Por primera vez en más de un siglo de historia, la Academia Brasileña de Ciencias (ABC) será presidida por una mujer. Tras la presentación de una lista única, la biomédica Helena Bonciani Nader, investigadora de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), resultó elegida para dirigir la entidad durante los próximos tres años a partir del mes de mayo, sucediendo al físico Luiz Davidovich que ostentaba el cargo desde 2016. Nader coordina un laboratorio en la Unifesp que es una referencia en los estudios sobre la heparina, un polisacárido conocido por su acción anticoagulante, y en los últimos años se volvió conocida por su postura combativa mientras presidió la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). Desde 2019 era vicepresidenta de la ABC. En 2020 pasó a integrar el Consejo Superior de la FAPESP.
Con sede en Río de Janeiro, la ABC fue fundada en 1916 por un grupo de investigadores interesados en el desarrollo de la investigación científica y en difundir el trabajo de los científicos, y su primer presidente fue el astrónomo francés Henrique Morize. En la actualidad está integrada por 568 miembros titulares, entre los que se cuentan investigadores de diversos campos del conocimiento, que participan en debates y elaboran estudios sobre temas relacionados con la ciencia y el desarrollo del país. En la entrevista que se transcribe a continuación, Nader habla de sus proyectos de después de la pandemia.
¿Cuáles son sus planes para la ABC? ¿En qué frentes se propone avanzar?
La gente puede tener ideas, pero nadie hace nada por sí solo. Mis predecesores hicieron mucho. La gestión de Eduardo Moacyr Krieger [1993-2007] concretó acciones de impacto que promovieron la internacionalización de la ABC y la creación de la IAP [Inter Academy Partnership]. La academia comenzó a dialogar con diversas organizaciones internacionales. Más tarde, Jacob Palis [2007-2016] profundizó esa estrategia e incluso se convirtió en presidente de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo, la TWAS. Durante la gestión de Palis, la ABC dispuso de fondos para la elaboración de informes sobre grandes temas de interés para la ciencia y el desarrollo del país. Esto ha sido importante para garantizar el protagonismo de la academia. También acentuó las colaboraciones, por ejemplo, con la SBPC. Ambas instituciones comenzaron a trabajar de manera complementaria. Y en la presidencia de Luiz Davidovich [2016-2022] a quien secundé como vicepresidenta durante los últimos tres años, se profundizó más aún la internacionalización y se intensificaron los debates sobre las políticas nacionales de ciencia y tecnología. Tengo que informar estos antecedentes, porque si no quien lo lea podría decir: “¡Qué mujer pretenciosa, ignora todo lo que se ha hecho antes!”. Y yo soy una persona que trabaja en grupo.
¿Y qué es lo que se propone hacer el grupo recientemente elegido?
Uno de los retos que tenemos consiste en estrechar todavía más el diálogo con el Congreso Nacional. Tenemos que demostrarles de manera muy clara a los legisladores, y a los gobernantes en general, la importancia de la ciencia y la educación en todos sus niveles. Estamos en 2022. Esto significa que ha pasado casi un cuarto de este nuevo siglo y estamos derrapando por así decirlo, cuando no francamente retrocediendo en varios aspectos, como en aquellos relativos a la educación y a la ciencia. La educación y la ciencia tienen que ser proyectos de Estado. Cuando nuestros políticos viajan al exterior, independientemente del partido al cual pertenezcan, vuelven diciendo: “Miren lo que ha logrado la ciencia estadounidense, miren lo que ha hecho la ciencia de Israel, miren a Corea del Sur”. Nadie se da cuenta por qué ocurrió eso. No fue algo azaroso. Hay un proyecto. En Corea, hoy en día es el sector empresarial el que más invierte en ciencia, pero detrás de eso hubo una decisión del Estado de invertir en la educación. La educación es lo primero. La educación genera ciencia, que a su vez genera tecnología, y esta generará innovación. Algunos políticos afirman: cuando Brasil necesita alguna tecnología o una innovación, la compra. Llevo años advirtiendo, no solo a este gobierno, que comprar una tecnología no es solo pulsar un botón. E incluso para eso hace falta contar con personas capacitadas.
¿La sociedad brasileña valora la ciencia?
