Los pacientes con cáncer de próstata tendrán en breve fácil acceso a una terapia que cuenta con un índice de cura de hasta el 88%. Actualmente, dicho tratamiento depende de la importación del fármaco, por eso es de uso restringido en Brasil, en razón de su alto costo. El tratamiento utiliza cápsulas o semillas radioactivas de iodo-125, implantadas en la próstata del paciente mediante el uso agujas especiales. El dominio de la tecnología para la producción de dichas semillas fue logrado por un equipo de investigadores del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen, sigla en portugués). Y ahora, éstas serán producidas en el mismo instituto, instalado en la ciudad universitaria en São Paulo, y comenzarían a venderse a mediados de 2004. Las semillas nacionales costarán un 40% menos que las extranjeras, importadas a precios de entre 35 y 40 dólares cada una. De esta manera, Brasil pasará a ser el tercer país en el mundo, luego de Inglaterra y Estados Unidos, en poseer la tecnología y fabricar este tipo de semilla radioactiva.
“Con la reducción de los precios de las semillas, más gente podrá usufructuar el tratamiento”, concluye Constância Pagano Gonçalves da Silva, gerente del Centro de Radiofarmacia del Ipen y coordinadora del proyecto financiado por la FAPESP, con un valor de 750 mil reales, que involucra la finalización del prototipo y la estructuración del laboratorio para la producción de las cápsulas. Según la investigadora, el precio de las semillas será más bajo debido a que la mano de obra en Brasil es más barata. Como el tratamiento implica el implante de entre 80 y 120 semillas, su costo con el producto importado puede ascender a 4.800 dólares, sin contar los eventuales honorarios médicos y gastos de internación. Con las semillas del Ipen, ese costo podría reducirse 8 mil reales. Según la física Maria Elisa Chuery Martins Rostelato, jefa del Laboratorio de Producción de Fuentes Radioactivas para Radioterapia del Ipen, la demanda mensual de esas semillas es de 2 mil a 3mil unidades, lo que proyecta unmercado anual de 840 mil dólares. Por ahora, ese tratamiento no cuenta con la cobertura del Sistema Único de Salud (SUS).
La importancia de estas fuentes radioactivas reside en el hecho de que el cáncer de próstata es el segundo en orden incidencia entre los hombres en Brasil, detrás apenas del cáncer de piel no melanoma. De acuerdo con los cálculos del Instituto Nacional del Cáncer (Inca), surgirían este año 25 mil nuevos casos de la enfermedad, y se producirían 8 mil muertes. El tratamiento convencional es la cirugía para la remoción de la próstata o la radioterapia externa con acelerador lineal de partículas. La radioterapia con semillas de iodo forma parte de un tratamiento llamado braquiterapia, en el cual se coloca la fuente de radiación muy cerca o en contacto con el órganos que será tratado. Los pacientes con cáncer de próstata también son tratados con hormonas, que tienen la función de reducir el tamaño del órgano o aguardar el mejor momento para un tratamiento curativo como la braquiterapia.
El implante de semillas de iodo-125 es un tipo de tratamiento relativamente reciente, indicado para tumores en estadio inicial. La primera experiencia fue realizada en Dinamarca en 1983, y dos años después, en Estados Unidos. El tratamiento consiste en implantar las semillas en el interior de la próstata para destruir las células enfermas. Como el material utilizado para la fabricación de las semillas es biocompatible, éstas no necesitan ser removidas, por eso el implante es permanente.Las semillas de iodo-125 tienen dimensiones casi microscópicas y son menores que un grano de arroz.
