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ENTREVISTA

Esper Cavalheiro: Las habilidades de un doctor

Al frente de la comisión que diseñará un nuevo plan nacional de posgrado, el neurocientífico de la Unifesp propone cambios en la formación de los investigadores y los profesionales de alto nivel en Brasil

Esper Cavalheiro: el futuro de las carreras de maestría y doctorado en debate

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

La Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), la agencia del Ministerio de Educación de Brasil encargada de evaluar y financiar los programas de maestría y doctorado del país, designó en julio una comisión integrada por 38 miembros cuya función será diseñar, de aquí a mediados del año que viene, el nuevo Plan Nacional de Posgrado (PNPG), que tendrá vigencia hasta 2030. El plan, que sirve como referencia para el crecimiento de los programas, tendría que haber sido puesto en marcha en 2020, pero su debate fue postergado a causa de la pandemia. El presidente de la comisión es Esper Abrão Cavalheiro, profesor emérito de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), un neurocientífico con contribuciones fundamentalmente en el campo de la epilepsia, y con experiencia en la gestión de políticas científicas en el gobierno: fue secretario de Políticas y Programas del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología, entre 1999 y 2001, y presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), entre 2001 y 2003. En la entrevista que se lee a continuación, Cavalheiro habla de las ideas que se están discutiendo en el seno de la comisión y los retos que afrontará el nuevo PNPG, en un momento en el que el sistema brasileño de posgrado afronta un retroceso sin precedentes en la demanda y en la cantidad de titulados (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 315).

¿Cuáles son los desafíos principales que deberá afrontar el nuevo Plan Nacional de Posgrado?
He podido realizar un seguimiento de varios de los PNPG anteriores. La ampliación del sistema y la distribución regional de los programas de posgrado estuvieron presentes en todos. Además, solía mencionarse que no había que formar magísteres y doctores solo para el ámbito académico, sino también para aportar personal altamente calificado a los otros sectores de nuestro sistema social y económico. En el transcurso del tiempo, la distribución de los programas ha mejorado, surgieron carreras de maestría y doctorado profesional centrados en el sector productivo y, en general, la cantidad de titulados ha aumentado bastante. Este crecimiento era lo deseable, pero se dio casi de manera espontánea y sin una base estratégica que lo encauzase. Los estudios sobre los egresados del posgrado revelan que la mayoría de los titulados siguen trabajando en el ambiente académico. Pero los resultados también muestran que la mayor parte no salen de la propia región en donde cursaron sus estudios de posgrado: hay escasa audacia para salir de los grandes centros. También hemos notado que hay posgraduados desempleados. Es necesario hacer frente a problemas como estos en el nuevo plan.

¿Con qué tipo de abordaje?
He notado que el posgrado siempre se ha centrado en un tipo de producto –las tesinas y las tesis– y sus correlatos, que son los artículos publicados y las patentes depositadas. Para obtener el título, el estudiante debe hacer los méritos correspondientes y redactar su tesis. Y ya está, se acabó. Los programas nunca han planteado cuáles habilidades o atributos debe desarrollar un doctor para ser un profesional o un investigador competente. La tesis no puede ser el objetivo final, debe ser el instrumento a través del cual el individuo se transforma y comprende el propósito de la ciencia y cuál es la mejor manera de desarrollarla. El director de tesis, al delinear el objeto de la tesis, se erige como guía del alumno, para indicarle los caminos, cuestionar las soluciones halladas y dónde pueden encontrarse las más adecuadas. El trayecto es siempre enriquecedor, pero desafiante. El producto ya no es la tesis, sino un nuevo individuo. ¿Y cómo debe ser este nuevo doctor? ¿Cuáles conocimientos, atributos e indagaciones querríamos reconocer? Lo que noto es que, hoy en día, la mayoría de los doctores saben mucho sobre la especificidad de su tesis, pero no conocen la amplitud de su campo de conocimiento.

¿Cuáles habilidades deben poseer?
Estamos buscando esa respuesta. Pero la habilidad para trabajar en grupo, por ejemplo, es fundamental para desempeñarse en una empresa, fundar una startup o desarrollar políticas públicas en un organismo gubernamental. Los doctores también necesitan estar preparados para desenvolverse con un enfoque multidisciplinario, ya que muchas de las temáticas actuales exigen una mirada convergente. En temas como violencia u obesidad, por ejemplo, ¿existe algún especialista que, por sí solo, pueda brindar las respuestas más adecuadas? Seguramente no. Pero las soluciones pueden aparecer si los investigadores de distintas áreas trabajan juntos. Recuerdo una charla que mantuve con el profesor Isaias Raw. Me decía: un científico tiene que excavar su propio túnel, y a lo largo del trayecto ir añadiendo más conocimientos hasta dominar el tema por completo. Pero de vez en cuando, debe regresar a la entrada del túnel y ver lo que está sucediendo alrededor. De lo contrario, pierde la dimensión de su conocimiento ante la evolución de los demás. Este es el gran reto actual: revisar las estrategias del posgrado actual, tratar de vislumbrar el futuro en el que se desenvolverá el posgraduado y ayudarle a llegar allí; y, de ser posible, que lo haga siguiendo sus propios anhelos.

