Ellos están en todas partes: en la tierra, en el aire y hasta en el agua. Pero es en los hogares donde los ácaros hacen sentir efectivamente su molesta presencia. Y más precisamente, en la cama. Con tan sólo unos pocos meses de uso, los colchones constituyen la guarida de centenares de miles o hasta millones de estos bichos, parientes de las arañas y las garrapatas, en cantidades suficientes como para causar alergias y disparar crisis de rinitis, asma o conjuntivitis. En general los ácaros son más pequeños que la punta de una aguja. Y encuentran en el dormitorio y en otras habitaciones de las viviendas humanas un verdadero paraíso. Allí, la temperatura es estable, el alimento es abundante y la humedad del ambiente oscila poco. Con condiciones así, tan favorables, en poco tiempo infestan cortinas, alfombras, sofás y, para desesperación de los alérgicos, las camas, tal como constató el equipo del entomólogo Angelo Pires do Prado, de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp).
Con aspiradora en manos, Prado, la bióloga Raquel Binotti y el médico alergista Celso Henrique Oliveira dieron inicio a una limpieza científica de livings, dormitorios y despensas de 58 residencias de la ciudad de Campinas, ubicada a cien kilómetros de São Paulo. El objetivo de esta tarea era identificar cuáles entre las 20 mil especies de ácaros conocidas eran las más comunes allí. Y motivos no les faltaban: se estima que los ácaros que viven en la polvareda domiciliaria provocan el 90% de las alergias respiratorias rinitis, faringitis y asma que afectan a entre 18 y 30 millones de brasileños. Si bien esa muestra no fue representativa de toda la ciudad, nos suministró una buena idea sobre la situación, dice Oliveira. Y la situación no es para nada halagüeña.
Al escrutar el polvo recolectado, el equipo de la Unicamp constató que los hogares se erigen en reductos de un jardín zoológico acarino. Raquel detectó 18 especies diferentes, que se esparcen en cantidades variadas por las distintas dependencias. Los ácaros de las especies Dermatophagoides pteronyssinus y Dermatophagoides farinae que se alimentan de hongos, bacterias y queratina, la proteína que confiere resistencia a la piel fueron hallados en el 88% de las muestras de polvo extraídas de los colchones. Alrededor del 40% de los colchones estaba infectado por la especie predadora Blomia tropicalis, que emplea sus aventajadas pinzas para absorber la hemolinfa el fluido que hace las veces de sangre de otros ácaros, hasta dejarlos secos como pasas de uva.
Tanto en el dormitorio como en el living
Los ácaros aparecen en menores cantidades también en las cortinas y en las alacenas de alimentos. Había 320 ácaros en promedio en cada gramo de polvo de la cortina de la sala, 350 en la del cuarto y 450 en la de las despensas de alimentos, el sitio preferido de ácaros como el Tyrophagus putrescentiae, que aparece en la página siguiente, en una fotografía tomada por el equipo de Edna Haapalainen, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).
En tanto, las alfombras eran el reducto de alrededor de 570 ácaros por gramo de polvo en el living, y de 750 en los dormitorios; concentraciones suficientes como para causar alergia. Alrededor de cien ácaros por gramo de polvo dejan al sistema inmunológico sensibilizado, es decir, provocan alergia, dice Oliveira. A partir de 500, las personas comienzan a presentar crisis alérgicas. Se torna así fácil entender por qué en ocasiones uno empieza a estornudar con sólo sacudir las alfombras o las cortinas de su casa.
Los datos de este estudio, detallados en una serie de artículos científicos publicados del año 2000 en adelante, indican que los lugares preferidos de los ácaros son también los nuestros: el sofá y la cama. Cada gramo de polvo del sofá contenía alrededor de 900 ácaros. Pero el problema estaba realmente en la cama. Sobre la superficie del colchón, en contacto con el cuerpo, esa concentración era de 950, mientras que junto al estrado, dicho índice llegó a 3.900 en un caso extremo, había 40 mil ácaros por gramo de polvo. Probablemente sea ésa la razón por la cual los que padecen rinitis sienten la nariz tapada, y quienes tienen asma respiran con mayor dificultad tan pronto como ponen la cabeza sobre la almohada.
