Fue el astronauta estadounidense Neil Armstrong, en su histórico viaje a la Luna en julio de 1969, quien inspiró a la joven France Córdova, quien tenía por entonces 21 años, a cambiar radicalmente los rumbos de su carrera profesional. Ese hecho reencendió un antiguo interés suyo por la astronomía, justamente cuando se graduaba en literatura inglesa en la Universidad Stanford, en Estados Unidos (el predominio masculino en el ambiente académico la había desalentado de estudiar física). Después de trabajar como redactora y revisora de textos, incluido un paso por el periódico Los Angeles Times, Córdova concluyó, en 1979, su doctorado en astrofísica en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), en Pasadena.
A lo largo de cuatro décadas, asumió distintos puestos de liderazgo, como el de científica jefa de la agencia espacial estadounidense (Nasa) –fue la primera mujer y la persona más joven que desempeñó esa función, entre 1993 y 1996–, y el de canciller de la Universidad de California, en Riverside, en 2002, y de la Universidad Purdue, en 2007. En 2014, el presidente Barack Obama la eligió para dirigir la National Science Foundation (NSF), la principal agencia de apoyo a la investigación básica de Estados Unidos, con un presupuesto de más de 8 mil millones dólares. Bajo su dirección, la agencia financió, por ejemplo, el proyecto Ligo (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory), que detectó ondas gravitacionales en 2015 y les rindió un premio Nobel dos años después a tres físicos estadounidenses que lideraron la investigación.
Nacida en 1947 en París, de madre irlandesa y padre mexicano, France Córdova estuvo en São Paulo entre los días 1º y 3 de mayo para participar del 8º Encuentro Anual del Global Research Council (GRC), que reunió a directivos de agencias de apoyo a la investigación científica de 45 países. En la entrevista que le concedió a Pesquisa FAPESP, habló sobre equidad de género en la ciencia y sobre el impacto de la investigación básica en la sociedad, y comentó las ambiciones del Plan S, una iniciativa de acceso abierto para las publicaciones científicas lanzada por la Comisión Europea.
Usted fue científica jefa de la Nasa y actualmente comanda la agencia de fomento que tiene uno de los mayores presupuestos del mundo. ¿De qué forma la NSF apoya programas destinados estimular la participación femenina en la ciencia?
La equidad de género es una gran preocupación y tenemos varias acciones en marcha. En muchas áreas, incluida la mía –la física– la representación femenina todavía es muy baja, así como en las ingenierías y en matemática. El problema es menor en las ciencias biológicas y sociales. Podemos decir que, en Estados Unidos, el panorama está cambiando en forma constante, pero lentamente. La NSF tiene un programa llamado Advance, que invierte en abordajes sistémicos tendientes a aumentar la participación y el avance de las mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática [Stem]. El objetivo es alentar a las mujeres a llegar a puestos de liderazgo en las universidades. Fui investigadora principal de ese programa cuando dirigía la Universidad Purdue. Cuando me fui a la NSF, se inició el programa Includes [acrónimo para “inclusión de comunidades de aprendices de descubridores subrepresentados en ingeniería y ciencia en toda la nación”], que engloba a más de 70 programas piloto por todo el país, con distintas estrategias cuyo objetivo es ampliar la representación de la mujer y de otras minorías.
¿Cuál es la ambición del Includes?
El proyecto abarca desde programas de computación para niños hasta estrategias tendientes a aumentar la cantidad de facultades y asignaturas en áreas claves. Algunas de esas acciones son encabezadas por grupos comunitarios, otras por universidades, fundaciones y sociedades científicas. Hemos creado una red para que esos proyectos se comuniquen. Recientemente, hemos concedido una financiación para que los participantes se reúnan, intercambien experiencias y aprendan buenas prácticas los unos con los otros. Esperamos que eso posibilite mejoras de escala en esas iniciativas, a fin de que no mueran cuando el programa se termine. Queremos descubrir cómo hacer proyectos que se conviertan efectivamente en ejemplos de buenas prácticas que pueda replicárselas en muchos otros lugares.
Buena parte de nuestra cartera se compone de investigaciones impulsadas por la curiosidad y no tenemos idea de cuáles descubrimientos surgirán a partir de ellas
¿Qué obstáculos ha tenido usted que enfrentar para alcanzar cargos de liderazgo?