Por supuesto. Los brasileños ya confiaban en la ciencia y la pandemia ha demostrado de manera muy clara a la sociedad el valor de la ciencia. Pero tenemos que mejorar el diálogo con la población, traducirle a la sociedad lo que la ciencia brasileña está haciendo, para que se apropie de esos conocimientos e incremente sus demandas. Los políticos de Estados Unidos no son mejores que los nuestros, es la sociedad la que les exige. Acá la mayoría de la gente se olvida a quiénes votó para el Parlamento. Cuando elegimos a un diputado federal, o estadual o a un concejal, estamos expresando: “Te he dado un poder para que hables en mi nombre”. Pero no están hablando en nuestro nombre. El año pasado, cuando el Congreso recortó los recursos del CNPq [el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico], no han hablado en nuestro nombre.
Una persona que no logra pensar científicamente tampoco es capaz de oír una información y juzgar si es verdadera o no
La movilización que sugiere ha sido parte de la impronta de la SBPC, que usted presidió durante seis años, de 2011 a 2017. ¿No corre riesgo la ABC de tener iniciativas redundantes?
Son asociaciones que se complementan. La ABC reúne a grandes personalidades de la ciencia brasileña en diversas áreas del conocimiento, y la SBPC congrega a científicos y sociedades científicas de diferentes campos del conocimiento. La ABC siempre ha producido documentos y libros sobre temas relevantes de la ciencia para Brasil y ha buscado influir en las políticas científicas. Sus miembros pueden debatir sobre estos temas con gran autoridad, o bien convocando a otros científicos que no forman parte de sus cuadros. La comisión directiva elegida está integrada por 13 investigadores de diferentes áreas del conocimiento y de distintas regiones de Brasil, y ese será el grupo que trabajará para conducir a la ABC frente a los nuevos retos que forman parte de la ciencia del siglo XXI. Pero esto no sirve de nada si por parte del gobierno no hay nadie dispuesto a escucharnos, por eso es que la búsqueda de un diálogo seguirá estando presente.
¿Qué tipo de temas pretenden abordar en los estudios que producirá la academia?
Aún no lo hemos definido, pero una de las cosas que pretendo hacer, y sé que va a apoyarlo toda la comisión, es un amplio estudio sobre la educación. Muchos dicen: “Tenemos que tener más científicos”. Estoy de acuerdo, pero mi preocupación por la educación científica no es que haya más científicos, sino tener ciudadanía. Un individuo que no logra pensar científicamente al oír una información tampoco puede juzgar si la misma es real o no. Nuestras escuelas siguen segregando y acentuando las diferencias, y Brasil pierde muchos talentos por falta de oportunidades. La academia puede hacer su aporte en este y muchos otros temas, tales como el medio ambiente, los derechos humanos o la energía.
¿Cómo financia la ABC sus actividades?
Ninguno de los miembros del directorio cobra un sueldo, pero la ABC tiene una sede y tiene que mantener a un plantel de empleados. La ABC, al igual que la SBPC, recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que cada año son aprobados por el Congreso Nacional en el marco de la Ley Presupuestaria Anual. Esos recursos se destinan a solventar la infraestructura de la institución. Para otras actividades, hemos buscado socios institucionales, que, por supuesto, cumplan con los criterios éticos y de respeto al medio ambiente. Pero muchas de las empresas y personas que se encuadran en ese perfil no tienen interés en colaborar. Aquí en Brasil, a diferencia de lo que sucede en Europa, en el Reino Unido y en Estados Unidos, los empresarios, con algunas excepciones, no consideran que estas colaboraciones sean algo importante para ellos. Pero seguiremos insistiendo. Hemos definido algunos nombres y ahora iremos tras ellos.
La ABC contó con el apoyo de gobiernos y de agencias de fomento públicas para elaborar documentos e informes. ¿Ese tipo de ayuda no compromete su independencia?
La ABC siempre ha sido contundente, especialmente en estos últimos tres años, en lo que se refiere a las posturas personales o de los gobiernos. En marzo, tanto la academia como la SBPC suscribieron un documento emitido por la Iniciativa para la Ciencia y la Tecnología en el Parlamento [ICTP] en contra de las dictaduras y la amenaza de un golpe militar. Puede que la ABC haya preferido no firmar documentos como este hace algunos años. El patrocinio gubernamental a nuestros proyectos puede generar cierto recelo, pero esto no nos intimida. La ABC se ha manifestado claramente en lo que se refiere a las pseudoterapias contra el covid-19, a la eficacia de las vacunas, a la defensa del medio ambiente y a los derechos humanos. Hemos propiciado una profundización del diálogo con la sociedad. En 2021, la academia designó como miembro colaborador al escritor, chamán y líder político yanomami Davi Kopenawa, y estoy orgullosa de haber sido parte de esa decisión.