Están compuestas por una cápsula cilíndrica de titanio de 0,8 milímetro de diámetro externo y 4,5 mm de longitud. El titanio fue el material elegido debido a que posee un bajo índice de rechazo y su pared es lo suficientemente delgada como para permitir el paso de la radiación. Dentro de la cápsula va un hilo de plata de 0,5 mm de diámetro con iodo-125 depositado en su superficie. La actividad (la cantidad de radiación emitida por el núcleo del isótopo) típica de las semillas es de 0,5 mCi (miliCurie) de iodo-125. Con esa dosis, la acción de la semillas se restringe a la próstata y afecta con menor intensidad que la radioterapia externa a los órganos sanos, como la vejiga, el recto y la uretra. “Ésa es otra de las grandes ventajas de la braquiterapia: que no afecta a los tejidos sanos”, afirma Elisa.
La acción de la semilla es muy concentrada, porque la radiación emitida por el iodo-125 recorre solamente cinco milímetros de tejido humano. “Actúa dentro del paciente durante diez meses, pero la mayor parte de su actividad se concentra durante los primeros dos meses”, afirma Elisa. Ese período corresponde a la vida media (58 días) del iodo-125. La vida media es el tiempo que un material radioactivo demora para reducir su actividad a la mitad. Éste solamente deja de ser radioactivo después de diez vidas medias. De este modo, la radioactividad total del iodo-125 desaparece tras 580 días, o casi 20 meses.
Aplicación detallada
El implante de las semillas radioactivas es un procedimiento rápido y seguro. El médico, con el auxilio de agujas especiales y guiado por la visión directa de un equipo de ultrasonido transrectal, introduce las semillas a través del perineo (la región situada entre la raíz del pene y el ano) dentro de la próstata del paciente. La aplicación se hace en una sola sesión. No obstante, antes se realiza una minuciosa planificación. El especialista efectúa un estudio de la próstata con imágenes detalladas captadas por ultrasonido, que identifican su tamaño, forma y contorno, e informan la posición precisa de la uretra y de los huesos pélvicos. Esas imágenes son enviadas a una computadora que, con la ayuda de un software , calcula la cantidad de semillas necesarias para el tratamiento y el local exacto en donde cada una de éstas debe ser implantada.
La iniciativa del Ipen fue bien recibida por los médicos especializados en el tratamiento de tumores de próstata. “Es una tecnología de punta, que tiene la ventaja de tener un costo muy inferior”, afirma el radioterapeuta Rodrigo Hanriot, responsable por el Sector de Braquiterapia del Hospital Albert Einstein, en São Paulo. “Gracias al Ipen, el acceso al tratamiento será ampliado”. A propósito, el proyecto de desarrollo de la semilla nacional surgió debido a los pedidos de los médicos. “Los médicos se quejaban debido al alto costo de las cápsulas importadas”, recuerda Elisa, del Ipen. En esa época, a mediados de 1998, tan solo dos empresas, la inglesa Amersham y la estadounidense North American Scientific, fabricaban el producto, y no existía ninguna literatura disponible sobre las semillas.
“Tuve que cortar una cápsula al medio para saber cómo era su composición”, dice la investigadora. Menos de dos años después, en abril de 2000, el prototipo del Ipen estaba listo. “Pero debido a la falta de recursos, nuestras investigaciones avanzaron lentamente. Actualmente, alrededor de diez empresas dominan esta tecnología”, cuenta Elisa.El financiamiento de la FAPESP, concedido al comienzo de este año, está siendo de vital importancia para la conclusión de la investigación. “Necesitamos todavía hacer estudios de dosimetría, que es la evaluación de la dosis de radiación a lo largo de la semillas”, afirma la investigadora. El dinero también será empleado en la construcción del Laboratorio de Producción de Fuentes para Radioterapia, que contará con cámaras herméticas de acero inoxidable equipadas con guantes de plomo para el manipuleo de la semillas.
Las cápsulas desarrolladas en el Ipen tienen algunas diferencias con relación a las semillas fabricadas en el exterior por Amersham, las más utilizadas en Brasil. “Utilizamos otras reacciones químicas para depositar el iodo radioactivo en el hilo de plata”, dice Elisa. Asimismo, el proceso de soldadura de la cápsula se lleva a cabo con microplasma -un proceso que utiliza arcos eléctricos, electrodos especiales y flujos de gas inerte entre la soldadura y el objeto que se va a soldar- al contrario que en las semillas de nuestros competidores, que son selladas con láser”, explica. “Gracias a estas diferencias, tenemos un nuevo producto y no precisaremos pagarle royalties a ninguna empresa extranjera; y por añadidura, tendremos una patente.”
