, toma un trozo de roca con su mano, el cual mide no más de 15 centímetros de largo, y que centellea con pequeños puntos plateados. “Puedes tocarlo. Esto que brilla es molibdeno”, dice el investigador, apuntando hacia el elemento que se emplea en la elaboración de aleaciones metálicas sumamente resistentes, con una importante demanda en el mercado internacional.

Desde 1998 el geólogo investiga rasgos que pocos brasileños asocian con el norte del país: los volcanes que existieron en el territorio donde hoy en día está la Amazonia (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 174). El festival de erupciones empezó hace alrededor de 2.000 millones de años, en la era geológica conocida como Paleoproterozoica, pero sus consecuencias perduran hasta los días actuales. Esa región fue escenario de eventos intensos de distintas formas de vulcanismo, superpuestos a lo largo de millones de años, que dejaron en el suelo de un área estimada en alrededor de 1.200.000 kilómetros cuadrados depósitos de oro y diversos afloramientos de cobre y molibdeno provenientes de las profundidades de la Tierra traidos a la superficie por la lava. “Ésta fue probablemente la mayor área de vulcanismo con tamaña intensidad en el mundo”, afirma el geólogo.

Recientemente, el grupo de la USP empezó a estudiar vestigios de volcanes carbonatíticos, que dan origen a rocas con minerales tales como calcita y dolomita, en el municipio de São Félix do Xingu, en el estado norteño de Pará. La región está ubicada en la parte sur del cratón amazónico, un área tectónicamente estable durante los últimos 800 millones de años que empezó a formarse hace alrededor de 3.000 millones de años. Esos volcanes, de un tipo raro en el mundo, lanzaban magma asociado a grandes depósitos de fósforo, un elemento utilizado en la producción de fertilizantes para la agricultura.

De acuerdo con Juliani, los volcanes amazónicos se formaron en diferentes procesos hace entre 2.000.000 y 1.870.000 años. Hasta la década de 1980, se creía que el vulcanismo en esa región había sido únicamente aquél que es típico de regiones estables, con pocos terremotos y volcanes, al cual se lo denomina anorogénico. Con la obtención de nuevos materiales y mediante estudios inéditos, quedó claro que esas formaciones fueron más complejas, al añadírsele al paquete el vulcanismo orogénico, característico de áreas inestables, similares a las de los Andes, las de México y las del oeste de Estados Unidos.

El agua caliente liberada durante la consolidación del magma da origen a las mineralizaciones conocidas como hidrotermales, estudiadas por el grupo de Juliani. Estas alteraciones en la región sur del estado de Pará aparecen descritas en un artículo publicado en abril de este año en Journal of Volcanology and Geothermal Research. Para que este proceso ocurra, es necesario que una fuente transporte los metales más cerca de la superficie, una función desempeñada por el vapor de agua que acompaña al magma. La creación de un depósito mineral de fósforo o de molibdeno puede tardar más de 500 mil años, en los cuales los metales son transportados hacia las proximidades de la superficie, en donde se acumulan. Pero eso sólo sucede si las condiciones geológicas del lugar lo permiten. “No conocemos el tamaño de los depósitos en la Amazonia. Lo que sabemos es que los metales seguramente fueron transportados y, de acuerdo con las características mapeadas, contamos con fuertes indicios de que hubo acumulaciones en las regiones situadas entre el río Tapajós y el río Xingú”, afirma.

En la carretera
La rutina de los investigadores en la región es pesada, con grandes dificultades de acceso a determinadas partes de la selva. El material que debe transportarse de regreso al laboratorio para su análisis está constituido por fragmentos de rocas, y para no correr el riesgo de perder algunos de éstos en el camino o dejar parte en el aeropuerto, Juliani comenta que muchas veces opta por hacer el largo trayecto en camioneta. El potencial de la región para el descubrimiento de depósitos de minerales, reafirmado con los recientes estudios, es una de las motivaciones, aunque es necesario tener cuidado para evitar daños excesivos a la selva. “No existen nuevos descubrimientos de recursos minerales suficientes como para mantener la producción de casi todo lo que se utiliza en los días actuales, incluso los aparatos electrónicos. El hallazgo de nuevos yacimientos constituye una necesidad para mantener el bienestar de la sociedad”, dice el geólogo.

“Debido a la dificultad de acceso, poca gente se interesa en hacer investigaciones como ésta en la región”, afirma Carlos Marcello Dias Fernandes, geólogo del Instituto de Geociencias de la Universidad Federal de Pará, quien desarrolla investigaciones junto con Juliani. Según Dias Fernandes, ningún otro lugar en el mundo exhibe vestigios de eventos volcánicos tan antiguos con tan buena preservación. “No todos los lugares mapeados se convertirán en minas para su explotación económica, pero estos estudios nos suministran información importante acerca de cómo se formó la Amazonia. Es una cuestión para la cual aún faltan muchas respuestas”, dice.

Dias Fernandes destaca también el trabajo en conjunto que los geólogos llevan adelante con empresas mineras brasileñas y extranjeras en la región. Los científicos ayudan a las empresas a encontrar los lugares en donde es más probable que estén los depósitos, y las compañías pueden iniciar el sondaje, una actividad demasiado cara como para que los investigadores se hagan cargo de la misma solos. Cada metro de sondaje –la perforación de las rocas para extraer muestras– cuesta más de 2.000 reales, y algunos de estos sondajes pueden llegar a más de 300 metros de profundidad. Como contrapartida, los geólogos adquieren una nueva y mejor información referente a lo que está debajo de la tierra y fue encubierto por el tiempo, para seguir adelante con su trabajo y, quizá, develar nuevos misterios de los ancestrales volcanes amazónicos.

Artículo científico
CRUZ, R. S. et al. Paleoproterozoic volcanic centers of the São Félix do Xingu region, Amazonian craton, Brazil: Hydrothermal alteration and metallogenetic potential. Journal of Volcanology and Geothermal Research. v. 320, p. 75-87. ene 2016.

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