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Carta de la editora | 236

Extrañeza y hostilidad

La crisis humanitaria que cobró visibilidad con la llegada masiva de inmigrantes ‒muchos de ellos refugiados‒ a Europa, oriundos fundamentalmente de Medio Oriente y del norte de África, puso nuevamente sobre el tapete el fenómeno migratorio a gran escala. Su impacto repercutió en otros países, Brasil inclusive, que vio duplicarse la entrada de refugiados durante los últimos cuatro años. Los sirios, por ejemplo, representan en la actualidad el 24,5% de los 8.530 refugiados que viven en el país. Pese a contárselos en cifras pequeñas (comparadas con el contingente que arriba a Europa), esos inmigrantes a menudo causan extrañeza y son objeto de acciones discriminatorias en Brasil.

Este tema constituye el enfoque de investigaciones tales como las del Núcleo de Estudios de Población de la Universidad de Campinas (Nepo-Unicamp) y del Centro de Estudios de la Metrópolis de la Universidad de São Paulo (CEM-USP), que se presentan en el reportaje estampado en la portada. Desde la década de 2000, las grandes áreas metropolitanas dejaron de ser el destino casi exclusivo de los inmigrantes: en busca de trabajo, estos contingentes siguen ahora a las inversiones agropecuarias o industriales en ciudades del interior. Investigadores también sugieren que la oleada inmigratoria de los últimos diez años estaría en desacuerdo con supuestos históricos tácitos, según los cuales los extranjeros “ideales” para a Brasil serían blancos, europeos y católicos. Esa visión discriminatoria y restrictiva llegó dar asidero a acciones del Estado brasileño, con la llamada política de blanqueamiento del Estado Novo (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 201). En la oleada actual predominan los latinoamericanos (bolivianos, haitianos y colombianos), aparte de africanos tales como senegaleses y congoleses. Como se ubican a distantes de ese patrón, habría más extrañeza aún. Este factor, asociado a otros, tales como la competencia por los puestos de trabajo y la ausencia de políticas públicas orientadas a la inserción de los inmigrantes en la sociedad brasileña, contribuiría para la aparición de reacciones de hostilidad. El estado de São Paulo, cuyo desarrollo (incluso científico-tecnológico) tanto se ha visto beneficiado con la inmigración, se ubica en una buena posición para brindar una respuesta más constructiva.

Otra historia de extrañeza y violencia se refiere a las víctimas de la política discriminatoria contra personas con lepra en Brasil, vigente hasta 1986. La práctica de internación forzosa en hospitales colonia estaba precedida por la quema de los hogares de los pacientes con todas sus pertenencias. Se estima que 40 mil personas quedaron separadas de sus familias como consecuencia de esas estrategias de aislamiento, con 25 mil niños dejados en orfanatos especiales. En 1924, cuando aún no existía un tratamiento eficaz, se implementó la práctica de internación forzosa, que cobró fuerza en la década de 1940: en 1943, 41 hospitales colonia dispersos por Brasil albergaban a 17 mil personas. En la misma década, en el país se pasó a medicar a los pacientes con sulfonas, lo cual demandaba únicamente visitas periódicas a los hospitales. De todos modos, y aun habiendo suscrito un acuerdo internacional por el fin de las internaciones forzosas en 1952, esta práctica siguió vigente en Brasil durante más de 30 años, dividió a familias y marginó a parientes cercanos. En el marco de proyecto desarrollado desde 2011 por un equipo de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), asociada a la organización no gubernamental Movimiento de Reintegración de Personas Afectadas por la Lepra (Morhan), valiéndose de investigaciones históricas y test de ADN, se apunta a reunir a familiares de leprosos que no se conocían o estaban separados.

En ambos casos, la superación del desconocimiento muestra que la extrañeza y la violencia asociada a la misma son nocivas para la sociedad.

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