No se sabe a ciencia cierta el motivo de esta diferencia de concentración. La sospecha principal apunta a que la parte inferior de los colchones concentra más ácaros porque está más protegida de la luz y se la toca menos cuando se cambian las sábanas. A lo mejor conseguimos dilucidar esta razón pronto, ni bien surjan los resultados de estudios escoceses que apuntan a reproducir en colchones, en laboratorio, el ambiente donde viven los ácaros, comenta Prado.
En tanto, la probable causa de esta preferencia por las camas es la misma que les permite a los ácaros proliferar libremente en el sofá: la comida de sobra. El sofá acumula restos de alimentos y de piel humana, mientras que la cama, donde pasamos alrededor de 8 horas diarias, es un granero de piel muerta: semanalmente el ser humano pierde alrededor de 5 gramos de piel, que se acumula en la almohada y en el colchón.
Por tal motivo, lo mejor es proteger el colchón con una funda de tela revestida con un material que impida el paso de los ácaros. Sin tal cuidado, cuatro meses son suficientes para que un colchón nuevo quede infestado, toda vez que cada hembra de estos bichos procrea unas 200 crías durante sus cien días vida. En el resto de la casa, la manera más eficaz de eliminar a los ácaros es la limpieza con la aspiradora pero mantener el ambiente aireado y libre de humedad excesiva también ayuda.
Alergias
Aunque integran junto con las arañas y los escorpiones la clase de los arácnidos, animales de ocho patas, con la cabeza y el tórax fundidos en un solo órgano, el cefalotórax, los ácaros no son de por sí nocivos a los seres humanos. Por cierto, estos bichitos desempeñan un papel biológico importante en el control de insectos y la fertilización del suelo. Las reacciones alérgicas que provocan son disparadas por proteínas presentes en su esqueleto y su materia fecal. Una de estas proteínas, denominada Der p1, descubierta en la década de 1980 por Thomas Platts Mills, de la Universidad de Virginia, Estados Unidos, activa las células del sistema de defensa del organismo y provoca una inflamación de las vías aéreas. Por tal razón se la utiliza en concentraciones muy bajas en la producción de vacunas contra la alergia a los ácaros, indicadas para aquéllos que no mejoran con el tratamiento a base de antialérgicos, ni con el control de los ácaros en el ambiente.
Oliveira y Raquel son estudiosos de estos animales desde cuando hicieron sus posgrados, época en que se conocieron y se casaron. En la actualidad, mantienen una criadero de ácaros propio. En su laboratorio particular, la pareja cultiva en botellas plásticas especiales, almacenadas en invernaderos, cuatro especies: Dermatophagoides pteronyssinus, Dermatophagoides farinae, Tyrophagus putrescentiae y Suidasia pontificia. Y pretenden usar los extractos de las proteínas extraídas de esas especies en la producción de una vacuna más eficaz que las nacionales actualmente existentes.
En un estudio de 2004 publicado en la Revista Brasileira de Alergia e Imunopatologia, investigadores de São Paulo, Paraná, Río de Janeiro y Minas Gerais testearon ocho vacunas antialérgicas elaboradas con base en extractos del ácaro D. pteronyssinus siete de las cuales se fabrican en el país. Ninguna de las vacunas nacionales presentó una concentración de Der p1 ó Der p2 comparable a la del extracto importado. Una señal indicativa de que no producirían la respuesta inmune mínima indicada por la Organización Mundial da Salud.
Cómo librarse de los ácaros
Los ácaros entran en los hogares traídos probablemente por los pájaros. Se han adaptado bien al ambiente doméstico, donde hallan las condiciones favorables para su reproducción y desarrollo. No es posible eliminarlos completamente, pero medidas sencillas ayudan a reducir y mucho la cantidad de estos indeseables bichos dentro de nuestras viviendas.
Deje el colchón expuesto al sol durante media hora cada 20 días y, de ser posible, cámbielo al cabo de cinco años de uso.
Proteja las almohadas y el colchón con forros de algodón o microfibra revestidos de látex o vinilo, y cambie la ropa de cama al menos una vez por semana.
Haga diariamente la limpieza de la casa con la aspiradora y paños húmedos, y prefiera pisos cerámicos a alfombras y carpetas.
Mantenga el ambiente ventilado al menos media hora por día y evite el uso de humidificadores de aire.
Evite el consumo de alimentos y la presencia de animales domésticos, plantas, animales de peluche en el living y en el dormitorio.
Almacene en bolsas plásticas las ropas que quedarán fuera de uso durante largos períodos, y prefiera ropas de fibras naturales a las de piel o lana.
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