¿Cómo medir adecuadamente la contribución individual de un investigador si los artículos científicos que componen su currículum son fruto de colaboraciones y llevan también la firma de otros colegas? En busca de respuestas a este interrogante, que suele presentarse en los procesos de evaluación, investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas y Computación de la Universidad de São Paulo (ICMC-USP) y de la Universidad de Indiana en Bloomington (EE. UU.), analizaron 243 millones de artículos científicos de 2,6 millones de coautores almacenados en la base de datos Microsoft Academic Graph. Para calibrar la mira, descartaron los papers con más de 10 coautores, a los efectos de no contaminar el análisis con el trabajo de grandes consorcios de investigación, y seleccionaron a los autores solamente entre los que habían publicado al menos 10 artículos y recibido no menos de 200 citas, excluyendo a aquellos con sus carreras en ciernes. Para cada autor de la base de datos, se identificó quién era el colaborador más importante, y estos colaboradores se evaluaron individualmente.
Los resultados mostraron el grado peculiar de dinamismo de las colaboraciones de investigación en los distintos campos del conocimiento y revelaron datos curiosos al respecto de la influencia de los líderes académicos muy productivos sobre los colegas con quienes publican artículos científicos. Un punto de referencia fue la figura de los “colaboradores prolíficos”, autores cuya presencia en la lista de firmantes de artículos es asidua y cuya producción recibe un mayor volumen de citas. Para evaluar la influencia de estos referentes, en el estudio se analizó lo que ocurría con las métricas de productividad de los demás autores, medidas por cantidad de citas e indicadores que comparan la cantidad de artículos y su repercusión, como el índice h, por ejemplo, en dos escenarios distintos: con y sin los artículos producidos en colaboración con colaboradores prolíficos. “Hubo casos extremos, en los que un autor del área de la medicina acumulaba 4.000 citas en artículos en los cuales había sido coautor, pero cuando se excluían los papers elaborados con colaboradores prolíficos, solo conservaban el 25 % de las citas originales”, señala Diego Raphael Amancio, del ICMC-USP y autor principal del estudio, que salió publicado en la revista científica Scientometrics. “Esto puede ser un signo de dependencia, pero también de una colaboración exitosa. Deberá evaluarse más información para comprobar si la relación es de dependencia; por ejemplo, cuál fue la contribución de los autores”.
En las disciplinas de humanidades, se ha observado que la influencia de esta élite es más limitada, entre otras razones, porque en esos campos no existe una gran tradición de publicar en colaboración. En cambio, en las áreas de ingeniería, ciencias de la computación, física, medicina, biología y química, su incidencia fue significativamente mayor, con los colaboradores prolíficos respondiendo por alrededor de la mitad de las publicaciones y citas de su especialidad. En química, el índice que mide la influencia sobre el total de citas alcanzó el 50 % del total. En el área de ciencia de materiales, fue de un 66 %. Para Amancio, estos resultados pueden ser útiles para entender el funcionamiento de las colaboraciones e identificar las características que definen a los investigadores capaces de producir ciencia en forma autónoma.
A juicio del científico de la computación Jesús Mena Chalco, investigador de la Universidad Federal del ABC, quien no participó en el estudio, el trabajo dirigido por Amancio ahonda en dos cuestiones ya destacadas en la literatura, pero que todavía no habían sido dimensionadas completamente: la relación entre la intensidad de la colaboración y el área especialización del investigador, y el volumen de influencia de alguien más experimentado en un ambiente de investigación. “Desde mi óptica, esta última cuestión, que aborda el impacto de un investigador más colaborativo sobre la producción científica de sus coautores, es la más importante”, dice. Según Mena Chalco, esta constatación podría ser de ayuda en la discusión de las políticas científicas para comprometer a investigadores séniores en proyectos que plantean desafíos. “Brasil podría beneficiarse de una política rutinaria y sistemática de acercamiento de ‘los mayores’ a ‘los jóvenes’”.
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