eduardo cesarBrasil es uno de los campeones mundiales en reciclaje de latas de aluminio, con un índice que se ubica en la franja del 90% de reaprovechamiento. Pero con los tubos fluorescentes sucede lo contrario. De los alrededor de 100 millones de tubos producidas anualmente en el país, solamente un 6% se recicla o se descarta en sitios apropiados. En Holanda, el índice de reciclaje llega a un 83%, y en Alemania, a un 50%. La casi totalidad de las lámparas viejas de Brasil se deposita en forma inadecuada en basurales y rellenos sanitarios. Para intentar revertir esa situación, que ocasiona serios daños al ambiente en razón de la contaminación con el mercurio presente en los tubos, Tramppo Recicla desarrolló una tecnología que hace la descontaminación y el reciclado de los componentes de los tubos, permitiendo la vuelta de las materias primas a las industrias. En julio del año pasado, la empresa, creada en 2003 en el Centro Incubador de Empresas Tecnológicas (Cietec), con sede en el edificio del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen) en la Ciudad Universitaria de la USP, logró su licencia de operación de la Compañía de Tecnología de Saneamiento Ambiental (Cetesb). Al final de marzo, se aprestaba a concluir una ampliación de sus instalaciones en São Paulo, para iniciar el procesamiento de 90 mil unidades por mes.
El sistema de descontaminación y reciclaje de lámparas de Tramppo obedece a los principios de sostenibilidad y de producción más limpia. El equipamiento, totalmente proyectado y desarrollado en la empresa, separa los componentes de los tubos vidrio, mercurio, polvo fosfórico y terminales de aluminio y los deja disponibles como materia prima para la reutilización en varios tipos de industrias. El reciclaje transcurre de forma completa sin necesidad de descartes en rellenos, reduciendo el volumen de basura generado y, principalmente, evitando la contaminación del medio ambiente. La calidad del proceso es garantizada mediante test hechos en la propia empresa y también cuenta con la convalidación del Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT, por sus siglas en portugués), socio estratégico de Tramppo. Por cada lote de lámparas destinadas al reciclaje, la empresa proveedora de los tubos usados recibe un Certificado de Descontaminación, Reciclaje y Descarte Correcto. Entre los principales clientes de Tramppo están el Hospital del Servidor Público (Iamspe), con un volumen anual de 40 mil tubos, el Hospital Israelí Albert Einstein, 18 mil, la Universidad de São Paulo (USP), 15 mil, y el Shopping Center Paulista, 12 mil, todos en São Paulo.
El mercado nacional de reciclaje de lámparas fluorescentes aún es tímido y disputado por pocas empresas. Según la ingeniera electrónica Elaine Menegon, una de las socias de la Tramppo, antes de decidir por el desarrollo de su propio sistema operacional, la empresa analizó el costo de la máquina de reciclaje de la empresa sueca MRT System, una de las líderes mundiales de ese sector, y tuvo la seguridad de que la única forma de ser una empresa de gestión de lámparas fluorescentes usadas era desarrollar su propia tecnología. La máquina saldría por cerca de un millón de euros, ya instalada. Era mucho dinero. Vimos entonces la necesidad de desarrollar nuestro propio equipamiento, cuenta. Para eso, la empresa obtuvo recursos por valor de 450 mil reales del Programa Investigación Innovativa en la Pequeña y Micro Empresa (Pipe) de la FAPESP. Otros 100 mil reales en becas del Programa de Capacitación de Recursos Humanos (Rhae) para técnicos fueron financiados por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), del Ministerio de la Ciencia y Tecnología.
eduardo cesarNuestra máquina es diferente que la sueca, que tiene una capacidad de procesamiento de casi un millón de tubos por mes. El equipamiento que desarrollamos es más compacto y puede ser montado en varios lugares, con distribución en varios puntos del territorio nacional, dice Elaine. De acuerdo con el plan de negocios de Tramppo, aprobado al final de 2007, seis nuevas unidades deberán entrar en operación a finales de 2011, estando la mayor parte de ellas en las regiones sur y sudeste del país. Nuestro objetivo es abrir unidades cerca de los centros generadores de residuos, una vez que el principal costo del proceso es la logística para la recolecta de las lámparas que serán recicladas, explica Elaine.
El equipamiento que desarrolló la empresa está compuesto por tres partes principales: una sección de corte de las puntas del tubo, un reactor de descontaminación, similar a un horno eléctrico, que recibe el polvo fosfórico, componente que le otorga el color blanquecino a las lámparas, y un triturador de vidrio. Inmediatamente después de que el tubo es puesto en el equipamiento, una lámina separa sus dos extremos, aislando los terminales de aluminio. Luego se introduce un émbolo dentro del tubo de vidrio y a través de un movimiento de viento y succión del aire se retira el polvo fosfórico. La mayor parte del mercurio, el elemento más tóxico de la lámpara, se encuentra adherido a ese polvo, afirma la farmacéutica y bioquímica Atsuko Kumagai Nakazone, investigadora científica del proyecto Pipe.