No es un cambio trivial. ¿Qué debería modificarse en los programas de estudio y en su estructura?
En primer lugar, como ya lo he dicho anteriormente, es necesario definir qué habilidades son fundamentales para poder comprender y actuar en un mundo en el que las relaciones interpersonales e intersociales han cambiado a una velocidad que nunca se ha visto. Creo que, más que una modificación de las estructuras y los currículos, los docentes y supervisores deben confiar en el potencial de los jóvenes y, en lugar de seguir con una enseñanza de tipo top-down [de arriba abajo], apostar por dicho potencial, indicar cómo desarrollarlo plenamente y aplicarlo en la ciencia que cada quien ha elegido desarrollar. Suena banal, pero darles a los jóvenes libertad de elección mueve nuestra tradición educativa.

La mayoría de los doctores saben mucho sobre su tesis, pero no conocen la amplitud de su campo del conocimiento

¿La cantidad actual de titulados es suficiente? ¿O necesitamos más másteres y doctores?
No me agradan demasiado los objetivos numéricos. Comparamos la cantidad de doctores en diferentes países (en términos de población) y establecemos objetivos. Yo prefiero considerar la competencia de los egresados del Sistema Nacional de Posgrado [SNPG] y cómo pueden contribuir al desarrollo del país, en particular, y de la ciencia, en general. Probablemente, capacitar gente en las áreas más estratégicas para el país sea mucho más interesante que tener muchos doctores en cualquier área.

¿Cuáles son las áreas estratégicas?
Muchas de las cuestiones estratégicas para nuestro país también son importantes para toda la humanidad. Tomemos, por ejemplo, la desigualdad económica que no hace sino aumentar, en lugar de disminuir. Los temas relacionados con la sostenibilidad en general, el agua, la energía, la seguridad alimentaria, la preservación del medio ambiente, el mar y los bosques, etc. Los retos que plantean el crecimiento demográfico y el envejecimiento de las sociedades. Las enfermedades emergentes y reemergentes. Los temas vinculados con la conquista del espacio y todo el universo de la inteligencia artificial y sus derivaciones. Sigo esperando el momento en que la ciencia y la tecnología asuman un protagonismo más dinámico en la educación fundamental.

¿Cómo se están encauzando en la comisión los debates al respecto de estos cambios?
Hemos comenzado por plantearnos los siguientes interrogantes: ¿cuál es la importancia de un sistema de posgrado en la tercera década de este siglo? ¿Qué habilidades y atributos deberán tener los egresados de este sistema? Me preocupa mucho ver el desencanto de los jóvenes con el posgrado ya que este otorga la titulación educativa más alta del país. Hay que analizar los motivos y buscar las soluciones más adecuadas.

¿Las universidades deberían tener más programas de posgrado conjuntos?
La idea de los programas de posgrado interuniversitarios no es nueva. Ya existen algunos casos en el país. Cuando analizamos la riqueza del trabajo convergente y la importancia de la complementariedad del conocimiento, entendemos que muchos de los programas actuales se beneficiarían al añadir sus objetivos. Los estudiantes ganarían nuevos horizontes y comprenderían que el universo científico es mucho más amplio que aquel que se experimenta en un espacio académico único. Pero para ello hace falta un cambio radical de los diversos criterios y normas presentes en el sistema actual. Además de las inversiones financieras que posibiliten la movilidad de los jóvenes en nuestro inmenso territorio.

El sociólogo Simon Schwartzman ha llamado la atención sobre un aspecto que considera negativo del posgrado en Brasil: el sostenimiento del máster, en la práctica, como un prerrequisito del doctorado y, como consecuencia de ello, una permanencia exageradamente larga de los estudiantes en la universidad. ¿Usted coincide con este criterio?
La edad ideal para el ingreso a un programa de posgrado está relacionada con el grado de curiosidad, la actividad creativa y la capacidad de hacer frente a los riesgos. Estas condiciones no siempre son simultáneas para todos. Y siempre hay excepciones, por cierto. La maestría, en la mayoría de los programas, ya ha dejado de ser un requisito previo para el doctorado. El máster tenía, en un principio, el objetivo de revelarle al estudiante el mundo de la ciencia, en una época en que este tema no estaba presente en el cotidiano de las carreras de grado. Funcionaba como estrategia de nivelación para cubrir las lagunas del conocimiento. Hoy en día esto ya no tiene tanto sentido y, como dice el profesor Schwartzman, solo retrasa la obtención del grado de doctor. Los jóvenes, en la actualidad, viven a una velocidad que no existía en mi juventud. Proponerles estudios de posgrado de seis años, cuando la mayoría de las carreras de grado tiene una duración de cuatro, les genera un gran desánimo. Hay cierta urgencia para iniciar la vida independiente y posponerla tiene que estar justificado por algo que lo compense bastante.

