En términos plásticos, la portada de la presente edición se revela atractiva e invitadora. Me recuerda a las antiguas y deleitantes caricaturas de Angelo Agostini publicadas en Revista Ilustrada en 1882, con motivo de la decisión del emperador Pedro II de destinar recursos a la observación astronómica del paso de Venus sobre el disco solar. Para algunos compañeros de la redacción, la evocación es La invención de Hugo Cabret, la hermosa película de Martin Scorsese, de 2011, que le rinde homenaje a George Méliès y a su Viaje a la Luna, un cortometraje de 14 minutos, de 1902, considerado la primera película de ciencia ficción de la historia del cine (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 155, página 8). El motivo de la inspirada ilustración y del reportaje que la provocó es un estudio publicado online en la revista científica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology el pasado 18 de junio. Producto del trabajo de investigadores de Australia, el Reino Unido y Brasil, saca a la luz una excitante hipótesis para la mayor de las cinco grandes extinciones masivas de especies que habrían ocurrido en la Tierra durante los últimos 500 millones de años. La hecatombe podría haberse desencadenado como efecto indirecto de la apertura de un enorme cráter de 40 kilómetros de diámetro causado por el impacto de un meteorito de unos 4 kilómetros hace algo más de 250 millones de años, en el área que actualmente ocupan las ciudades de Araguainha y Ponte Branca, en el sudeste del estado de Mato Grosso, cerca del límite con el estado de Goiás. Así es, en Brasil. Aunque en ese entonces todo era Pangea, un mismo supercontinente.
La colisión en sí misma no tendría ni por asomo tal potencia como para propagar esa impresionante destrucción del 96% de la biodiversidad del planeta, la cual determinó el final del período Pérmico. Empero, tal como describe nuestro editor especial Marcos Pivetta, autor del excelente reportaje (página 16), una sucesión de eventos derivados de ese impacto pudo haber precipitado un fatal calentamiento global. Existen vestigios geológicos de que tales eventos serían el resultado de tsunamis. Otros rastros sugieren la ocurrencia de terremotos, con magnitudes de hasta 9,9 grados en la escala de Richter, en un radio de mil kilómetros alrededor del cráter. De una u otra forma, ciertas rocas ricas en carbono orgánico se habrían fracturado liberando un gigantesco volumen de metano, uno de los gases causantes del efecto invernadero. En pocos días, de acuerdo con los cálculos de los investigadores responsables del estudio, podrían haber sido liberadas 1.600 gigatoneladas de metano, “casi cinco veces más que el difundido en el planeta desde el inicio de la Revolución Industrial, hace 250 años”, compara Pivetta. Vale la pena internarse en los detalles de esta nueva hipótesis sobre la gran extinción acaecida en el remoto pasado del planeta azul.
También querría destacar el reportaje referente a una investigación llevada a cabo por un equipo de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) que propone un rol fundamental para una deformación en la proteína p53 relacionada con la aparición de determinadas formas de cáncer (página 44). Según explica el editor de ciencia, Ricardo Zorzetto, el enrollamiento anormal de esa proteína relacionaría a la génesis de algunos de los cánceres con el surgimiento de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la versión humana del mal de la vaca loca, puesto que ambos eventos serían activados por un mismo mecanismo celular, aunque se produzca en distintas proteínas ‒el prión, en el segundo caso‒ y genere efectos opuestos en ambas situaciones: la perpetuación de la vida de las células con su proliferación descontrolada, en los casos de cáncer, y la muerte precoz de las células, en la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Algo intrigante, ¿cierto?
También recomiendo la entrevista con Silvia Brandalise, fundadora del Centro Infantil de Investigaciones Hematológicas Dr. Domingos A. Boldrini, una de sus diversas iniciativas que ayudaron a modificar el panorama del tratamiento del cáncer en niños en el ámbito brasileño (página 22). Los autores de la misma son el editor en jefe, Neldson Marcolin, y el editor especial Carlos Fioravanti. Para culminar, resalto en la sección de tecnología el reportaje sobre el auge del sector de aeronaves no tripuladas, los denominados drones o VANTs, en el mercado nacional, realizado por el reportero Rodrigo de Oliveira Andrade (página 64), y el reportaje de nuestro editor de humanidades, Carlos Haag, con inspiradas ilustraciones del artista gráfico Hélio de Almeida, con motivo de los 50 años de la investigación en comunicación en el país (página 76).
¡Buena lectura!
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