Soy de la opinión de que todos tenemos desafíos, no importa quien sea o qué trabajo esté realizando. Un conductor de camión, por ejemplo, está sujeto a muchos percances cuando va de una parte a otra del país. Siempre hay obstáculos. Pero evidentemente, las mujeres en el área de ciencia y tecnología afrontan tipos particulares de retos. Cuando se es chofer de camión, se aprende con los compañeros de trabajo en qué sitios no se debe parar, qué carretera tomar, cuál es la tecnología que ayuda a escapar del tránsito. Se aprende a medida que se encara la ruta y se encuentra a personas solícitas y capaces de brindar buenas orientaciones. Es posible intentar cosas nuevas: sortear el obstáculo o intentar atravesarlo. He tenido muchos retos por el camino. Algunas veces me he cruzado con personas aferradas a posiciones de poder. Pero siempre están los que pueden apoyarla a una y hay que saber aceptar esa ayuda.
La reunión del GRC de este año discutió formas de evaluar el impacto económico y social de la ciencia. ¿Cómo hacer eso con respecto a la investigación básica?
No hace falta adivinar el impacto que tendrá la investigación básica dentro de 10 ó 100 años, incluso porque en el caso de la investigación movida por la curiosidad es difícil saber cuál será su resultado. Pero es necesario demostrar por qué un proyecto de investigación es importante para la gente. Alrededor del 50% de las propuestas que recibimos mencionan impactos como el de aumentar la representatividad de las mujeres o el de personas con bajo nivel socioeconómico. O presentan alguna estrategia para la capacitación de la nueva generación. Por lo tanto estamos interesados en saber el impacto que puede tener la investigación en un período más corto de tiempo. Todas las propuestas enviadas a la NSF deben incluir un plan que indique cómo los datos serán preservados y administrados y otro, de impacto, que debe comprender a las escuelas y buscar el alcance público. Los astrónomos, por ejemplo, han creado las llamadas star parties, en las que invitan a la población a observar el cielo nocturno.
La financiación pública de las investigaciones en las áreas de las ciencias humanas, como sociología y filosofía, viene siendo cuestionada en muchos países, incluidos Estados Unidos y Brasil. ¿Cómo demostrar el impacto en esas áreas?
La NSF no financia proyectos de filosofía, pero apoyamos estudios de economía y comportamiento social. En el área de economía, ya hemos financiado investigaciones que después ganaron el premio Nobel. Un trabajo que encargamos a las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos identificó una serie de casos que evidencian de qué modo las investigaciones sobre comportamiento social vienen colaborando con disciplinas como las ciencias de la computación, ayudándolas a interpretar, por ejemplo, por qué hay usuarios de internet que cometen abusos o fraudes. Con ello es posible entender que las personas no siempre utilizan la tecnología de la forma más apropiada. Esto refleja una cuestión social, no tecnológica. Muchos proyectos sobre seguridad cibernética financiados por la NSF incluyen a especialistas en comportamiento social. Según algunos estudios más de la mitad de la muertes causadas por desastres naturales, como terremotos y huracanes, ocurre porque las víctimas no supieron tomar las mejores decisiones en el momento de escapar del peligro. Apoyamos a los investigadores para que desarrollen métodos capaces de ayudar a las personas a responder correctamente a alertas de desastres y eso requiere conocimiento sobre el comportamiento humano.
Hay un grado de interdisciplinariedad también en los estudios sobre inteligencia artificial, ¿no?
Sí, y el campo del comportamiento social se ha mostrado esencial en el desarrollo de nuevos algoritmos. Grandes empresas, como Amazon, están preocupadas con identificar y corregir sesgos discriminatorios embutidos en algoritmos de inteligencia artificial. Estamos realizando convocatorias en alianza con la empresa para financiar proyectos que reúnan a científicos de la computación y expertos en comportamiento social para encontrar soluciones.
A su juicio, ¿estamos en un buen momento para hacer ciencia, si consideramos que hay personas que ocupan puestos de poder y que niegan el cambio climático, y que existen movimientos anticientíficos como el terraplanismo, que ganan adeptos?
Sí. Cuantos más elementos anticientíficos surgen, más tenemos que acelerar la ciencia. No somos una agencia reguladora. No establecemos reglas sobre qué hacer con la ciencia ni tampoco elaboramos políticas públicas. La NSF es una agencia de fomento a la investigación y la mejor forma de deshacer mitos y entender la verdadera naturaleza de las cosas es financiar investigaciones sobre cómo funciona el planeta.