Menos invasivo
La braquiterapia de próstata ha ido conquistando cada vez más la confianza de los médicos, por tratarse de una técnica con un alto índice de cura y mucho menos invasiva que la cirugía de extracción de próstata, a pesar de que requiere de anestesia local y sedación. Eso sin contar que la recuperación del paciente es más rápida, ya que éste sólo debe permanecer internado un día y medio, y puede retomar sus actividades normales en 48 horas. La prostatectomía radical (el retiro total de la próstata), por su parte, exige cinco días de hospitalización y entre semanas y meses de recuperación, mientras que la radioterapia externa tradicional consume un tiempo de tratamiento ambulatorio de alrededor de siete semanas.
La gran ventaja de la terapia con las semillas de iodo-125 consiste en que sus efectos colaterales son mucho más benignos, si se los compara con los de la prostatectomía radical. Mientras que entre el 60% y el 90% de los pacientes (dependiendo de la extensión de la cirugía y de factores tales como diabetes y aterosclerosis) sometidos a la cirugía presentan problemas relacionados con la impotencia sexual, tan solo alrededor del 30% de los hombres que se tratan con braquiterapia sufren este trastorno.
Otro uso de las semillas radioactivas de iodo-125 reside en el tratamiento del cáncer oftalmológico. Desde 1997, son usadas en Brasil en el tratamiento de tumores oculares malignos y benignos, con un índice de cura de hasta un 95%, siendo que en el 70% de los casos la visión es preservada. En el tratamiento convencional, el glóbulo ocular es retirado.
Hilos de iridio
El Ipen produce una serie de radioterápicos y radiofármacos, y algunos de éstos, al igual que las semillas de iodo-125, también fueron desarrollados en los laboratorios del instituto. Los investigadores desarrollaron, por ejemplo, los hilos de irídio-192 para el tratamiento de algunos tipos de cáncer (cuello, mama y tejidos blandos). El instituto le compra a la empresa francesa Cis-Bio International hilos de iridio inactivos y efectúa la irradiación en su propio reactor, produciendo el iridio-192. Merced a un dispositivo proyectado por los investigadores del laboratorio del Centro de Tecnologías de las Radiaciones, los hilos son irradiados de manera uniforme en toda su extensión. Al final del proceso, la radioactividad debe ser la misma en cada punto del hilo, con una variación de hasta un 5% para más o para menos.
Al contrario que las cápsulas de iodo-125, el implante de hilos de iridio no es permanente. El paciente permanece internado en el hospital, en una habitación especial, durante tres o cuatro días. Luego los hilos son retirados y el paciente es dado de alta. Este producto es comercializado desde 1997 por el Ipen, y entre sus clientes se encuentran los hospitales Albert Einstein y el Sirio-Libanés de São Paulo, y el Instituto Radium de Campinas. El hilo, de 50 cm de largo, cuesta cerca de 1.100 reales. “Vendemos alrededor de 18 hilos por año. Este número todavía es limitado, debido a que pocos hospitales utilizan esta tecnología”, explica Elisa, que también estuvo al frente del desarrollo de ese producto. Con el uso de las semillas producidas en el Ipen, esa situación puede revertirse, y de ese modo, puede también ampliarse la distribución de esos materiales.
El Proyecto
Desarrollo de la Técnica de Producción de Semillas de Iodo-125 para su uso en Braquiterapia
MODALIDAD
Línea regular de auxilio a proyecto de investigación
COORDINADORA
Constância Pagano Gonçalves da Silva – Ipen
INVERSIÓN
R$ 474.083,14 y US$ 169.623,25