Es mucho más interesante capacitar a las personas en las áreas más estratégicas para el país que tener muchos doctores en cualquier área

¿Cómo pueden incorporarse las demandas de la sociedad en el plan y en los programas? Hay ejemplos de programas de posgrado en el sector industrial. ¿Existe la posibilidad de ampliarlos
En la pasada década de 1990 participé, junto a grandes profesores y empresarios brasileños interesados en el desarrollo del país, en la creación del Instituto Universidad-Empresa (Uniemp), cuya finalidad era facilitar la convergencia entre los científicos vinculados al SNPG y las empresas con fuerte inclinación a la investigación y desarrollo. Confieso que las conversaciones eran muy difíciles por el desconocimiento mutuo de los objetivos de cada grupo. Pero Uniemp hizo posibles muchas colaboraciones ejemplares. La dificultad de comunicación es algo que sigue estando presente hoy en día, tal como puede comprobarse en la dificultad para la aceptación e implementación de la Ley de Innovación. Es casi imposible entender por qué ocurre esto y por qué el SNPG no ha sido capaz de sumar la colaboración de un ambiente que es importante para nuestro desarrollo.

La evaluación de los programas de posgrado se ha dirimido en la Justicia y los resultados del análisis del último cuatrienio se divulgaron solamente para los programas y están sub judice. ¿Cómo podemos pacificar el proceso de evaluación?
Creo que está pacificado. Hace tiempo aprendí que la evaluación tiene muchas facetas más allá del hecho de apuntar las virtudes y fragilidades de un sistema. Hay muchos otros intereses, llamémosles financieros, de prestigio, de visibilidad, etc. En el caso del posgrado, la evaluación está atada a la asignación de fondos a través de las cuotas de apoyo y las becas, que hoy en día representan una suma razonable para las universidades. Y siendo así, todo el mundo quiere salir bien en la evaluación. Considero que será necesario dejar abiertos los espacios de reclamo por un tiempo suficiente como para que se presenten los argumentos para la revisión de su evaluación. Y para ello, hace falta mucha madurez y precaución para que no termine todo en una judicialización, cuyos criterios no siempre se basan en los valores del SNPG.

El profesor Abilio Baeta Neves, expresidente de la Capes, llevó adelante el año pasado una investigación para nutrir los debates del PNPG que reveló datos preocupantes. Uno de ellos fue la desfinanciación: gran parte de la producción académica de los programas de posgrado no tiene financiación. ¿Cómo afrontar este problema?
El problema principal no es precisamente la escasez de financiación, sino las fluctuaciones de la misma. La FAPESP se ha ganado toda su credibilidad al mantener la inversión en los proyectos y becas con continuidad y regularidad. Cuando se aprueba un proyecto, el investigador sabe que va a disponer de los recursos hasta la finalización de su vigencia. A nivel federal esto no sucede. Parece una broma de mal gusto, cuando de repente llega la noticia de que hubo un imprevisto y los fondos destinados a la investigación serán “retenidos”. Luego, bloquean otro poco y finalmente cortan todo. A veces, solo se siguen abonando las becas vinculadas al proyecto y los estudiantes siguen trabajando incluso cuando la subvención se acabó. Para resumirlo, lo que hace falta es que se cumplan los compromisos asumidos con los investigadores cuyos proyectos fueron debidamente evaluados. Este ya sería un gran avance.

¿Cuáles serán los próximos pasos de la comisión?
Estamos seleccionando los temas principales y ahora los docentes, en grupos, empezarán a debatirlos. Estamos negociando con el Centro de Gestión de Estudios Estratégicos [CGEE] para llevar a cabo un foresight estratégico con miras a apoyar las acciones prioritarias para el próximo PNPG. La necesidad de planificar las trayectorias futuras es fundamental cuando lo que nos ocupa es la formación de los jóvenes que van a desempeñarse en entornos que aún no han sido muy bien delineados, donde las posibilidades todavía no se han dimensionado lo suficiente. Ya hemos empezado, pero sabemos que aún hay mucha gente que debe ser escuchada. Muchos serán invitados a contribuir y opinar. La metodología del foresight tiene elementos cualitativos y cuantitativos que permiten delinear diversos escenarios. Además, en cada etapa, cuando un tema esté aparentemente concluido, tendremos audiencias públicas para profundizar los debates. Queremos que este PNPG tenga la pluralidad necesaria como para dar cuenta de las diversas complejidades de nuestro país y de la coyuntura que vive la humanidad. Los egresados de los distintos programas deben ser conscientes de estos desafíos y especialmente capaces de colaborar en la búsqueda de las soluciones más adecuadas a la realidad del momento. Es lo que el país espera de todos nosotros.

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