En el mes de junio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su país abandonaría el Acuerdo de París, un convenio internacional patrocinado por las Naciones Unidas y refrendado por casi 200 países que intenta contener el avance de los cambios climáticos. Por entonces, el recién electo presidente de Francia, Emmanuel Macron, ofreció rápidamente a su país como alternativa laboral para aquellos científicos del clima que estuvieran descontentos con la postura de Trump. A casi seis meses de esa proclama internacional, el gobierno francés anunció al comienzo de diciembre que incorporó a 18 investigadores en el marco del programa Make Our Planet Great Again. Los seleccionados recibirán un millón y medio de dólares para sus proyectos de investigación y tendrán empleo garantizado durante cinco años. Las dos terceras partes de los científicos aprobados trabajaban en Estados Unidos. El resto proviene de Italia, España, Polonia, India, Canadá y el Reino Unido. Mediante una nota, el Sindicato Nacional de Investigadores Científicos de Francia calificó a la iniciativa de Macron como una jugada propagandística y le reprochó que “darles [a los investigadores foráneos] cierta prioridad, especialmente en lo concerniente a la remuneración, representa un insulto a los científicos franceses”.
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