¿La ABC refleja la diversidad de la ciencia brasileña?
La ciencia brasileña, y no le echemos la culpa a la academia, todavía no refleja a todo el pueblo brasileño. Es una ciencia que tiene mucho más de blanca y de europea que de negra. Las acciones afirmativas están siendo algo fundamentales. Festejamos cuando una mujer llega a un puesto como el mío en la academia, pero esto debería ser algo habitual, porque las mujeres somos más del 50 % de la población. No es algo que ocurra solamente en Brasil. En la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, que es mucho más antigua, la primera presidenta mujer es la actual, Marcia McNutt. La del Reino Unido nunca tuvo una.
¿Cuál es la postura de la ABC con relación a las acciones afirmativas?
El objetivo de la ABC siempre será el mérito. Pero el hecho de que la academia sea meritocrática no significa que solo quienes están dentro de ella sean meritorios. En cuanto a las mujeres, la academia elaboró un diagnóstico y vio que la participación femenina era muy baja. Antes de mí hubo una vicepresidenta fenomenal entre 1995 y 1997, Johanna Döbereiner [1924-2000], pionera en biología de suelos, que podría haber sido presidenta. No puedo juzgarlo, pero puedo dar fe que poseía todas las cualidades para haberlo sido. ¿Por qué eran pocas las mujeres en la academia? Porque había menos mujeres designadas entre sus integrantes. Si con un currículum igualmente calificado son menos elegidas, siempre serán minoría. Entonces se implementó una búsqueda activa de integrantes del sexo femenino, sin dejar de lado los criterios de mérito. Tras la Asamblea General Ordinaria para la elección de los nuevos miembros que serán nombrados en 2022, de los 13 titulares electos, 8 son mujeres.
El hecho de que la Academia Brasileña de Ciencias sea meritocrática no significa que solo sus miembros sean meritorios
¿Y en lo referido a la inclusión en la ABC de investigadores negros? Aún son raros…
Son pocos los científicos negros en la ABC. No podría decir cuántos son. Conocí a uno, el químico Oswaldo Alves [1946-2021], de la Unicamp [Universidad de Campinas], que falleció hace poco. Era un gran amigo mío y se le echa de menos. Podrías decirme: “Nombra a otros”. Y yo no sería capaz. “¿Pero qué clase de presidente o presidenta es esta, que no sabe cuántos negros hay en la academia?” Soy transparente: no lo sé. Tenemos que elaborar un diagnóstico. Sabemos que en Brasil son pocos los negros que llegan al tope de sus carreras. El país tiene un pasado esclavista y cuando la esclavitud se abolió, se les dijo a los negros: “Váyanse. Son libres, arréglenselas”. El país tardó mucho para empezar a tener esa mirada de las acciones afirmativas. Las políticas afirmativas no son solo una cuestión de cupos. La búsqueda activa, como la que hicimos con las mujeres, es una acción afirmativa. Vamos a hacer ese diagnóstico, para revertir este panorama. Cuando fui prorrectora de Grado en la Unifesp, junto con la UnB [Universidad de Brasilia], fuimos las primeras universidades federales que implementamos una política de acción afirmativa, que fue la reserva de un 10 % de las nuevas vacantes para los alumnos de las escuelas públicas, negros e indígenas. Con la política del 50 % del cupo para los alumnos de las escuelas públicas, negros e indígenas, estamos viendo que las universidades reflejan mejor la diversidad de la sociedad brasileña.
Querría que hablara un poco de la rutina en la ABC. ¿Los académicos se reúnen en forma presencial?
Tenemos un plantel reducido de empleados altamente calificados. Ellos se encargan del día a día de la academia de manera extraordinaria. Desarrollamos proyectos, los empleados los redactan y luego el directorio los revisa. Hay que valorar ese trabajo. Con los académicos la historia es diferente: tenemos que traer a los investigadores a la institución. En este sentido, la pandemia terminó siendo de ayuda, con los seminarios virtuales, pero ahora hay tanta gente haciendo seminarios simultáneamente que ya no sabemos a quiénes elegir. Durante la pandemia realizamos otras actividades. Celebramos dos megaeventos con el Nobel Prize Outreach, que es el organismo de comunicación de la Fundación Nobel, uno que incluyó a todos los estados brasileños y otro para toda América Latina y el Caribe. Estuve a cargo de ello como vicepresidenta. La ABC cumple un rol importante en el diálogo con los otros países latinoamericanos y con los integrantes del Brics [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica]. Desde 2019 soy copresidenta de Ianas, la Red Interamericana de la Academia de Ciencias constituida en 2004 gracias a la inspiración y el trabajo del profesor Hernan Chaimovich, quien fue su primer copresidente. Son actividades a la que les debemos imprimir mayor intensidad.