Solamente cuando la lámpara se enciende el mercurio pasa al estado gaseoso, sirviendo como elemento de conducción de la luminosidad, como si fuese el filamento de las lámparas incandescentes, dice ella. En ese estadio el vidrio ya está limpio y va automáticamente al triturador, mientras que el polvo fosfórico es recogido y enviado a un reactor donde se herá la descontaminación propiamente dicha por medio de la separación y retiro del mercurio. Esa etapa es realizada por un proceso de sublimación, donde ajustamos los parámetros de temperatura y presión dentro del reactor. El mercurio sublimado (que pasó del estado sólido para el gaseoso) es condensado, en un condensador especialmente proyectado, a temperatura ambiente y almacenado para su posterior comercialización, cuenta Atsuko. Por el momento, la empresa no está vendiendo el mercurio retirado de las lámparas, porque la cantidad es muy pequeña. El mínimo para comercialización es de un kilo, siendo que por cada mil lámparas sólo retiramos 8 gramos de mercurio en promedio.
El vidrio triturado es vendido a una gran fábrica nacional de vidrios y el polvo fosfórico está siendo negociado para su utilización en la producción de pinturas. Los terminales de aluminio, separados al inicio del proceso, se destinan a una cooperativa de un conjunto habitacional popular de São Paulo y después a una empresa que recicla materia prima.
eduardo cesarPoder contaminante
Además del mercurio, el vidrio, el aluminio y el polvo fosfórico, más o menos unos 20 elementos más forman parte de la composición de las lámparas fluorescentes, entre ellos el plomo, el argón, el zinc y el silicio, con diferentes grados de toxicidad. Lo que más preocupa en el descarte inadecuado de ese tipo de lámpara es precisamente el mercurio, un metal pesado con alto poder contaminante. Según la Asociación Brasileña de la Industria de Iluminación (Abilux), solamente un 8% de los municipios brasileños cuenta con rellenos licenciados para el depósito de residuos tóxicos preparados para recibir lámparas fluorescentes. Cuando se descartan de manera inadecuada, pueden causar serios daños a la salud humana. Sucede que la degradación ambiental del metal es lenta y persiste durante muchas décadas. Puede contaminar los mantos freáticos, ríos, lagos y represas, contaminando el agua, el suelo, las plantas y los peces del lugar. El consumo de esos animales puede acarrear daños irreversibles a los sistemas cardiovascular y nervioso, tales como parálisis, pérdida de la memoria, dolor de cabeza, debilidad muscular, dificultad del habla y trastornos emocionales, entre otros. Dependiendo de la gravedad, puede llevar a la muerte.
Por cuenta de sus efectos tóxicos, existen iniciativas a nivel global para poner fin a la utilización del mercurio en procesos industriales. Además de utilizarlo como materia prima para la fabricación de tubos fluorescentes, la sustancia también se emplea en la producción de termómetros y en la amalgamación del oro por parte de los buscadores de metales y piedras preciosas.
A pesar de ser una excelente iniciativa desde el punto de vista socioambiental, el éxito comercial de Tramppo va a depender del interés de las empresas, municipios y demás instituciones en reciclar sus lámparas usadas. El objetivo de la empresa es ofrecer un servicio de logística para hacer factible la atención a empresas que posean pequeños volúmenes de esas lámparas. El sistema funciona así: Tramppo retira las lámparas quemadas en el local del cliente, que paga entre 0,60 a 0,85 reales por unidad, y le vende las lámparas nuevas a precios de mercado. Ese modelo de negocios, ya en actividad, valió a la empresa el premio de relieve en el II Foro de Inversionistas en Negocios Sostenibles del Programa New Ventures Brasil en 2005. El premio es una iniciativa del World Resources Institute (WRI), un centro de análisis de temas ambientales con sed en Washington representado en el país por la Fundación Getúlio Vargas (FGV).
Los socios de Tramppo están finalizando la ampliación de las instalaciones de la empresa dentro del Cietec, para un área de 250 metros cuadrados, y ya planean construir una nueva unidad en el Parque Tecnológico de São Paulo, cuando sea inaugurado. Acá, en el Cietec, vamos a centralizar la etapa de descontaminación del polvo fosfórico. Y allá vamos a transferir la operación comercial, la limpieza de las lámparas y la trituración del vidrio, dice el administrador de empresas Carlos Alberto Pachelli, socio ejecutivo de la Tramppo. Hasta el momento, la empresa solo recicla lámparas fluorescentes tubulares, pero, en el futuro, pretende procesar también las de bulbo, de la iluminación pública, y las compactas, que se hicieron populares en la crisis energética nacional a comienzos de esta década. La tecnología para la descontaminación y reciclaje de esos productos es la misma. Serán necesarias algunas adaptaciones en la máquina y reestructuración de los procedimientos de limpieza, dice Pachelli.
El Proyecto
Descarte adecuado de lámparas fluorescentes que contengan mercurio (nº 03/13173-9); Modalidad Programa Investigación Innovativa en la Pequeña y Micro Empresa (Pipe); Coordinadora Atsuko Kumagai Nakazone – Tramppo; Inversión 440.362,00 reales (FAPESP)