No siempre la gente utiliza la tecnología de la forma más apropiada y eso refleja una cuestión social, no tecnológica
Uno de los temas discutidos en la reunión del GRC fue la cuestión del acceso abierto a las publicaciones científicas. ¿Cuál es la posición de la NSF sobre el Plan S, que propone la divulgación inmediata en la web de artículos financiados con recursos públicos?
Estamos en este momento siguiendo la política de acceso abierto establecida en 2016, bajo la administración anterior. Eso no significa que no pueda haber cambios en el futuro. Actualmente, la NSF determina que los artículos que resulten de proyectos financiados por la agencia queden disponibles en acceso abierto un año después de su publicación. Esta es la posición oficial de la NSF en este momento. El acceso abierto es una cuestión importante y la estamos discutiendo, pero todavía no tenemos una posición oficial respecto al Plan S..
El gobierno de Estados Unidos propone un recorte del 12% en el presupuesto de la NSF, pero la Cámara de Representantes del país hizo una contrapropuesta, sugiriendo un aumento del 7% de los recursos para la agencia respecto al año pasado. ¿Cuál es su expectativa en cuanto a eso?
El Congreso viene garantizando el presupuesto de la NSF durante los últimos años. Pero, por ahora, estamos esperando la decisión final. No está claro aún si el Congreso y la Casa Blanca podrán ponerse de acuerdo sobre los gastos para 2020, antes del inicio del ejercicio fiscal, el 1º de octubre de 2019. Estamos agradecidos por el dinero que recibimos y siempre informamos al Congreso sobre qué hemos hecho con los recursos recibidos.
¿Qué puede suceder si el recorte se aprueba?
Si se aprueba, está claro que habrá recortes en las actividades de la NSF. Siempre tratamos de ser más eficientes y efectivos. Estamos haciendo más alianzas, con empresas como Amazon y Boeing, por ejemplo, como forma de expandir nuestra base de recursos. Muchas veces el sector privado es capaz de hacer cosas que la financiación pública no puede. Empresas y fundaciones privadas pueden ofrecer premios a investigadores o promover competencias. El gobierno y la industria deben trabajar juntos y las asociaciones público-privadas se pueden profundizar. No buscar tan solo la ganancia, sino también hacer avanzar a ciertas áreas de investigación importantes para el país. Pero eso no sustituye la financiación pública, sino que es solamente una parte de nuestra cartera. Las empresas buscan el retorno a corto plazo, necesitan rendir cuentas y ofrecer rentabilidad a los accionistas. En nuestro caso, muchos de nuestros accionistas no han ni siquiera nacido. Son nuestros nietos y bisnietos los que se beneficiarán de la investigación que estamos financiando y llevando adelante actualmente. Buena parte de nuestra cartera se compone de investigaciones impulsadas por la curiosidad y no tenemos idea de qué descubrimientos surgirán a partir de ellas o de cuánto tiempo llevará para que nos beneficiemos con sus resultados.
¿Cuál es su evaluación sobre la reunión del GRC realizada en São Paulo?
He aprendido mucho con el GRC. Esta es la sexta reunión en la cual participo y siempre ago más amigos. En cada reunión elegimos puntos diferentes para discutir. Lo que de hace mejor el GRC es reunir a los financiadores de investigación para conversar sobre los desafíos comunes y cuáles soluciones funcionaron bien. Es muy interesante poder llevarse ese conocimiento a casa y discutir como aplicarlo.
¿De qué manera las discusiones realizadas en el evento podrán ayudar a las agencias a desarrollar mejor su trabajo?
Les pregunté a los integrantes del governing board [el consejo directivo] cómo se han beneficiado sus agencias y ellos me contestaron que las discusiones del GRC permiten impulsar las acciones que desarrollan en sus países. Cuando los participantes se reúnen y se ponen de acuerdo sobre determinados principios, como hicieron nuevamente este año respecto a la evaluación de impacto de la investigación, eso realmente marca la diferencia. Es una motivación para que las agencias sigan en esa dirección. El GRC tiene grupos de trabajo orientados a asuntos específicos, como la equidad de género en la ciencia y el acceso abierto. No hay otra organización capaz de reunir a las principales agencias de fomento del mundo alrededor de esos temas. El progreso de la ciencia depende de financiación y las agencias deben ser capaces de demostrar los beneficios de la investigación a las personas que ofrecen los recursos.
*Colaboró Karina Toledo, de Agência FAPESP
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