En 2013 le concedió una entrevista a Pesquisa FAPESP, cuando asumió su segundo mandato al frente de la SBPC, y habló de temas tales como la distribución de las regalías petroleras para la ciencia y del programa Ciencia sin Fronteras. ¿Hemos evolucionado en relación con las preocupaciones de aquella época?
Empezaré por el lado positivo. En aquel momento estábamos bregando por un marco jurídico para la ciencia, la tecnología y la innovación y lo logramos. En 2015 obtuvimos una enmienda a la Constitución, y luego, en 2016, salió la Ley nº 13.243, conocida como el marco legal de la ciencia, la tecnología y la innovación, regulada en 2018. Otro punto positivo de aquel período fue que se pudo congregar a los diferentes actores, el medio científico trabajando junto con empresarios, legisladores, fundaciones de apoyo. La legislación existe, pero ¿cómo hacer para que realmente se aplique? Este sigue siendo el gran desafío y la ABC deberá asumir protagonismo. El gobierno quiere redactar una ley para definir el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y tiene prisa, porque debe atender una demanda del Tribunal de Cuentas de la Unión. Esto tiene que ser muy bien acordado entre todos los actores. Estamos teniendo grandes dificultades. Los académicos, las universidades, los institutos de investigación, los patrocinadores, que incluyen a las fundaciones de apoyo a la investigación científica, las fundaciones de las instituciones y los empresarios, además del gobierno, todos tienen que trabajar en conjunto.
¿Y el lado negativo?
No es necesario que hable de la financiación de la ciencia. Lo que ha ocurrido fue trágico. Conseguimos que se apruebe la ley para desafectar las retenciones al FNDCT [el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico], pero este se ha convertido en un salvavidas. Se suponía que era un complemento del presupuesto existente, pero se ha tornado esencial. La verdad es que las cosas no pueden hacerse solamente con el FNDCT. Los recursos para la ciencia, la tecnología y la innovación contemplados en la Ley Presupuestaria Anual han sido recortados drásticamente en los últimos dos años.
Pero el presupuesto para la ciencia ha mejorado en comparación con el del año pasado, ¿no es cierto? ¿Cuál es la perspectiva para este año?
Se espera una liberación de fondos igual a la doceava parte de los recursos del FNDCT cada mes. Veremos. El consejo del FNDCT es el encargado de la asignación de los diferentes recursos y ha establecido que el 50 % de los fondos corresponde a préstamos reembolsables, que sabemos que no se utilizan porque las empresas no quieren pagar intereses. Hemos propuesto bajarlos a un 15 %, que era el porcentaje que se venía utilizando, pero al momento de votar perdimos. Tendremos que seguir luchando.
Al comienzo de la entrevista mencionó las dificultades para encontrar alguien que escuche. ¿A quién se refería?
Cuando dialogamos con gente del Ministerio de Economía, dicen estar a favor de la ciencia. Pero sus acciones van en sentido contrario, y lo propio sucede con la Secretaría de Gobierno de la Presidencia de la República. No podemos confiar en que estén a favor. Al final del año pasado, el Congreso aprobó un recorte de los recursos destinados al CNPq. Y ahora los proyectos aprobados se están cubriendo con los fondos del FNDCT de este año. No voy a juzgar si las acciones que recibieron ese valor recortado tenían mérito o no. Lo que sé es que la ciencia ha salido muy perjudicada, porque había un acuerdo y fueron los legisladores quienes lo rompieron. Para mí eso rompe un pacto y no puedo aceptarlo. Insisto, les he dado mi voto a los diputados y senadores para que trabajen en pos del interés de la nación, no en el suyo. No sé si las enmiendas parlamentarias que recibieron recursos son válidas o no. No estoy juzgando. Pero el destino de los fondos que íbamos a recibir estaba abierto, todo el mundo sabía a dónde iban. Yo soy una persona batalladora, solo espero no perjudicar a la academia. Soy hija y nieta de inmigrantes siriolibaneses e italianos. Este país recibió a mi familia con los brazos abiertos. Mi hermana y yo somos la primera generación de la familia que ha accedido a la universidad y este país nos ha dado todo. No voy a desistir de Brasil. Espero que el país no me desista de mí.